Santificado
sea tu nombre…
Pastor Rafael Montalvo
Iglesia Cristiana
(Entrega 3).
¿Qué significa que Su Nombre sea
santificado? ¿Acaso no es Su Nombre santo?Y esto ¿qué quiere decir? ¿Acaso
puede Dios ser más santo de lo que ya es? ¿En qué, pues, consiste nuestra
santificación del nombre de Dios? ¿Y por qué es necesaria?
Objetivamente, es imposible aumentar la
santidad de Dios. No podemos santificar su nombre, en el sentido de que no
podemos hacerlo más santo de lo que es. Pero subjetivamente, sí. Es decir, Él
puede ser más grande a nuestros ojos.
Nombre
Santificado
sea Tu Nombre. En la antigüedad el nombre generalmente era considerado
como una expresión de la naturaleza misma de la persona. El nombre estaba
ligado al carácter, ocupación, función de la persona. Así lo vemos, por
ejemplo, en Mat 1:20.
Esto era así a tal punto, que con
frecuencia, cuando los hechos respecto de un hombre sufrían algún cambio
importante, se le daba un nuevo nombre. Ejs: Jacob-Israel; Simón-Pedro, etc.
De modo que el nombre se identificaba
con la persona. Esto es especialmente válido con respecto a los nombres de Dios
(Jehová mi proveedor, mi sanador, mi salvador, mi paz, etc.).
Cuando
hablamos del Nombre de Dios estamos hablando de Dios mismo. Contemplamos a Dios mismo. Consideramos su «nombre»; es
decir, su personalidad, su ser, todo lo que él es en sí, todo lo que le hace
distinto de los demás.
Santificar
Por
otro lado “Santificado”...La palabra
santificado significa “apartado para uso sagrado o santo,” es decir, no para
uso común ni profano. Santificado sea—Es
decir, que sea tenido en reverencia; mirado y tratado como santo. Que se le dé
a Dios el honor y la gloria que le pertenece (v. Is. 8:13, 1 P. 3:15).
Santificar
algo es apartarlo como cosa sagrada,
considerarlo con respeto y santo temor. Ej: Este piano es santo, quiere decir
que está separado, destinado para Dios. No se le puede dar otros usos.
Cuando
santificamos el nombre de Dios,
no lo cogemos de relajo, no lo usamos de manera indiscriminada. Sino que tratamos
con suma reverencia la realidad de su persona. La engrandecemos, no en el
sentido de hacerla objetivamente mayor de lo que ya es, sino en el sentido de hacerla más grande ante nuestros propios
ojos.
Por
eso, santificar el Nombre de Dios es reverenciar a Dios mismo, honrarlo,
glorificarlo y exaltarlo. Para
hacer esto, se necesita más que un conocimiento puramente intelectual del
sentido de los nombres divinos. Ciertamente significa humildad de espíritu,
gratitud del corazón, estudio fervoroso de las obras de Dios hasta que la
observación se convierte en un arrebato de asombro y adoración.
Le exaltamos. Deseamos que nuestro
Creador sea glorificado y honrado (Juan 12:28). Vaciamos nuestra mente de las
muchas pequeñeces que la llenan, y damos espacio a la inmensidad de Dios.
Celebramos su realidad. Le honramos, le reverenciamos y le tememos (Isaías
8:13). Le damos el homenaje que le
corresponde. Nos dejamos abrumar por la gloria de su persona y la
inmensidad de su obra a nuestro favor. Nos deleitamos en él.
¿Estoy santificando Su Nombre? ¿Le estoy honrando,
respetando, reverenciando?
Santificado
sea Tu Nombre es una expresión de reverencia que evita una confianza excesiva. Hay una
tendencia de parte de algunos creyentes de tratarse con Dios con términos
demasiado familiares, a veces casi irreverente, como por ejemplo, “Mi pana
ful”, “mi canchanchán”, “compadre”, “el viejito”, o “el Viejo de arriba”. “Diosito
lindo”, “mi papachito”, etc.
Tal actitud dista mucho del concepto de
respeto y reverencia de los profetas (Isa. 6:1–8), de Jesús y de los apóstoles
(Hech. 9:3–6). Tanta era la reverencia de los judíos ante Dios que usaban con
sumo cuidado su nombre, por temor de profanarlo. Esta reverencia les llevó a
sustituir la palabra Jehovah o Yaveh por “Señor” (Adonai). Aun en la
Septuaginta traducían el nombre “Jehovah” con el término griego kurios, que
significa Señor.
Honramos el nombre de Dios al usarlo
con respeto. Si usamos el nombre de Dios ligeramente, no tomamos en cuenta la
santidad de Dios.
La santidad como conducta
A causa de nuestro comportamiento,
podemos traer descrédito al nombre de Dios y hacer que el nombre de Dios sea
blasfemado entre los gentiles (Romanos 2:24). Pero, si de verdad somos hijos
suyos, anhelaremos conocerle más y que
nuestras vidas le honren. Desearemos que él crezca en nuestra apreciación y
llene más cabalmente nuestra visión. En este sentido, desearemos que él sea exaltado en nuestras vidas; y no sólo en
ellas, sino también en la estimación de todo ser humano.
Ez. 36:19-23. 19 dice: Les esparcí por las naciones, y fueron
dispersados por las tierras; conforme a sus caminos y conforme a sus obras les
juzgué. 20Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciéndose de ellos: Estos son pueblo
de Jehová, y de la tierra de él han salido. 21Pero he tenido dolor al ver mi santo nombre profanado por la casa de
Israel entre las naciones adonde fueron.
22Por
tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por
vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual
profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. 23Y santificaré
mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros
en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el
Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos.
*No santificamos el nombre de Dios
cuando por nuestras acciones hacemos que se hable mal de Él. Cuando por nuestro
testimonio, conducta, los demás irrespetan el Nombre de Dios. Cuando por
nuestra causa, las personas hablan mal de Dios.
“Santificado sea Tu Nombre”. Que se
respete Tu Nombre. Que se reverencie. Que no demos ocasión de que se hable mal
de Tu Nombre por nuestro mal testimonio. Que donde quiera se respete Tu Nombre.
¿Mi conducta, mis acciones hacen que se hable bien de Dios o
que se hable mal de Él?
¿Debemos tolerar y escuchar chistes
basados en irreverencia e irrespeto a Dios? ¿Debemos ver u oír programas de radio o televisión donde se
blasfeme Su Nombre, se burlen del Nombre de Dios, se relaje con Su Nombre? ¿Debemos
ser parte de esto, ser pasivos? ¿O deseamos que Su Nombre sea reconocido,
reverenciado, respetado? Ej: David se indignó con Goliat por desafiar a los
ejércitos de Dios. Era una afrenta, un irrespeto a Dios. Una burla. Los Salmos
(indignación)
Ex. 20:7 (10 Mandamientos). “No tomarás
el Nombre de Dios en vano”. También irrespetamos el Nombre de Dios cuando lo
usamos en vano, sin importancia, sin respeto, sin reverencia, sin cuidado, con
ligereza. Se profana o se toma el nombre de Dios en vano cuando los no
cristianos, relajan, se burlan, hacen chistes con el nombre de Dios o las cosas
sagradas.
¿Cómo uso el Nombre de Dios? ¿A la ligera o con respeto?
Santificado: alabanza y adoración
“Santificado
sea”t ambién establece el principio de
orar como una forma de adoración.
Esta oración modelo es también una
declaración de alabanza y dedicación a
honrar el nombre santo de Dios.
La persona que sabe lo que significa
orar “Santificado sea tu nombre”, con todo gozo magnificará al Señor cada vez que contemple el azul del cielo
estrellado. Alaba a Dios cuando ve Su gloria reflejada en los matices del arco
iris, en las montañas llenas de árboles, en los huertos frutales, en los
arroyos, en los lagos, en el mar y en los ríos, las nubes, se maravilla cuando
contempla la sabiduría de Dios revelada en la construcción del cuerpo humano
(Sal. 139:15, 16).
“Santificado
sea tu nombre” es también una invitación a adorar
juntos…significa que quien ha sido introducido en la comunión con este tierno y
amante Padre ahora invita a todos a compartir esta experiencia con él y a exaltar a este glorioso Dios.(Esto significa mucho más que sólo hacer lo
sumo por luchar contra la profanación del nombre de Dios).Tiene un contenido
positivo. ¡Alabanza y adoración!
El salmista exclama: “Engrandeced a
Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre” (Sal. 34:3). Quiere que todos
adoren y glorifiquen a Dios a causa de Sus hechos maravillosos.
Santificado: evangelismo
Deseamos que Su persona sea
«santificada», tenida por sagrada y reverenciada por todo el mundo, empezando —claro está— por nosotros mismos. El
anhelo de nuestro corazón es que Dios sea temido, amado, respetado, exaltado y
adorado como merece por TODOS.
¿De qué manera podemos lograr que el mundo honre a Dios,
santifique Su Nombre, adore a Dios, respete Su Nombre?
El nombre del Padre no será santificado
a través del mundo a menos que se reconozca su soberanía real.
En esta petición, oramos que el Nombre
de Dios sea glorificado y santificado por todos.
Es
decir que TODOS reconozcan a Dios. Que TODOS le honren. De toda tribu, lengua y
nación.
¿Cómo logramos esto?
1.
Viviendo una vida que levante el Nombre
de Dios.
2.
Evangelizando. Compartiendo las Buenas
Nuevas de salvación con TODOS los hombres.
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