Estas palabras fueron escritas por un sacerdote, el padre Martín Luzón, vicario en Samaná y amigo a quien aprecio hondamente, además de que fuese mi formador en el seminario católico de los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC). Hoy me encuentro siendo protestante, pero comparto con ustedes palabras uqe nos llevan a la reflexión desde la fe.
En Jesús, otro tipo de espera y esperanza
Jesús vino adonde no lo esperaban. No vino al "reinado del emperador Tiberio", ni al palacio del gobernador Pilato, ni al de Herodes, ni al de su hermano Felipe, ni al de Lisanio -ni a los palacios de hoy- sino que "vino la Palabra de Dios sobre Juan... en el desierto"! Lejos de los palacios y estructuras productores de injusticias, pero muy cerca de los echados a situaciones de desierto.
Jesús vino en humildad, como el campesino de Nazareth que fue obediente al Padre (nunca a autoridades injustas), y que por esa obediencia fue muerto y resucitado.
Del desierto podemos hacer brotar paraísos; de situaciones calamitosas podemos hacer brotar nuevas situaciones familiares y comunitarias. Lo nuevo es parte del otro tipo de espera y esperanza. Y es posible con una práctica más atrevida de la fe en Jesús: esta mueve montañas.
Pero el miedo, la sospecha, la pobreza y la desesperanza revelan insuficiencia de fe y de confianza en el Espíritu del Resucitado.
"Una convicción indestructible sostiene desde sus inicios la fe de los seguidores de Jesús: alentada por Dios, la historia humana se encamina hacia su liberación definitiva. Las contradicciones insoportables del ser humano y los horrores que se cometen en todas las épocas no han de destruir nuestra esperanza" (José Antonio Pagola).
8 de Diciembre, 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario