sábado, 29 de marzo de 2014

Un NO a una excusa lamentable



Es un llamado fuerte a aquellos que suelen responder con un “no sé, no puedo” cuando se les pide algún trabajo para la Congregación en que Dios les ha puesto.

No sé, no puedo
Juan Antonio Monroy

Siempre he tenido en cuenta en mi trabajo la respuesta que Jesús dio a los fariseos que criticaban a una viuda por su pobre ofrenda. “Esta hizo lo que pudo”, fueron sus palabras.

Una mayoría de miembros en nuestras iglesias, más de lo que sería deseable, suelen responder con la frase “No sé, no puedo”, cuando se les pide algún trabajo para la congregación.

El “no sé, no puedo” es una salida cómoda, pero perjudicial. La persona que así piensa inutiliza sus energías, desvalora sus capacidades y pierde oportunidades para servir al Señor.

En mi trabajo diario siempre he tenido en cuenta la respuesta que Jesús dio a aquellos fariseos que criticaban a una mujer viuda por su pobre ofrenda. “Esta hizo lo que pudo”, fueron las palabras del Maestro. El día que estés frente a frente ante Dios en el Tribunal de Cristo el Señor no te va a preguntar por aquello que no pudiste hacer. Te pedirá cuentas de lo que pudiste hacer y no lo hiciste.

El “no sé, no puedo” son excusas lamentables en labios de una persona que profesa la fe de Cristo, que tiene conciencia de salvación y del precio que Jesús pagó por ella. Imagina que en el huerto de Getsemaní, cuando Cristo vislumbró el drama de la cruz, los azotes, los insultos y la muerte que le esperaba hubiera dicho “yo no puedo” ¿Qué sería de ti ahora? ¿Quién habría podido salvar tu alma? ¿Cuál sería tu perspectiva de eternidad?

¿Sabes por qué dimitimos de nuestras obligaciones como cristianos? Primero, porque no tomamos en serio lo que creemos. Ser cristiano no se limita a la asistencia al culto dominical. Es mucho más que eso. Es entregarnos con mente, corazón y vida a las tareas de la Iglesia donde Jesús nos ha puesto, porque al servir a Su Iglesia le estamos sirviendo a Él.

Una segunda razón para el “no sé, no puedo” es nuestra vagancia espiritual. He escrito bien. Somos vagos cuando se trata de trabajar para la Iglesia. Nos escudamos en nuestra ignorancia de los quehaceres que se nos piden: “No sé hacer eso. Y puesto que no sé, no puedo hacerlo”.

El “no sé” denota falsa humildad. ¡Claro que sabemos! ¡Pero no queremos! La falsa humildad conduce a la negligencia, a la pereza orgánica e intelectual, al desaprovechamiento de nuestras energías y de nuestras capacidades.

La próxima vez que se te pida hacer algo para el Señor, quien tanto hizo por ti, antes de decir “no sé, no puedo”, lee Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Tomado de Protestante Digital 2014

lunes, 24 de marzo de 2014

Crecer / Instrucciones desde Tesalónica


1 y 2 Tesalonicenses:
Instrucciones para nuevos creyentes

He aquí algunas instrucciones claves para nuevos creyentes –y para no tan nuevos- que Pablo nos ofrece en 1 y 2 Tesalonicenses. Que también nos sirvan para instruirnos e instruir a otros.

Tesalónica era una “ciudad de pecado” que servía a ídolos (1 Tes 1:9). El pecado de fornicación era un gran problema (1 Tes 4:3). Pero Dios se complace en alcanzar y salvar a los que están perdidos en el pecado y en 2 Tes 2:13-14 el Apóstol Pablo da gracias a Dios por la gran obra de salvación que ÉL efectuó en los corazones de los cristianos tesalonicenses.

Al pensar en estas dos cartas, recordemos que fueron escritas a nuevos cristianos. ¿Cuáles son algunas de las cosas que necesitan entender nuevos creyentes? ¿Cuáles son algunas de las cosas que todo cristiano debería entender? Consideremos 12 cosas que deben ser enseñadas a todo nuevo cristiano:

1.                  El nuevo creyente debe darse cuenta que la vida cristiana no es un camino de rosas. Cuando una persona se hace cristiana, eso no significa que ya no tendrá dificultades y problemas. ¿Tuvieron muchas aflicciones estos cristianos? En 1 Tes 1:6 dice que recibieron la Palabra en medio de gran tribulación. Contratiempos, presiones, tribulaciones, pruebas… Lee 1 Tes 3:3-4; 2 Tes 1:4, 6; 1 Tes 2:14; 2. Pablo les predijo una vida difícil: 1 Tes 3:4.
Jesús dijo a sus discípulos que tendrían “aflicción” mientras estuviesen en el mundo (Jn 16:33). Nos dice en este mismo texto que en Cristo hay paz. Es decir, En medio de la aflicción podemos tener PAZ, sabiendo que Cristo ya ha ganado la victoria.

