domingo, 9 de febrero de 2014

Reflexión de las 5AM / El Miserere

EL DOLOR DEL PECADO

El Salmo 51, conocido como el miserere, es una Palabra de Dios capaz de llegar a tu corazón, transformar tu vida, renovar tu conciencia. Es una de las más hermosas plegarias de un pecador arrepentido y contiene mucho de lo que debemos saber para vivir una vida de restauración y perdón delante del Señor. Leámoslo:


1Ten piedad de mí, Dios,
conforme a tu misericordia;
conforme a tu infinita bondad
borra mis rebeliones.
2 ¡Lávame más y más de mi maldad
y límpiame de mi pecado!,
3 porque yo reconozco mis rebeliones,
y mi pecado está siempre delante de mí.
4 Contra ti, contra ti sólo he pecado;
he hecho lo malo delante de tus ojos,
para que seas reconocido justo en tu palabra
y tenido por puro en tu juicio.
5 En maldad he sido formado
y en pecado me concibió mi madre.
6 Tú amas la verdad en lo íntimo
y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
7 Purifícame con hisopo y seré limpio;
lávame y seré más blanco que la nieve.
8 Hazme oír gozo y alegría,
y se recrearán los huesos que has abatido.
9 Esconde tu rostro de mis pecados
y borra todas mis maldades.
10 ¡Crea en mí, Dios, un corazón limpio,
y renueva un espíritu recto dentro de mí!
11 No me eches de delante de ti
y no quites de mí tu santo espíritu.
12 Devuélveme el gozo de tu salvación
y espíritu noble me sustente.
13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos
y los pecadores se convertirán a ti.
14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
cantará mi lengua tu justicia.
15 Señor, abre mis labios
y publicará mi boca tu alabanza,
16 porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
no quieres holocausto.
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
18 Haz bien con tu benevolencia a Sión.
Edifica los muros de Jerusalén.
19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
el holocausto u ofrenda del todo quemada;
entonces se ofrecerán becerros sobre tu altar.

Tres términos hebreos son utilizados para definir la triste realidad del pecado, consecuencia de nuestra libertad mal utilizada. El primer vocablo, hattá, significa literalmente “no dar en el blanco”: el pecado nos aleja del blanco al que estamos llamados que es el de unas relaciones íntimas con Dios y de amor con nuestros semejantes.
La segunda palabra hebrea es ‘awôn. Significa “torcer”, “doblar”. Por tanto, el pecado es una desviación del camino recto. Es la inversión, la distorsión, la deformación del bien y del mal.   Isaías 5:20 dice: “¡Ay de los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz y luz por oscuridad!”.

Precisamente por este motivo, en la Biblia  la  conversión  se indica como un “regreso”  al    camino recto, llevando a cabo un cambio de rumbo, un giro de ciento ochenta grados.
La tercera palabra que utiliza el salmista para referirse al pecado es peshá: la rebelión del       súbdito con respecto al soberano, se trata de desafiar la voluntad de Dios para el ser humano.        Se trata de la desobediencia.
·         Cuando no doy en el blanco, peco (hattá)
·         Cuando tuerzo el camino recto, peco (awôn)
·         Cuando me rebelo contra la voluntad de Dios, peco (peshá).

Arrepentirse significa reconocer que hemos tomado una decisión equivocada –el pecado-       por la cual hemos roto un vínculo y hemos dado paso a una opción de vida lejos de Dios y        de su gracia. Significa que tengo una decisión radical de cambiar. Es lo que se deja dicho                en el verbo “reconocer” que en hebreo no sólo involucra la mente, sino también el          corazón y el cuerpo.

El pecado es una traición a Dios. Es por eso que el hijo pródigo señala (Lc 15:21): “he pecado contra el cielo (es decir, contra Dios) y contra ti…”. Nuestra petición más profunda es                   para cambiar el rumbo, para lo cual necesitamos que Dios cumpla en nosotros lo que dicen               los versos 10-11  de este Salmo.

Lee este Salmo algunas veces durante esta semana y fija tu corazón en algo sencillo: 
el dolor del pecado y el gozo del perdón.

No hay comentarios: