domingo, 9 de febrero de 2014

Desde la fe / Llamados a ser sanos y libres


Idolatría, sanidad y libertad

¿Esclavo yo? ¿Enfermo yo? ¿Quién dijo?
“No, yo no soy esclavo de nadie!”… Pero… de verdad eres una persona libre? De verdad gozas de la gloriosa libertad de los hijos de Dios? De verdad eres tan libre que el control de tu vida está en manos de Dios? De verdad eres una persona sana? Nos vamos a contestar estas preguntas pero…

Primero, te hablaré de la idolatría.
A veces pensamos que son idólatras aquellos que adoran imágenes de santos y vírgenes o que siguen dioses falsos. Y es cierto, ahí hay idolatría. Pero no sólo ahí.

El Diccionario Hispano-Americano de la Misión nos dice que Idolatría viene del griego idolon, dios falso, y latreia, adoración. Es decir: la adoración a un dios falso o sustituto del Dios verdadero.

De modo general: un objeto físico o un artefacto, la veneración a cualquier creación humana en lugar del UNICO CREADOR VERDADERO. Existe idolatría cuando se elevan a un primer lugar valores que son secundarios, cuando de algo que es relativo se hace un absoluto.

Quiero decirte algo: los cristianos parece que le hemos ganado batallas a determinadas formas de idolatría (de imágenes, por ejemplo), pero no le hemos ganado la guerra. Ella toma formas que a veces ignoramos e incluso a veces hacen tienda en el corazón de los cristianos.

En Romanos 1:21-25 se nos expresa el “cambalache” que es la idolatría. Nos dice Pablo:

21 A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón. 22 Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios 23 y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles.
Y sigue diciendo:
25 Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre. Amén.

Y los artesanos de Éfeso se quejaron contra Pablo: “El sostiene que no son dioses los que se hacen con las manos” (Hechos 19:23).

Una pregunta:
¿Es esto una cuestión del pasado, de la primera Iglesia?
NO!

Segundo, los nuevos ídolos.
La idolatría no es cosa pasada, propia de los hombres de tiempos oscuros o propia de otras iglesias… Es un tema de hoy, como lo era del tiempo de los profetas y del tiempo de Jesús.

Fabricamos ídolos, hechuras de nuestras manos, de nuestra cultura, de nuestra manera de afrontar la vida. Creaciones propias del pecado, de la soberbia del hombre que no ha encontrado todavía su centro y su norte o los ha perdido.
Es el fruto de una mentalidad errada.

Nos encanta creer que lo tenemos todo bajo control y entonces colocamos cosas que son hechuras de nuestras manos en primer lugar, porque creemos que la podemos controlar. Y generalmente esas cosas, esos ídolos, terminan controlándonos a nosotros.

Son nuevos ídolos el dinero, el poder, el placer, la fama… Pero también hacemos ídolos de nuestro trabajo, de nuestra posición social, de una manera de hacer las cosas e incluso hay quienes hacen un ídolo de una relación con otra persona (mariditis aguda, por ejemplo), colocando cualquiera de estas cosas por encima de la relación y la obediencia al único Dios verdadero.

LA CONSECUENCIA ES SIMPLE: ENFERMAMOS Y DEJAMOS DE SER LIBRES.

Los ídolos esclavizan:
Si el dinero es tu valor número uno, estas enfermo y no eres libre, eres su esclavo.
Si el trabajo es tu valor número uno, estas enfermo y no eres libre, eres su esclavo.
Si la posición social o el poder constituyen lo más importante para ti en la vida, estas enfermo y no eres libre, eres su esclavo.
Si la relación con tu hijo, con tu esposa o esposo, con tu jefe o novia, es más importante que tu relación con Dios y que obedecer a Dios, estas enfermo y eres esclavo de esas relaciones.

Repito… no es que estas cosas sean malas en si. Es malo y es equivocado el colocarla como NÚMERO UNO de nuestro corazón, instaurando una vida desgraciada, destructiva.

A veces sin darnos cuentas hay cristianos que pretenden que es posible adorar a Dios y a algunos de estos ídolos al mismo tiempo. Según la Biblia esto no es posible.

Por eso, si eres cristiano, analiza tu vida para identificar aquellas cosas que pretenden a veces competir con el lugar de Dios en tu corazón, las cosas que te impiden vivir en libertad como un hijo o una hija de Dios.  Y si no lo eres, puedes abandonar el camino de esclavitud y enfermedad que lleva, para abrazar el camino de la adoración al único Dios que nos hace libre y nos sana.

Tercero, llamados a ser sanos y libres
ESPERO QUE TE HAYA QUEDADO CLARO: la raíz de toda idolatría es nuestro afán por controlarlo todo. Dios es el único que realmente puede estar en control de todo.