2.                  El nuevo creyente debe aprender a regocijarse siempre. Los tesalonicenses no sólo tenían aflicciones (persecuciones y tribulaciones), sino que también tenían gozo del Espíritu Santo (1 Tes 1:6). Pablo les anima a estar siempre gozosos (1 Tes 5:16). Es el mismo mensaje que Pablo envió a los Filipenses: “Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez les digo: regocíjense” (Filip 4:4).

3.                  El nuevo creyente debe tener una actitud correcta hacia la Palabra de Dios. Cuando una persona es salva, recibe la Palabra de Dios en su corazón y la Palabra de Dios encuentra un hogar en su corazón. Pablo nos dice que los tesalonicenses la recibieron como Palabra de Dios y no como palabra de hombres y la creyeron de todo corazón. Una pregunta que debes hacerte: ¿Has aceptado tú la Biblia como el mensaje de Dios para ti?

4.                  El nuevo creyente debe estar consciente de Dios momento tras momento. En 1 Tesalonicenses 5:17 Pablo dio a los tesalonicenses este mandamiento importante: Orad sin cesar. Cuando una persona realmente ora de la manera correcta, está muy consciente de la presencia de Dios. A través del día, debemos recordar que Dios está allí con nosotros y que puede ayudarnos. Podemos dirigirnos a ÉL en todo tiempo y en todo lugar. Orar sin cesar no significa que debemos estar de rodillas las 24 horas del día, sino significa que cuando caminamos a través del día, estamos conscientes de que el Dios vivo va con nosotros. Estamos conscientes de Su persona y de Su presencia. Estamos aprendiendo a deleitarnos en ÉL.

5.                  El nuevo creyente debe ser agradecido en todo. Nosotros casi esperaríamos que los tesalonicenses estuvieran llenos de quejas por causa de todas las aflicciones y persecuciones por las que estaban pasando. Pero Pablo les dice que estén llenos de gratitud : “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tes 5:18). Todo nuevo cristiano puede decir, “Gracias”. Aun cuando los tiempos sean difíciles, podemos decir, “Gracias”. Aun cuando haya muchas cosas que no entendemos, podemos decir, “Gracias”. Dios está en control y Dios sabe lo que ÉL está haciendo y Dios hace bien todas las cosas. Cada día debe ser un Día de Acción de Gracias.

6.                  El nuevo creyente debe permitir que el Espíritu Santo obre en su vida. ¿Qué don precioso dio Dios a cada creyente en el momento en que fue salvo? El don del Espíritu Santo (1 Tes 4:8), que quiere trabajar en nuestras vidas, pero a veces nosotros no le permitimos realizar Su poderosa obra en nosotros. Pablo dijo a los tesalonicenses: “No apaguéis al Espíritu”. Tal como el fuego es apagado con el agua, así el Espíritu es apagado cuando el creyente dice “NO” a Dios. Siempre debemos decir “SI” al Señor: “SÍ SEÑOR, haré todo lo que TÚ quieres que haga. SÍ SEÑOR, iré donde quiera que TÚ quieres que yo vaya. SÍ SEÑOR, diré todo lo que TÚ quieres que yo diga”. También podemos apagar el Espíritu cuando decimos “SÍ” después que Dios ha dicho “NO”.

7.                  El nuevo creyente debe vivir una vida santa que agrade al Señor. Dios nos ha dado el Espíritu Santo para que podamos vivir una vida santa. Los cristianos de Tesalónica vivían en medio de una ciudad perversa, donde eran diariamente tentados a hacer lo malo y a caer en pecado. Pero el Dios que moraba en ellos podía ayudarles a tener victoria y a vivir de una manera diferente que aquellos que no conocen a Dios (1 Tes 4:5).

8.                  El nuevo creyente debe esperar la venida del Señor. Pablo ayudó a estos nuevos cristianos a quitar su mirada de sus propios problemas y volverlos hacia el Señor Jesucristo que regresaría por ellos. Es interesante que cada capítulo de 1 Tesalonicenses termina mencionando la venida del Señor (o como algunos lo llaman, “el rapto”). La sección más importante acerca de la venida del Señor se encuentra en 1 Tesalonicenses 4:13-18.

