Idolatría, sanidad y
libertad
¿Esclavo yo?
¿Enfermo yo? ¿Quién dijo?
“No, yo no soy esclavo de nadie!”… Pero… de verdad eres una persona
libre? De verdad gozas de la gloriosa libertad de los hijos de Dios? De verdad
eres tan libre que el control de tu vida está en manos de Dios? De verdad eres
una persona sana? Nos vamos a contestar estas preguntas pero…
Primero, te hablaré
de la idolatría.
A veces pensamos que son idólatras aquellos que adoran imágenes de
santos y vírgenes o que siguen dioses falsos. Y es cierto, ahí hay idolatría.
Pero no sólo ahí.
El Diccionario Hispano-Americano de la Misión nos dice que Idolatría viene del griego idolon, dios falso, y latreia, adoración. Es decir: la
adoración a un dios falso o sustituto del Dios verdadero.
De modo general: un objeto
físico o un artefacto, la veneración a cualquier creación humana en lugar del
UNICO CREADOR VERDADERO. Existe idolatría cuando se elevan a un primer lugar
valores que son secundarios, cuando de algo que es relativo se hace un absoluto.
Quiero decirte algo: los cristianos parece que le hemos ganado batallas
a determinadas formas de idolatría (de imágenes, por ejemplo), pero no le hemos
ganado la guerra. Ella toma formas que a veces ignoramos e incluso a veces
hacen tienda en el corazón de los cristianos.
En Romanos 1:21-25 se nos expresa el “cambalache” que es la idolatría.
Nos dice Pablo:
21 A pesar de haber conocido a
Dios, no lo glorificaron como a Dios ni
le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y
se les oscureció su insensato corazón. 22
Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios 23 y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran
réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles.
Y sigue diciendo:
25 Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los
seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre. Amén.
Y los artesanos de Éfeso se quejaron contra Pablo: “El sostiene que no son dioses los que se hacen con las manos” (Hechos
19:23).
Una pregunta:
¿Es esto una cuestión del
pasado, de la primera Iglesia?
NO!
Segundo, los nuevos
ídolos.
La idolatría no es cosa pasada, propia de los hombres de tiempos oscuros
o propia de otras iglesias… Es un tema de hoy, como lo era del tiempo de los
profetas y del tiempo de Jesús.
Fabricamos ídolos, hechuras de nuestras manos, de nuestra cultura, de
nuestra manera de afrontar la vida. Creaciones propias del pecado, de la
soberbia del hombre que no ha encontrado todavía su centro y su norte o los ha
perdido.
Es el fruto de una mentalidad
errada.
Nos encanta creer que lo
tenemos todo bajo control y entonces colocamos cosas que son hechuras de
nuestras manos en primer lugar, porque creemos que la podemos controlar. Y
generalmente esas cosas, esos ídolos, terminan controlándonos a nosotros.
Son nuevos ídolos el dinero, el
poder, el placer, la fama… Pero también hacemos ídolos de nuestro trabajo, de
nuestra posición social, de una manera de hacer las cosas e incluso hay quienes
hacen un ídolo de una relación con otra persona (mariditis aguda, por ejemplo),
colocando cualquiera de estas cosas por encima de la relación y la obediencia
al único Dios verdadero.
LA
CONSECUENCIA ES SIMPLE: ENFERMAMOS Y DEJAMOS DE SER LIBRES.
Los ídolos esclavizan:
Si el dinero es tu
valor número uno, estas enfermo y no eres libre, eres su esclavo.
Si el trabajo es tu
valor número uno, estas enfermo y no eres libre, eres su esclavo.
Si la posición
social o el poder constituyen lo más importante para ti en la vida, estas
enfermo y no eres libre, eres su esclavo.
Si la relación con
tu hijo, con tu esposa o esposo, con tu jefe o novia, es más importante que tu
relación con Dios y que obedecer a Dios, estas enfermo y eres esclavo de esas
relaciones.
Repito… no es que
estas cosas sean malas en si. Es malo y es equivocado el colocarla como NÚMERO
UNO de nuestro corazón, instaurando una vida desgraciada, destructiva.
A veces sin darnos cuentas hay
cristianos que pretenden que es posible adorar a Dios y a algunos de estos
ídolos al mismo tiempo. Según la Biblia esto no es posible.
Por eso, si eres cristiano, analiza tu vida para identificar aquellas
cosas que pretenden a veces competir con el lugar de Dios en tu corazón, las
cosas que te impiden vivir en libertad como un hijo o una hija de Dios. Y si no lo eres, puedes abandonar el camino de
esclavitud y enfermedad que lleva, para abrazar el camino de la adoración al
único Dios que nos hace libre y nos sana.
Tercero, llamados a ser
sanos y libres
ESPERO QUE TE HAYA QUEDADO CLARO: la raíz de toda idolatría es nuestro
afán por controlarlo todo. Dios es el único que realmente puede estar en
control de todo.
