sábado, 1 de marzo de 2014

Vida cristiana / Ante la depresión


Antídoto para la depresión


La vida trae sus momentos de estrechez, angustia y pérdida cuando, en ocasiones, todo aparenta ir bien. La crisis económica que ha tocado a muchas familias en los EE.UU., hasta en el exterior, ha llevado a muchos a caer en el pozo del pánico y la desesperación. Nuestra naturaleza humana se inclina a seguir la corriente de lo que vemos y escuchamos. Pero debemos recordar que el creyente tiene en dónde ampararse: la Palabra de Dios.
En la Biblia, encontramos hombres y mujeres de fe que estuvieron en situaciones difíciles, pero confiaron en que Dios los libraría. Uno de esos fue David, y en los salmos encontramos cómo él confió en Dios y fue librado de sus aflicciones. Cuando sentimos que nos hundimos en el pozo de la depresión, debemos actuar como hizo David en el Salmo 143, es decir, clamar a Dios sabiendo que Él escucha y recordar lo que Dios ha hecho en el pasado. Podemos meditar en todo lo que el Señor ha hecho a nuestro favor y en las cosas poderosas que Él ha hecho por nosotros. Y yo sé que son muchas las ocasiones en las cuales Dios nos ha librado de situaciones difíciles y retadoras, aun hasta de la muerte.
El confiar en Dios es un acto de fe, y Él ha prometido que siempre responderá a la fe. Esta no tiene que ser grande, sino pequeñita como el grano de mostaza. No importa cuánto dure la situación, debemos confiar y esperar firmes en Dios. La firmeza es una actitud del corazón, que no importa lo que suceda, sabemos que en Dios estamos seguros, protegidos, y Él nos librará.
Cuando la depresión toque a nuestra puerta, debemos sobreponernos a ella así como David lo hace en el Salmo 143:
1.Identificar la naturaleza y la causa del problema (v 3). ¿Qué es lo que le está atacando, pensamientos negativos, enfermedad, malas noticias, ansiedad, etc.? El primer ataque del enemigo es a su mente. Mientras más tiempo acaricie los pensamientos que le roban la paz y el gozo, más difícil se volverá resistirlo. Por eso, deseche cualquier pensamiento de desventura y pesimismo.
2.Recordar los buenos tiempos (v 5). Medite y reflexione en las victorias pasadas, en las maravillas que Dios ha hecho, en las promesas que Él ha cumplido en su vida. Su Palabra establece que “el que es la Gloria de Israel no miente ni cambia de parecer, pues no es hombre para que se arrepienta” (1 S 15:29). Él es fiel a sus promesas.
3.Alabar al Señor en medio del problema (v 6). ¡Cuán importante es la alabanza! Y David lo reconoce: él levanta sus manos en adoración. Declara que necesita a Dios. Mucha gente busca lo que necesita en lugares equivocados, y esto acrecienta más el problema, porque—a la larga—vamos a salir decepcionados, y esto nos conducirá a una mayor frustración. No hay nada en este mundo que pueda satisfacer la necesidad de nuestra alma, sólo Dios.
4.Pedir ayuda a Dios (v 7). Él es nuestra ayuda y oportuno socorro. El Señor dice: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jer 33:3).
5.Mantener la mente en Dios y no en el problema (v 9). Mientras más declara la grandeza de Dios, su libertador, y que Él lo libra de todos sus problemas, más pequeño se hace su problema. Exalte a Dios y siga confiando en Él.
6.Buscar la sabiduría y la dirección de Dios (v 10). Estar en la voluntad de Dios es el lugar más seguro donde podemos estar. Él conoce todo de nosotros, porque Él nos creó y nos diseñó con un propósito. Por lo tanto, la voluntad de Dios se cumplirá en nuestra vida, no importa lo que suceda a nuestro alrededor.
El aplicar los principios de Dios en nuestra vida trae libertad, paz y gozo. Por eso, le animo a que medite en la Palabra de Dios. Rehúse vivir en desesperación y depresión, y permítale a Dios moverse a su favor. Declare ya su victoria, porque en Él somos más que vencedores por medio de su hijo Jesucristo. Ya Él nos la dio.

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