9.                   El nuevo creyente necesita ser enseñado acerca del diablo. ¿Pablo creía en un diablo real que efectivamente tienta a la gente (1 Tesalonicenses 3:5)? Sí. En 2 Tesalonicenses 2:1-12 aprendemos mucho acerca de Satanás y de lo que Satanás tratará de realizar en el futuro. Al leer estos versículos, ¿cuáles son algunas de las cosas que aprendes sobre Satanás y del hombre de Satanás (el hombre de pecado, el anticristo) y del poder de Satanás? ¿Qué sucederá a aquella gente que ama las mentiras de Satanás más que la verdad de Dios?

10.               El nuevo creyente necesita ser enseñado acerca de sus responsabilidades hacia su trabajo diario. Satanás se complace cuando los creyentes se vuelven flojos y fallan en hacer aquellas cosas que agradan al Señor y que dan un buen testimonio a otros. Había gente en la iglesia de Tesalónica que ni siquiera estaba trabajando (ver 1 Tes 4:11; 2 Tes 3:10-12). Pablo dirigió algunas palabras fuertes a esta gente y aún dijo que si no trabajaban, que tampoco coman (2 Tes 3:10).
Cuando una persona es salva, esto no debe volverlo un trabajador deficiente o un mal estudiante o una ama de casa negligente. El cristiano debería confiar en que Dios le ayudará a ser el mejor trabajador o el mejor estudiante posible, para la gloria de Dios. Igualmente la mujer cristiana debe confiar en que Dios le ayudará a ser la mejor ama de casa y madre y esposa que ella pueda ser, tal como el hombre creyente debe confiar en Dios para ser el mejor esposo, padre y proveedor que él pueda llegar a ser.

11.               El nuevo creyente debe respetar y amar a quienes Dios ha puesto sobre él como líderes. Había ciertos hombres en la iglesia de Tesalónica que eran líderes y que eran responsables por el bienestar espiritual del rebaño (los creyentes). Pablo exhortó a los cristianos tesalonicenses a asegurarse de tener la actitud apropiada hacia estos hombres (ver 1 Tes 5:12-13). ¿Respetas y amas a tu Pastor y a los demás líderes de tu iglesia? ¿Oras por ellos mientras ellos cumplen día tras día con su tarea? ¿Tratas de ayudarles en todo lo que puedas? ¿Cuáles son algunas de las maneras en las que les puedes ayudar?

12.               El nuevo creyente nunca debe llegar al punto en que piense que ya ha llegado. Aunque los Tesalonicenses eran creyentes nuevos, ellos lo estaban haciendo muy bien. Pablo recordó su fe y su amor y su esperanza (1 Tes 1:3). Pero aunque lo estaban haciendo bien, Pablo deseaba que lo hicieran aún MUCHO MEJOR. ¿Estaba agradecido Pablo por la fe que tenían estos cristianos (1 Tesalonicenses 3:6)? Sí. Sin embargo, su fe necesitaba perfeccionarse (1 Tes 3:10). Debían seguir creciendo en el amor (1 Tes 3:12). Nunca debemos pensar que lo hemos logrado, no importa cuán bien lo estemos haciendo en algunas áreas de nuestra vida cristiana. Cualquier cosa que estemos haciendo bien, Dios quiere MÁS Y MÁS. Cualquier cosa buena que tengamos, Dios quiere que se INCREMENTE.

Tomado y editado de: www.middletownbiblechurch.org

sábado, 22 de marzo de 2014

Mi gracia te es suficiente...


Mujer de fe:
Encuentra ayuda en el desierto

Joyce Meyer
Algunas veces el problema que afrontamos es fabricado por nosotras mismas. Es en esos tiempos difíciles cuando nos preguntamos si Dios aún nos ayudará, nos fortalecerá y estará con nosotras. Si está afrontando este tipo de situación hoy, quiero animarle diciéndole que Dios no se ha rendido con usted. Él está con usted y le dará la fuerza para superar cualquier obstáculo, incluso si ese obstáculo es uno fabricado por usted misma.

Si lo duda, repase la historia de una joven mujer llamada Agar en el Antiguo Testamento. Agar era una esclava en la casa de Abraham. Ella fue también la mujer nominada como “madre de alquiler” cuando Sara decidió que Abraham tuviera un bebé acostándose con alguien más joven y más fértil que ella.

Como esclava, Agar probablemente no tuvo elección en el asunto. Así se hacían las cosas en aquella época. Pero una vez que se quedó embarazada del hijo de Abraham, ella pudo elegir cómo iba a reaccionar ante la situación, y no decidió muy bien. Hizo de una situación ya complicada algo peor, comportándose con altivez hacia Sara y tratándola con desprecio.