Por lo tanto, si quieres
alejarte de toda idolatría, si quieres sanar y ser una persona libre, TIENES QUE RENUNCIAR A TU AFÁN
DE CONTROL. Sanarás la raíz de este mal. Tienes que poner TODO en manos de
Dios.
Sé de las personas que avanzan hacia el cambio. Cristiano o no, NO TE RESIGNES ANTE TU SITUACIÓN. Tu
mundo puede estar bien ordenado si está ordenado según los propósitos de Dios,
tu creador, y no de los ídolos o cosas que buscas controlar.
(Anécdota ya
contada por el Pastor Rafael Montalvo: el niño y el mapa: “Cuando terminé de armar a esa persona, el mundo quedó arreglado”).
Es así, el mundo se
ve mejor cuando nuestra persona está arreglada.
Arreglar nuestras
personas significa sanar las heridas
de nuestras vidas, superar los
hábitos que destruyen nuestras vidas y los complejos que han causado dolor y
así poder caminar sin pesadas cargas, sin mochilas, como hombres y mujeres
libres.
De qué necesito sanar
Heridas, hábitos,
complejos.
Del exceso de
trabajo
Temores
Ansiedad
Amarguras
Divorcios
Inseguridad
Relaciones
destrozadas
Juego
Glotonería
Heridas
Culpas
Abusos
Perfeccionismo
Retrasos
Mala Administración
Alcohol
Drogas
Mentir
Ira/Furia
Adicciones sexuales
Necesidad de
controlar…
Isaías 57:18-19 nos dice lo que el Señor está
dispuesto a hacer:
“He visto cómo han actuado, pero los sanaré. Los guiaré y les ayudaré y consolaré a los que lloran. Ofrezco paz a todos, a los que están cerca y a
los que están lejos”.
¿Estás herido? El
te dice: Quiero sanarte.
¿Estás confundido? El
te dice: Quiero guiarte.
¿Te cuesta cambiar?
El te dice: Quiero ayudarte.
¿Sientes que nadie
te entiende? El te dice: Quiero consolarte.
¿Te sientes
ansioso, preocupado, temeroso? Quiero
ofrecerte paz.
Cuarto, qué necesito para sanar y ser libre
Si quieres sanar,
tienes que reconocer que la causa de tus heridas, tus angustias,
tus confusiones, tus resistencias al cambio, tus temores, tu hacerte ídolos….
Se encuentra en que muchas veces pretendes
ser como Dios o busca sustituirlo por cosas que son hechura nuestra.
Querer controlar es
jugar a ser Dios y mientras más profundo estas, más enfermo estas y menos libre
eres. Es el mismo problema desde el principio… Fue la promesa que el maligno
ofreció a Adán: serán como dioses… es decir: podrán controlar. Es un gusano que
entró en nuestro corazón junto con la desobediencia de Adán y que debemos
desterrar.
Cuándo jugamos a ser como Dios?
Jugamos a ser como Dios cuando:
1. Tratamos de controlar nuestra imagen. Controlar lo que otros piensan de mí. Evitar que conozcan realmente
cómo soy. Uso máscaras. Que la gente vea ciertos aspectos míos y escondo otros.
Niego mis debilidades:
-“No estoy molesto”;
-“No estoy disgustado”;
-“No estoy preocupado”;
-“No estoy asustado…”.
2. Tratamos de controlar a otras personas. Los padres, a los hijos. Los hijos, a los padres. Las esposas, a los
esposos. Los esposos a las esposas. Unos países a otros. Múltiples estrategias
para manipularnos unos a otros: la culpa, el temor, la alabanza, el enojo, la
ira… tratamos de controlar a las personas.
3. Tratamos de controlar nuestros problemas. Usamos frases como: “Lo puedo manejar, realmente no es un problema”.
Queremos mostrar que no necesitamos ayuda y consejo. Y mientras más tratamos de arreglar nuestros
problemas por nosotros mismos, peor es.
4. Tratamos de controlar nuestro dolor. Lo evitamos, lo negamos, lo reducimos, lo posponemos, tratamos de
escapar de él. De muchas maneras, a veces comiendo y otras veces dejando de
comer; bebiendo, fumando, consumiendo drogas, involucrándonos en una relación
ilícita, volviéndonos trabajólicos.
RENUNCIA A ESE AFÁN DE QUERER SER COMO dios. ENTREGALE
EL CONTROL DE TODA TU VIDA A JEHOVA. El te dice: “Ey! Hola! YO soy Dios y soy único”.
Ese afán de control en tu vida tiene consecuencias.
1. Temor. Cuando trato de
controlar todo, el temor me invade. Adán: “Tuve miedo porque estoy desnudo. Por
eso me escondí”. Nos da miedo que alguien
descubra que realmente no tenemos el control, que estamos asustados. Cuidamos
nuestra imagen porque pensamos que a los
demás “sólo les gusta una imagen de mí. Si supieran realmente cómo soy, no les
gustaría”.
