viernes, 9 de julio de 2021

María: una testigo privilegiada

María, mujer de silencio y obediencia

                                                                                                                                                      Por: Ana Ysabel Acosta


En la comunidad cristiana está claro algo: que María es la madre de Jesús de Nazaret, y que Jesús es el Hijo de Dios que se hizo hombre a través de María. El evangelio de Lucas 1:26-38 (NVI): nos relata el nacimiento de Jesús:

 

26 A los seis meses, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, pueblo de Galilea, 27 a visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, descendiente de David. La virgen se llamaba María. 28 El ángel se acercó a ella y le dijo:

—¡Te saludo,[d] tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo.

29 Ante estas palabras, María se perturbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo.

30 No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—. 31 Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, 33 y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin.

34 —¿Cómo podrá suceder esto —le preguntó María al ángel—, puesto que soy virgen?[e]

35 —El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios. 36 También tu parienta Elisabet va a tener un hijo en su vejez; de hecho, la que decían que era estéril ya está en el sexto mes de embarazo. 37 Porque para Dios no hay nada imposible.

38 Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho.

Con esto, el ángel la dejó.

María es una testigo privilegiada no sólo de la vida de Jesús, sino del sentido de esa vida para el pueblo de Israel. Una mujer de la que nos habla el evangelista Lucas diciendo: "María por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón" (2, 19), y vuelve a repetir: "Su Madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón" (2, 51).

 

Pero… qué más podemos decir de María?

 

1.                  Una mujer pobre, mujer de pueblo

Dios fue enteramente libre para escoger a la madre de su Hijo. ¿A qué mujer escoge Dios, de entre tantas mujeres, para Madre de su Hijo hecho hombre?

 

Elige a una mujer judía. María pertenece al pueblo judío, un pueblo pequeño y pobre (Lc. 2,1-7).

Elige a una mujer de una región, Galilea, despreciada por los de la capital (Jn. 7,52), de un pueblito pequeño, más bien un caserío, del que se dice "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" (Jn. 3,46). Es una mujer campesina, no  una princesa ni una persona importante. María ni siquiera es la prometida de un sacerdote judío (y había 7,200 sacerdotes judíos en aquella nación tan pequeña), ni de un doctor (escriba), ni siquiera de un piadoso fariseo.  Es la prometida de un hombre sencillo llamado José, sobre el cual Milton nos habló.

 

Una Señal de su pobreza: da a luz a su hijo en un establo (Lc. 2,7-19). Al presentar la ofrenda en el templo, presenta la ofrenda de los pobres. Jesús, incluso, es despreciado por ser hijo de una mujer de pueblo. Dicen de él de una manera despectiva: es “el hijo de María" (Mc. 6,1-6).

 

2.                 Una mujer oprimida.

No olvidemos que María era judía.

Los judíos eran sometidos económica y militarmente por los romanos. Esta era una sociedad extremadamente machista, que veía a la mujer como inferior en todo al varón.

Las hijas no tenían los mismos derechos que sus hermanos varones, pero sí los mismos deberes.

El poder de un padre sobre una hija era absoluto y la podía casar con quien él quisiera,  entonces la mujer pasaba a estar bajo el poder del esposo como objeto para su placer y como instrumento de fecundidad para la familia.

En lo religioso, la mujer estaba equiparada a los esclavos (paganos) y niños (menores).

En la sinagoga, era impensable que una mujer leyese las Escrituras.

Un judío varón daba gracias a Dios diariamente “porque no me hiciste mujer”.

 

3.                 Una mujer creyente, una mujer de fe,

¿Entendió María de qué se trataba cuando el angel del Señor le habló e interpeló diciéndole:

“Mira, vas a concebir, darás a luz un hijo y le pondrás de nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su antepasado; reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin" (Lc. 1,31-33). LAS ESCRITURAS REFLEJAN QUE ELLA SÍ ENTENDIÓ.

 

Lo que Dios le propone depende de su libre consentimiento. Dios no la obliga. Y es para inmediato, sin excusas, sin dilaciones. O lo tomas, o lo dejas.

 

Dios le está diciendo que va a tener un hijo. Ella no sabe cómo, pues es solo la prometida de José y no ha tenido relación sexual. Sin embargo, María ha escuchado a Dios en su corazón. Se ha fiado de El. Libremente ha dicho "SI" a Dios con toda su vida: "Cúmplase en mí lo que has dicho" (Lc. 1,38).

 

Fe que es al mismo tiempo confianza: creer, fiarse del otro; que es amor: entrega total de la vida, desinteresada, generosa; que es también cumplimiento fiel de la voluntad de Dios.

 

Si algo distingue la fe de María es la de ser una fe puesta continuamente a prueba por la realidad de la vida.

 

4.                María, mujer obediente y solidaria

María de Nazaret se enteró por el ángel (Lc. 1,26-38) de dos cosas: 1ª que Dios estaba con ella y le pedía que fuese la madre de su Hijo; 2ª que "su pariente Isabel, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y la que decían que era estéril está ya de seis meses: para Dios no hay nada imposible" (Lc. 1,36-37)

 

¿Cuál es la respuesta María?

 

En primer lugar, a la propuesta de Dios, ella da su consentimiento cuando dice: "Aquí está la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho" (Lucas 1,38).

En segundo lugar, a la noticia del embarazo de su pariente, ponerse en camino inmediatamente para ir a ayudarla.

No permanece pasiva, encerrada en su mundo de jovencita embarazada que necesita atención, cuidados, mimos.

María sale de su mundo, de sí misma y viaja " a toda prisa a la montaña, a la provincia de Judea" (Lc. 1,39), lejos, a más de 120 km de Nazaret para ayudar a Isabel. Su pariente es ya entrada en años, estéril hasta ahora, primeriza y en el sexto mes de embarazo (Lc. 1,36-40.56)

 

Mujer solidaria que se mantiene al tanto de todo el ministerio de su hijo hasta estar al pie de la cruz cuando muere. Este es un maravilloso modelo de solidaridad que como mujeres estamos llamadas a imitar entre nosotras.

 

5.                 Una mujer valiente que lo arriesga todo por el Señor

María, antes de anunciarle que sería madre, era una mujer viviendo en una cultura difícil y conociendo las consecuencias, libremente se arriesgó y asumió sus responsabilidades, mostrando así un corazón que se esfuerza y es valiente.

 

Ante Dios: dio su SI al Señor consciente de lo que se le pedía (Lc. 1, 34-38)

Ante la sociedad: Se arriesgó a ser criticada (Mt. 1,18), acusada de adúltera e incluso lapidada.

Ante la historia: respondió a Dios con su yo humano, femenino, en la misión más importante encomendada por Dios a una persona (Lc. 1,31-33. 38; Jn.19,25).

 

Me impresiona profundamente como mujer, como madre, como esposa el cantico de Maria, el Magníficat, cuando declara:

 

" Entonces María dijo:

    Engrandece mi alma al Señor;

47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.

48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva;

Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.

49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso;

Santo es su nombre,

50 Y su misericordia es de generación en generación

A los que le temen.

51 Hizo proezas con su brazo;

Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.

52 Quitó de los tronos a los poderosos,

Y exaltó a los humildes.

53 A los hambrientos colmó de bienes,

Y a los ricos envió vacíos.

54 Socorrió a Israel su siervo,

Acordándose de la misericordia

55 De la cual habló a nuestros padres,

Para con Abraham y su descendencia para siempre (Lc. 1,46-55)

 

 

#GRATAVIDA

 

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