Por lo tanto, si quieres alejarte de toda idolatría, si quieres sanar y ser una persona libre, TIENES QUE RENUNCIAR  A TU AFÁN DE CONTROL. Sanarás la raíz de este mal. Tienes que poner TODO en manos de Dios.

Sé de las personas que avanzan hacia el cambio. Cristiano o no, NO TE RESIGNES ANTE TU SITUACIÓN. Tu mundo puede estar bien ordenado si está ordenado según los propósitos de Dios, tu creador, y no de los ídolos o cosas que buscas controlar.

(Anécdota ya contada por el Pastor Rafael Montalvo: el niño y el mapa: “Cuando terminé de armar a esa persona, el mundo quedó arreglado”).

Es así, el mundo se ve mejor cuando nuestra persona está arreglada.

Arreglar nuestras personas significa sanar las heridas de nuestras vidas, superar los hábitos que destruyen nuestras vidas y los complejos que han causado dolor y así poder caminar sin pesadas cargas, sin mochilas, como hombres y mujeres libres.

De qué necesito sanar
Heridas, hábitos, complejos.
Del exceso de trabajo
Temores
Ansiedad
Amarguras
Divorcios
Inseguridad
Relaciones destrozadas
Juego
Glotonería
Heridas
Culpas
Abusos
Perfeccionismo
Retrasos
Mala Administración
Alcohol
Drogas
Mentir
Ira/Furia
Adicciones sexuales
Necesidad de controlar…

Isaías 57:18-19 nos dice lo que el Señor está dispuesto a hacer:

“He visto cómo han actuado, pero los sanaré. Los guiaré y les ayudaré y consolaré a los que lloran. Ofrezco paz a todos, a los que están cerca y a los que están lejos”.

¿Estás herido? El te dice: Quiero sanarte.
¿Estás confundido? El te dice: Quiero guiarte.
¿Te cuesta cambiar? El te dice: Quiero ayudarte.
¿Sientes que nadie te entiende?  El te dice: Quiero consolarte.
¿Te sientes ansioso, preocupado, temeroso? Quiero ofrecerte paz.


Cuarto, qué necesito para sanar y ser libre
Si quieres sanar, tienes que reconocer que  la causa de tus heridas, tus angustias, tus confusiones, tus resistencias al cambio, tus temores, tu hacerte ídolos…. Se encuentra en que muchas veces pretendes ser como Dios o busca sustituirlo por cosas que son hechura nuestra.

Querer controlar es jugar a ser Dios y mientras más profundo estas, más enfermo estas y menos libre eres. Es el mismo problema desde el principio… Fue la promesa que el maligno ofreció a Adán: serán como dioses… es decir: podrán controlar. Es un gusano que entró en nuestro corazón junto con la desobediencia de Adán y que debemos desterrar.

Cuándo jugamos a ser como Dios?
Jugamos a ser como Dios cuando:

1. Tratamos de controlar nuestra imagen. Controlar lo que otros piensan de mí. Evitar que conozcan realmente cómo soy. Uso máscaras. Que la gente vea ciertos aspectos míos y escondo otros. Niego mis debilidades:
                -“No estoy molesto”;
                -“No estoy disgustado”;
                -“No estoy preocupado”;
                -“No estoy asustado…”.

2. Tratamos de controlar a otras personas. Los padres, a los hijos. Los hijos, a los padres. Las esposas, a los esposos. Los esposos a las esposas. Unos países a otros. Múltiples estrategias para manipularnos unos a otros: la culpa, el temor, la alabanza, el enojo, la ira… tratamos de controlar a las personas.

3. Tratamos de controlar nuestros problemas. Usamos frases como: “Lo puedo manejar, realmente no es un problema”. Queremos mostrar que no necesitamos ayuda y consejo.  Y mientras más tratamos de arreglar nuestros problemas por nosotros mismos, peor es.

4. Tratamos de controlar nuestro dolor. Lo evitamos, lo negamos, lo reducimos, lo posponemos, tratamos de escapar de él. De muchas maneras, a veces comiendo y otras veces dejando de comer; bebiendo, fumando, consumiendo drogas, involucrándonos en una relación ilícita, volviéndonos trabajólicos.
RENUNCIA A ESE AFÁN DE QUERER SER COMO dios. ENTREGALE EL CONTROL DE TODA TU VIDA A JEHOVA. El te dice:  “Ey! Hola! YO soy Dios y soy único”.

Ese afán de control en tu vida tiene consecuencias.

1. Temor. Cuando trato de controlar todo, el temor me invade. Adán: “Tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí”.  Nos da miedo que alguien descubra que realmente no tenemos el control, que estamos asustados. Cuidamos nuestra imagen porque pensamos que a los demás “sólo les gusta una imagen de mí. Si supieran realmente cómo soy, no les gustaría”.