2. Frustración. Me frustro porque
los problemas vienen uno detrás de otro, no terminan a pesar de que yo allanto
de que estoy en control.
3. Fatiga. Jugar a ser Dios
cansa. Pretender que todo está bien, negar algo, consume mucha de nuestra
energía. David dice: “Mi fuerza se fue
debilitando como el calor del verano…. Pero te confesé mi pecado y no te oculté
mi maldad” (Salm 32). David renunció a jugar ser Dios y pudo encontrar
descanso.
4. Fracaso. Prov 28:13 (DHH)
nos dice dónde terminaremos cuando jugamos a ser Dios: “Nunca tendrás éxito en la vida si tratas de esconder tus pecados.
Confiésalos y renuncia a ellos. Entonces Dios mostrará su misericordia sobre
ti”. Necesitamos ser honestos y aceptar nuestras debilidades, faltas y
fracasos.
Nosotros acudimos SIEMPRE a Dios para que nos dé sanidad
y libertad. Qué puedo hacer para sanar y ser libre?
El camino de la
sanidad y la liberación significa que yo:
1. Reconozco que soy incapaz de cambiar mi pasado. Duele, todavía lo recuerdo, pero todo el resentimiento del mundo no va
a cambiar esa realidad. Soy incapaz de cambiar mi pasado.
2. Reconozco que soy incapaz de controlar a otras
personas. Trato, me gusta manipularlos, utilizo toda clase de
trucos, pero no funciona. Soy responsable de mis acciones, no de las de otros.
No puedo controlar a otras personas.
3. Reconozco que muchas veces soy incapaz de hacer
frente a mis hábitos, comportamientos y acciones dañinas. Las buenas intenciones no son suficientes. Lo he intentado muchas veces
y he fracasado. La fuerza de voluntad no es suficiente. Necesitamos algo más
que fuerza de voluntad. Necesitamos a Dios,
porque él nos hizo para necesitarle.
4. Necesitamos humildad en nuestro corazón. Santiago
4:6 (NVI): “Dios resiste a los
orgullosos, pero da gracias a los humildes”. Esa gracia que Dios te ofrece,
si eres humilde, es el poder para sanar, es el poder para lograr los cambios
que queremos hacer y que él desea que hagamos. Es Dios quien da su gracia, pero requiere una condición: El se la da al
humilde.
5. Es bueno compartirlo con otros. Para
muchos reconocer que necesitan sanar y cambiar, es difícil. Tienes que admitir:
“tengo un problema, tengo una necesidad, tengo una herida”. Para muchos es difícil y hasta humillante
decir: “No tengo el control”.
Sin embargo,
hermano, te doy una buena noticia: si se lo dices a otro te aseguro que no se
sorprenderán, porque lo saben. Dios lo sabe, tú lo sabes, sólo necesitas
admitirlo. Significa ser honesto y afrontar esa herida, ese dolor, esa
necesidad de cambio que has arrastrado por poco o por mucho tiempo. Y dejarte acompañar.
6. Necesitas una relación
íntima con tu Padre. Lo digo de último, pero es la más importante para
evitar la idolatría, sanar y caminar como hombres libres.
Sin esta relación íntima con el
Padre en Jesús no podemos dar frutos de vida eterna, de vida en abundancia, de
sanidad, de libertad (Juan 15:1). NADA
podemos hacer separados de El. La idolatría es agarrarse de vides falsas que no
tienen sabia, que nos secan el corazón y el alma y nos llevan a la perdición…que
nos enferman, y nos esclavizan, quitándonos la gloriosa libertad de los hijos
de Dios. Tu vida de relación con El es lo único que puede mantenerte como
hombre sano y libre…
Voy a concluir con unos de mis pasajes favoritos del AT, en una lectura
libre de Miqueas 6:6-8:
“Altísimo Dios y rey nuestro,
Cómo podemos presentarnos ante
ti?
Podemos ofrecerte terneros de
un año,
Pero no es eso lo que quieres;
Podemos ofrecerte mil carneros,
O diez mil litros de aceite,
Pero tampoco eso te agrada.
Ni siquiera esperas como
ofrenda
Al mayor de nuestros hijos
En pago por nuestros pecados!
Ya Dios les ha dicho qué es lo
mejor que pueden hacer y lo que espera de ustedes. Es muy sencillo:
Que practiquen la justicia,
Que amen con ternura
Y que caminen humildemente
junto a El!
Que Dios nos haga libre y destroce nuestro afán de control, que El tome
el control de tu vida y destroce todos los ídolos o amagos de ídolos que puedas
tener, que EL SEA TODO PARA TI.
Practica la justicia
Ama con ternura
Camina HUMILDEMENTE junto a El.
Dios les bendiga.
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