martes, 5 de febrero de 2013

De Iglesia / Pacto matrimonial


El matrimonio es para la gloria de Dios
Lo más importante que vemos en la Biblia sobre el matrimonio es que existe para la gloria de Dios. Fundamentalmente, el matrimonio es obra de Dios. Esencialmente, el matrimonio es la representación de Dios. Está diseñado por Dios para mostrar su gloria de una manera en que ningún otro acontecimiento o institución puede hacerlo.
Para ver esto más claramente debemos relacionar Génesis 2:24 con su uso en Efesios 5:31-32. En Génesis 2:24, Dios dice: “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.” ¿Qué clase de relación es esta? 
¿Cómo se mantienen unidas estas dos personas? ¿Pueden abandonar la relación? ¿Pueden ir de cónyuge en cónyuge? ¿Se basa esta relación en el romance? ¿En el deseo sexual? ¿En la necesidad de compañía? ¿En la conveniencia cultural? ¿Qué es esto? ¿Qué lo mantiene unido?
El misterio del matrimonio revelado en Génesis 2:24, las palabras “se une a su mujer” y las palabras “se funden en un solo ser” apuntan a algo mucho más profundo y más permanente que a los matrimonios en serie y al adulterio ocasional. Estas palabras apuntan al matrimonio como un pacto sagrado, arraigado en compromisos de pacto que soportan toda tormenta “hasta que la muerte nos separe.” No obstante, aquí, eso sólo está implícito. Se vuelve explícito cuando el misterio del matrimonio se revela de una manera más completa en Efesios 5:31-32.
Pablo cita Génesis 2:24 en el versículo 31: “El hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo.” Luego da esta interpretación crucial en el versículo 32: “Eso es un gran misterio, pero ilustra la manera en que Cristo y la Iglesia son uno.” En otras palabras, el matrimonio sigue el modelo del compromiso del pacto de Cristo con su Iglesia.
Lo más importante que podemos decir sobre el matrimonio es que existe para la gloria de Dios. Es decir, existe para mostrar a Dios. Ahora sabemos cómo: el matrimonio toma como modelo la relación del pacto de Cristo con su pueblo redimido, la Iglesia. Por lo tanto, el significado más elevado y el propósito más importante del matrimonio es exhibir la relación del pacto de Cristo con su Iglesia. Esa es la razón por la que existe el matrimonio. 
Si usted está casado, esa es la razón. Si espera casarse, ese debería ser su sueño: Cristo nunca dejará a su esposa. Permanecer casado no se trata principalmente de permanecer enamorados. Se trata de guardar el pacto. “Hasta que la muerte nos separe” o “Mientras vivamos los dos” es una promesa sagrada de pacto, de la misma clase que Jesús le hizo a su novia cuando murió por ella. Por consiguiente, lo que hace que el divorcio y el nuevo matrimonio sean tan horrorosos a los ojos de Dios no es simplemente el rompimiento del pacto con el cónyuge, sino que también implica distorsionar a Cristo y a su pacto.
Cristo nunca dejará a su esposa. Nunca. A veces puede existir un tiempo de doloroso distanciamiento y de trágica reincidencia de nuestra parte, pero Cristo guarda su pacto para siempre. ¡El matrimonio muestra eso! Eso es lo más importante que podemos decir al respecto. El matrimonio exhibe la gloria del amor, fiel al pacto, de Cristo.
La consecuencia más importante de esta conclusión es que mantener el pacto con nuestro cónyuge es tan importante como decir la verdad acerca del pacto de Dios con nosotros en Jesucristo. 
El matrimonio no se trata principalmente de estar o permanecer enamorado. Se trata principalmente de decir la verdad con nuestras vidas. Se trata de reflejar algo verdadero acerca de Jesucristo y de la manera en que él se relaciona con su pueblo. Se trata de mostrar en la vida real la gloria del Evangelio.
Jesús murió por los pecadores. Él forjó un pacto en el fervor candente de su sufrimiento en nuestro lugar. Hizo propia a una novia imperfecta con el precio de su sangre y la cubrió con las prendas de su propia justicia. Él dijo: “Estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos. . . . Nunca te fallaré. Jamás te abandonaré” (Mt. 28:20; Heb. 13:5). Con el matrimonio, Dios quiso exhibir al mundo esa realidad del evangelio. Por esa razón estamos casados. 
Por esa razón todos los matrimonios deben permanecer casados, incluso aquellos que no conocen ni adoptan este evangelio.

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