2. Frustración. Me frustro porque los problemas vienen uno detrás de otro, no terminan a pesar de que yo allanto de que estoy en control.

3. Fatiga. Jugar a ser Dios cansa. Pretender que todo está bien, negar algo, consume mucha de nuestra energía. David dice: “Mi fuerza se fue debilitando como el calor del verano…. Pero te confesé mi pecado y no te oculté mi maldad” (Salm 32). David renunció a jugar ser Dios y pudo encontrar descanso.

4. Fracaso. Prov 28:13 (DHH) nos dice dónde terminaremos cuando jugamos a ser Dios: “Nunca tendrás éxito en la vida si tratas de esconder tus pecados. Confiésalos y renuncia a ellos. Entonces Dios mostrará su misericordia sobre ti”. Necesitamos ser honestos y aceptar nuestras debilidades, faltas y fracasos.

Nosotros acudimos SIEMPRE a Dios para que nos dé sanidad y libertad. Qué puedo hacer para sanar y ser libre?

El camino de la sanidad y la liberación significa que yo:

1. Reconozco que soy incapaz de cambiar mi pasado. Duele, todavía lo recuerdo, pero todo el resentimiento del mundo no va a cambiar esa realidad. Soy incapaz de cambiar mi pasado.

2. Reconozco que soy incapaz de controlar a otras personas. Trato, me gusta manipularlos, utilizo toda clase de trucos, pero no funciona. Soy responsable de mis acciones, no de las de otros. No puedo controlar a otras personas.

3. Reconozco que muchas veces soy incapaz de hacer frente a mis hábitos, comportamientos y acciones dañinas. Las buenas intenciones no son suficientes. Lo he intentado muchas veces y he fracasado. La fuerza de voluntad no es suficiente. Necesitamos algo más que fuerza de voluntad. Necesitamos a Dios, porque él nos hizo para necesitarle.

4. Necesitamos humildad en nuestro corazón. Santiago 4:6 (NVI): “Dios resiste a los orgullosos, pero da gracias a los humildes”. Esa gracia que Dios te ofrece, si eres humilde, es el poder para sanar, es el poder para lograr los cambios que queremos hacer y que él desea que hagamos. Es Dios quien da su gracia, pero requiere una condición: El se la da al humilde.

5. Es bueno compartirlo con otros. Para muchos reconocer que necesitan sanar y cambiar, es difícil. Tienes que admitir: “tengo un problema, tengo una necesidad, tengo una herida”.  Para muchos es difícil y hasta humillante decir: “No tengo el control”.
               
Sin embargo, hermano, te doy una buena noticia: si se lo dices a otro te aseguro que no se sorprenderán, porque lo saben. Dios lo sabe, tú lo sabes, sólo necesitas admitirlo. Significa ser honesto y afrontar esa herida, ese dolor, esa necesidad de cambio que has arrastrado por poco o por mucho tiempo.  Y dejarte acompañar.

6. Necesitas una relación íntima con tu Padre. Lo digo de último, pero es la más importante para evitar la idolatría, sanar y caminar como hombres libres.
Sin esta relación íntima con el Padre en Jesús no podemos dar frutos de vida eterna, de vida en abundancia, de sanidad, de libertad (Juan 15:1).  NADA podemos hacer separados de El. La idolatría es agarrarse de vides falsas que no tienen sabia, que nos secan el corazón y el alma y nos llevan a la perdición…que nos enferman, y nos esclavizan, quitándonos la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Tu vida de relación con El es lo único que puede mantenerte como hombre  sano y libre…

Voy a concluir con unos de mis pasajes favoritos del AT, en una lectura libre de Miqueas 6:6-8:

 “Altísimo Dios y rey nuestro,
Cómo podemos presentarnos ante ti?
Podemos ofrecerte terneros de un año,
Pero no es eso lo que quieres;
Podemos ofrecerte mil carneros,
O diez mil litros de aceite,
Pero tampoco eso te agrada.
Ni siquiera esperas como ofrenda
Al mayor de nuestros hijos
En pago por nuestros pecados!
Ya Dios les ha dicho qué es lo mejor que pueden hacer y lo que espera de ustedes. Es muy sencillo:
Que practiquen la justicia,
Que amen con ternura
Y que caminen humildemente junto a El!

Que Dios nos haga libre y destroce nuestro afán de control, que El tome el control de tu vida y destroce todos los ídolos o amagos de ídolos que puedas tener, que EL SEA TODO PARA TI.
Practica la justicia
Ama con ternura
Camina HUMILDEMENTE  junto a El.

Dios les bendiga.


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