domingo, 15 de julio de 2007

Reflexión / Perdóname Señor, cuando me quejo...


Un Señor bueno y misericordioso...

Hoy, viajando en un autobús vi una hermosa muchacha con cabellos de oro, y expresión de alegría; Apetecí su hermosura. Al bajarse, la vi cojear. Tenía solo una pierna, y apoyada en su muleta, sonreía. Perdóname Señor, cuando me quejo. Tengo dos piernas.

Fui después a comprar unos dulces. Me atendió una muchacha encantadora. Hablé con ella; parecía tan contenta que aunque se me hubiera hecho tarde no me hubiera importado, ya que al salir, oí que decía: “Gracias por charlar conmigo.... es usted tan amable, es un placer hablar con gente como usted.... ya ve, soy ciega”. Perdóname Señor, cuando me quejo y puedo ver.

Más tarde, caminando por la calle vi a un pequeño de ojos azules, que miraba jugar a otros niños, sin saber qué hacer. Me acerqué y le pregunté: ¿ Por qué no juegas con ellos? Siguió mirando hacia delante sin decir una palabra: entonces comprendí que no escuchaba. Perdóname Señor, cuando me quejo. Yo puedo escuchar.

Tengo piernas para ir a dónde quiero... Ojos, para ver los colores del atardecer... Oídos para escuchar las cosas que me dicen. Perdóname Señor, cuando me quejo. Lo tengo todo.

“Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan” (Salmo 87,5).

No le digas a Dios cuán grande es tu problema, dile a tu problema cuán grande es tu Dios!!!

Jehová te guardará de todo mal;

El guardará tu alma.

Jehová guardará tu salida

y tu entrada, desde

ahora y para siempre.

(Salmo 121,7-8).

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