lunes, 25 de febrero de 2013

Desde la fe / No hay dolor como este dolor

Cristian sembró

Rubén Darío -ese que nos identificó con el mar azul- plasmó esos versos que aprendí en mi adolescencia: "Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver / cuando quiero llorar no lloro / y a veces lloro sin querer". Son los primeros versos que me vienen a la memoria ante la muerte de Cristian Max, un joven de 20 años, sobrino de mi esposa Ysabel, que falleció en un accidente esta madrugada (otros dos sobrinos sobrevivieron y por ello damos gracias a Dios).
A Cristian lo conocí un niño, cuando tenía siete u ocho años. Y lo traté un adolescente de esos que maduran antes de tiempo, que asumen el trabajo, que confrontan dificultades y que -a diferencia de algunos que no salieron del pozo- logró superarlas, continuar sus estudios, avanzar... sin dejar jamás de lado la alegría de vivir.
Fue varias veces a nuestra Iglesia. Y cuando lo recuerdo sólo puedo recordarle como en la foto que acompaña estas letras: alegre, pero también respetuoso, tierno, atento, detallista. Cristian sembró y podemos dar gracias a Dios por el regalo de haberle tenido estos años. Cada uno puede recordar cosas que sembró. Mi hijo Luis Reynaldo lo llora con toda el alma, los momentos con Cristian no volverán, pero Luis y yo sabemos que tenemos otra patria y por la misericordia de Dios podremos volvernos a ver.
Hoy también pienso en su familia, especialmente en su madre. "Una espada te atravesará el alma". Y sólo puedo decir que aunque escribo estas líneas, ante su dolor no hay palabras. No hay dolor como este dolor de ver partir un hijo.
El Señor es el único que puede poner un bálsamo sobre esa herida honda, sobre ese dolor y el desconsuelo. Hay una esperanza y a ella nos aferramos en este tránsito por la tierra.
La familia Acosta y los que hemos sido acogidos en ella estamos llamados a redoblar nuestra confianza en ti, Señor.
En ti ponemos nuestra esperanza!


Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová,
que hizo los cielos y la tierra

No dará tu pie al resbaladero,
ni se dormirá el que te guarda.
He aquí, no se adormecerá
ni dormirá el que guarda a Israel

Jehová es tu Guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano
derecha. El sol no te fatigará
de día, ni la luna de noche.

Jehová te guardará de todo mal;
El guardará tu alma. Jehová
guardará tu salida y tu entrada
desde ahora y para siempre.
Amen
Salmo 121


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