domingo, 13 de abril de 2014

Testimonio / Su vida por la de su hija


Una historia de amor 

Una mujer embarazada da su vida para salvar la de su hija

Una mujer embarazada da su vida para salvar la de su hija
Liz, Max & Lilybear / youtube
Elizabeth Joice ha dado un ejemplo de generosidad al alcance de muy pocos. Decidió dar su vida y no recibir la quimioterapia que necesitaba a cambio de salvar al bebé que iba a nacer.
Joice había luchado contra una forma muy agresiva de cáncer y la superó. Elizabeth y Max, se enteraron de la enfermedad de ella en Nueva York, donde vivían, cuando llevaban dos años saliendo. En un primer momento la reacción de ella fue abandonar y dejarse morir, pero cuando su pareja le pidió que se casara con él decidió que tenía que luchar para curarse. Un mes después se casaron y Elizabeth fue operada y tratada con quimioterapia de su cáncer, declarándole que estaba limpia de su enfermedad al acabar el tratamiento.

Tres años después decidieron tener un niño. Los médicos no le quitaron la idea de la cabeza pero le advirtieron de que las posibilidades eran muy remotas.

A pesar de ello, siguieron adelante y se obró el milagro. El pasado verano la pareja recibió la feliz noticia de que iban a ser padres.

Sin embargo, pocos meses después llegó la mala noticia: el cáncer había vueltoLos médicos le daban la opción de interrumpir el embarazo y someterse a tratamiento o continuar y dejar que la enfermedad avanzase. La decisión no era fácil, pero Joice tenía claro que quería tener ese hijo.

En enero, la situación se complicó mucho. El cáncer avanzaba rápidamente y los oncólogos recomendaban comenzar con la quimioterapia antes de que fuera tarde. Joice prefirió seguir adelante con su embarazo y rechazó la propuesta de los médicos.

Finalmente, el 23 de enero dio luz a una niña, Liz Anne Joice (Lilybear), con unas semanas de adelanto pero con la suficiente fuerza para no tener que pasar por la incubadora.

Joice había cumplido su sueño de ser madre pero debía asumir que su final estaba cerca. A pesar de ello, luchó con todas sus fuerzas. Los médicos dijeron que no habían visto nunca a nadie pelear de esa manera. Su motivación era pasar un día más junto a su marido y su hija. Y así, todos los días durante seis semanas, hasta que el pasado 9 de marzo la enfermedad ganó la batalla.

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