Para decirlo con suavidad, Sara no respondió bien. De hecho, se enojó categóricamente. Decidida a poner a Agar en su sitio bajándole unos cuantos escalones, Sara la hostigó y la humilló en cada oportunidad. Así que Agar huyó…  al único lugar al que se puede huir cuando se vive en un campamento en el Medio Oriente. El desierto.

Para una joven embarazada, sola y sin provisiones, el desierto es un lugar duro para vivir. También es peligroso. Agar podía haber muerto allí perfectamente. Pero no murió porque Dios en su gran misericordia tuvo un encuentro allí con ella y le dijo lo que debía hacer. Regresa a tu señora y sométete a su autoridad…  yo te daré más descendientes de los que puedas contar.  Ahora estás embarazada y darás a luz un hijo. Lo llamarás Ismael (que significa «Dios oye»), porque el Señor ha oído tu clamor de angustia… A partir de entonces, Agar utilizó otro nombre para referirse al Señor, quien le había hablado, «Tú eres el Dios que me ve»  (Génesis 16:9-13).

El Dios que me ve. ¡Ese es un nombre hermoso para el Señor! Y fue dicho por vez primera por una madre en una situación de las que encogen el corazón. Una madre que había caído presa de malas actitudes y comportamiento impío, exactamente como hacemos todas nosotras de vez en cuando. Dios intervino, derramó su bondad sobre ella y les prometió a ella y a su hijo un futuro fructífero. Si Dios hizo eso por Agar en el Antiguo Testamento, ¿no podremos nosotras, madres de la época del Nuevo Testamento, estar incluso más seguras de que Dios nos verá y nos cuidará cuando nos encontremos en el desierto? ¿No podremos acaso acercarnos a Él con confianza para recibir misericordia y gracia para ayudarnos en nuestro momento de necesidad, incluso si la necesidad es resultado de nuestro mal juicio o comportamiento?

¡Sí! ¡Por supuesto que podemos! Pero cuando lo hagamos, deberíamos recordar que Dios no nos liberará inmediatamente de toda situación problemática. No siempre hará que nuestras dificultades hagan ¡PUF! y desaparezcan. Así como envió a Agar de vuelta para aguantar a Sara durante un tiempo, Dios a menudo requerirá de nosotros trabajar con nuestros problemas durante un tiempo con su ayuda. Y cuando le digamos que no podemos hacerlo, Él nos dirá lo que le dijo a Pablo en 2 de Corintios 12:9: Mi gracia… es suficiente para ti.

“Señor, ¡la personalidad terca de mi hijo es demasiado para mí! ¡Me está volviendo loca!”. Mi gracia es suficiente para ti. “Señor, ¡sé que necesitamos el dinero, pero no soporto este empleo ni un sólo día más!”. Mi gracia es suficiente para ti. “Señor, es difícil ser madre soltera. ¡Estoy demasiado agotada para continuar!”. Mi gracia es suficiente para ti.

(Tomado del libro Madre segura de sí misma).

lunes, 17 de marzo de 2014

Liderazgo / Amar hasta el extremo



Amor que perdura

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasara de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.Juan 13.1

¿Nunca se ha sentido cansado de amar a otra persona? Muchas veces, en situaciones de consejería situaciones de consejería pastoral, escucho a personas que dicen: «yo ya amé demasiado a esa persona». ¿Será posible afirmar que hemos amado demasiado a otra persona? ¿Existe alguna medida que, una vez superada, nos permite afirmar que nosotros ya hemos superado el nivel de amor requerido de un creyente? ¿Quién establece este nivel?

Cuando hacemos este tipo de afirmaciones, lo que estamos  queriendo señalar es que hemos hecho muchas cosas en favor de la otra persona, pero hemos cosechado muy poco como resultado de nuestra inversión. Por supuesto, que la otra persona quizás también piense que ha hecho mucho y ha recibido muy poco a  cambio de todo lo que ha hecho.

Juan nos dice que Cristo, habiendo amado a los suyos, «los amó hasta el fin». Qué contundente que suena semejante afirmación. ¡Cuán débil parece nuestro propio esfuerzo a la luz de esta declaración! Jesús ciertamente no cosechó ni un décimo del fruto que tendría que haber cosechado según la inversión que había hecho. Seguramente él podría haber dicho que había amado demasiado a los suyos. Sin embargo, a pocas horas de morir, lo encontramos dedicado, con la misma consideración de siempre, a bendecir a sus discípulos.

