sábado, 25 de julio de 2015

Reflexión de las 5AM / Nuestra residencia

La familia y el domicilio espiritual

 Introducción

Como hombres, todos provenimos de un padre y una madre, y por eso tenemos un apellido: pertenecemos a una familia.  También nos criamos en un lugar específico, viviendo en una casa o domicilio particular.  Muchas veces, tenemos recuerdos muy gratos de nuestra familia de origen y de nuestro primer hogar.  A lo largo de nuestra vida, buscamos las mejores condiciones posibles para nuestra familia, incluyendo el vivir en el mejor lugar que podamos.
En la reunión de hoy, veremos que espiritualmente el hombre cristiano pertenece a la mejor familia posible y vive espiritualmente en el mejor lugar posible.

¿Criaturas de Dios o Hijos de Dios?

Leamos Juan 1:1-3, 10-14:
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.  2 Él estaba con Dios en el principio.  3 Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir. [...]  10 El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció. 11 Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron. 12 Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. 13 Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.  14 Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
¿A quién se refiere Juan como “el Verbo” en este pasaje? (v14)
¿Qué fue creado a través de Cristo? (v3)
¿Quiénes reciben el derecho de ser hijos de Dios? (vv12-13)
En este pasaje vemos claramente que todo lo que existe fue creado por Dios a través de Cristo.  Todo es, todos somos, criaturas de Dios.  Él nos creó.  Sin embargo, vemos también que no todos somos hijos de Dios.  Ese derecho está reservado para quienes reciben a Jesús como Señor y Salvador.
Con frecuencia escuchamos a hombres decir: “yo soy un hijo de Dios”, queriendo decir con esto que se sienten protegidos por Dios, y que Dios suple sus necesidades.  Esto puede venir de hombres con distintos tipos de vida, que tienen distintas creencias o que practican distintas religiones.  Pero no basta con querer ser, o creerse, hijo de Dios.  La Biblia muestra la condición necesaria para alcanzar este derecho, y la vida que sigue el que lo tiene.
Leamos ahora Juan 8:34-36: 34 —Ciertamente les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —respondió Jesús—. 35 Ahora bien, el esclavo no se queda para siempre en la familia; pero el hijo sí se queda en ella para siempre. 36 Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres.”
       ¿Quiénes son esclavos del pecado? (v34)
       ¿Qué diferencia hay entre los esclavos y los hijos de la familia? (v35)

Todos somos criaturas de Dios, pero no todos somos hijos de Dios.  Como resultado de haber recibido a Jesús en nuestro corazón, tenemos certeza de que somos hijos de Dios y de que permaneceremos en Su familia, y podemos dar razón de esta esperanza.

Nuestro Domicilio Espiritual

Leamos ahora Colosenses 1:13-14: 13 Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo, 14 en quien tenemos redención, el perdón de pecados.”
De manera natural, nuestra “residencia espiritual” está en el dominio de la oscuridad.  Nacemos bajo la opresión del pecado, y vivimos acostumbrados a nuestra propia maldad, justificándola a cada paso.  Cuando acogemos el sacrificio de Cristo, Dios nos libra de ese lugar y nos traslada, nos muda, al Reino de Cristo.
A través de la paternidad de Dios, recibimos una nueva identidad y una membresía eterna en una nueva familia espiritual.   A través de Cristo recibimos también un domicilio espiritual nuevo, de modo que sabemos que tendremos morada con Dios en la eternidad (Juan 14:1-3; 2 Corintios 5:1-5; Apocalipsis 21:3), pero también perdón de pecados, santificación y crecimiento espiritual e integral en esta vida.

Discusión Final

     Si tú eres hijo de Dios, describe cómo ha cambiado tu vida esa paternidad.  ¿Cómo ha afectado tu relación con tu padre terrenal?  ¿Cómo ha cambiado tu relación con tus hijos (si los tienes)?

     ¿De cuáles opresiones y pecados te libró Dios?  ¿De cuáles opresiones necesitas ser librado todavía?

No hay comentarios: