El valor de la imagen
Por José Luis Rojas
El poder de influenciar positivamente es mil veces más efectivo que los títulos. En cualquier escenario el líder solo es seguido por sus colaboradores cuando en cada una de sus decisiones y actuaciones pone de manifiesto el buen estado de su inteligencia emocional, social, cognitiva y espiritual. En definitiva, líderes con odio, resentimiento y delirio de grandeza, no sirven para gestionar procesos de cambio.
Para lograr cambios trascendentales y sostenibles en las personas y organizaciones, es imprescindible la presencia de un liderazgo integral, que tenga las competencias necesarias pero, sobre todo, valores, principios y una actitud de ser mejor persona cada día. Ningún proceso de cambio logra sus objetivos al margen de un liderazgo confiable, incluyente y respetuoso de la dignidad humana.
Se ha demostrado que un proceso de cambio, sin importar el contexto donde se realice, tiene mayores posibilidades de alcanzar éxito cuando es gestionado por líderes sanos emocional y espiritualmente. No es posible lograr cambios positivos y sostenibles, tanto en personas como en organizaciones, cuando el liderazgo que los impulsa solo se sustenta en títulos, poder, arrogancia, prepotencia y en delirio de grandeza.
Los líderes que aspiran transformar personas y organizaciones suelen auxiliarse de la comunicación asertiva como recurso para influir y entusiasmar a sus colaboradores. No son lideres transformadores los que usan el poder de la información y la comunicación como recursos mediáticos para mentir, manipular y crear climas laborales sustentados en el miedo, donde los empleados son obligados a convertirse en chivatos o calieses. Es una quimera pensar que líderes llenos de resentimientos y odio, puedan transformar a personas y a organizaciones en algo sano y productivo. El líder que transforma inspira respeto a sus colaboradores.
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