La verdad es que el Mesías no medía el nivel de su inversión según la clase de retorno que recibía. Sus parámetros eran otros, y no dependían de la desigualdad que pudiera haber entre su propio esfuerzo y el de sus discípulos. El parámetro de lo que era correcto lo establecía el pacto que había hecho con el Padre. Este pacto descansaba sobre la distancia que estaba dispuesto a recorrer por los demás, una distancia que llegaba hasta la muerte misma. Su compromiso, por lo tanto, no dependía ni del reconocimiento, ni de la recompensa, ni de la respuesta de los que estaban a su alrededor. Era un compromiso unilateral, cuya medida había sido acordada con el Padre mismo.

He aquí, entonces, la verdadera dimensión del amor. No es un sentimiento, sino un compromiso. Un compromiso que está más allá del comportamiento de la otra persona o de las circunstancias en las que nos comportamiento de la otra persona o de las circunstancias en las que nos encontramos. Es un pacto que depende enteramente de nosotros mismos, y que nos debe llevar a un amor que no cesa nunca. Cristo mismo ilustra dramáticamente esta verdad cuando, colgado de la cruz, intercede por los que lo persiguen y pide misericordia por ellos.

Para pensar:
Como líder, necesita establecer esta clase de pacto con su gente. De no hacerlo, va a desistir de amarlos cada vez que lo desilusionan, lastiman o traicionan. El pacto que usted elabora no  puede depender de ellos, sino del Dios al cual le ha hecho su voto de fidelidad. ¡Solamente él lo podrá mantener firme en su compromiso!

(Tomado de Shaw, Christopher: ALZA TUS OJOS - Encuentros diarios del líder con Dios / Desarrollo Cristiano Internacional).

domingo, 16 de marzo de 2014

Liderazgo / El líder como siervo




Vocación de siervo
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasara de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. (Juan 13.1).

¿Se ha cruzado con personas que están pasando una gran tribulación personal? Son muy pocas las que poseen la capacidad de abstraerse de sí mismos, de no monopolizar la conversación para contar lo que les está pasando o encerrarse en una profunda indiferencia hacia los demás. No así con el Hijo del Hombre.

La agonía de la crucifixión no era desconocida para Cristo, aunque aún no había transitado por ese camino. Pero los romanos habían introducido el cruel método de ejecución muchos años antes de que el Hijo de Dios caminara por esta tierra. Hemos de suponer, entonces, que Jesús había visto, en más de una ocasión, a los reos colgados de maderos en las inmediaciones de las ciudades de Israel. La verdadera magnitud de la prueba que lo esperaba, sin embargo, parecía haberse manifestado en toda su intensidad en la agónica lucha que se libró en Getsemaní. Allí, el Mesías confesó a sus más íntimos que se sentía angustiado hasta el punto de la muerte.

¿Cómo no dedicar, entonces, las horas y los días previos a esta titánica prueba para fortalecer el espíritu y concentrar los recursos espirituales? Si en algún momento alguna persona tuvo derecho a centrarse en sí mismo frente a una inminente crisis, esa persona fue Jesús. Hubiéramos entendido que, frente a semejante prueba,  se hubiera mostrado distraído o melancólico.

Juan, sin embargo, nos hace notar que el evento que está por describir ocurre con el pleno conocimiento, por parte de Cristo, de que su hora había llegado para pasar de este mundo al Padre. Y ese paso le llevaría, irremediablemente, por la cruz. En este momento crucial de su vida, Cristo continuó pensando en sus discípulos, y no permitió que sus luchas personales lo distrajeran del compromiso de amarlos en todo momento y en toda circunstancia.

La lección que nos deja su ejemplo es clara: el verdadero amor no conoce situaciones personales que lo libra de la responsabilidad de expresarse en forma práctica en la vida de los que están a su alrededor. Todos hemos conocido situaciones donde una persona hospitalizada, con una enfermedad incurable, anima y bendice a los que la visitan para reconfortarla. Su ejemplo nos habla de una vocación que no conoce feriados, ni vacaciones, ni tampoco circunstancias en las cuales es lícito dejar de amar.

Esta vocación no es lo mismo que la esclavitud al servicio, tal como la que mostró Marta cuando el Mesías la visitó en su casa (Lc 10). Esta es otra cosa enteramente diferente. El que ama de verdad, sin embargo, ama en toda circunstancia, aun en medio de profundas pruebas personales.

Para pensar:
«El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará» (1 Co 13.8).

(Tomado de Shaw, Christopher: ALZA TUS OJOS - Encuentros diarios del líder con Dios / Desarrollo Cristiano Internacional).