La primavera del matrimonio
En la primavera la
temperatura es cálida, la vegetación florece y la luz del sol es intensa. Es una estación llena de vida, color y luz.
Es la estación donde muchas especies se reproducen, y las mariposas extienden
sus alas. Todos celebran la primavera... y siempre podemos volver a ella.
¿Cuáles son los síntomas de la
estación primaveral? Es la estación de los nuevos comienzos. Está llena de entusiasmo y esperanza hacia el
futuro; planear, comunicarse, buscar ayuda y expresar amor y gratitud son
actitudes que la caracterizan. En la primavera todo es ensueño, alegría,
felicidad y proyectos.
Es el amor fresco,
lleno de rocío, de ilusiones, es la
estación del entusiasmo de los primeros años de matrimonio. Es un amor
todavía hecho capullo que no ha abierto su flor. Es un amor que no ha recibido
todavía los soles fuertes del verano, ni el granizo, ni tempestades del otoño,
ni las heladas del invierno. Es un amor
tierno, naciente y por lo tanto emocional y aun frágil. Tiene como meta crecer y fortalecerse con el tiempo.
Pero para esto deben llegar las otras estaciones.
Es un amor donde nos estamos descubriendo.
El esposo y la esposa, descubren juntos un
universo nuevo, con la ternura propia del comienzo.
Características de la primavera matrimonial
1. Florece el amor. Son los años donde comienza
a florecer el amor, el ambiente se llena de ilusión y surge el aroma perfumado
de la pasión. Podría llegar el primer hijo y se escucha la alegría de las
sonrisas en toda la casa.
2. Es un tiempo donde el “yo”, da paso al
“nosotros”. Las cosas son nuestras. Aprendemos a compartir
responsabilidades en el hogar y surge el espíritu de cooperación. Es una época
de sueños compartidos y de proyectos por realizar.
3. Nos comunicamos a partir de la ternura, el
afecto y la suavidad de la consideración. Es un tiempo para descubrirnos,
acercarnos y comunicarnos. Es un momento para aceptarnos tal cual. Surge la
disculpa amable y la sonrisa inocente. Es un momento donde el sentimiento se
expresa físicamente con besos, abrazos y caricias espontáneas.
4. Euforia romántica. La pareja se busca y
se encuentran en el beso y el abrazo. Se complementan fácilmente y los conflictos son mínimos. Al ser todo
nuevo, aun no surge la rutina,
simplemente nos estamos conociendo íntimamente. Aun no surgen las diferencias
fuertes y los pleitos acalorados. El amor está naciendo.
La esperanza es el
combustible. El amor en la primavera es generoso, suave y parece fácil.
5. La primera crisis, la desilusión. Es al
finalizar la primavera cuando aparece la primera crisis, y surge la desilusión.
Esto podría darse en cualquier momento pero generalmente surge al segundo o
tercer año del matrimonio.
El noviazgo genera
una imagen distorsionada del amor, porque se idealiza la pareja y la
convivencia. La convivencia revela lo que somos en lo íntimo, las costumbres y
los hábitos.
De repente, comienza
a hacer calor en el matrimonio, se aproxima el sol fuerte de la dificultad,
surge el cansancio del trabajo de la casa, el agotamiento en la crianza de los
niños. La familia del cónyuge interfiere en la vida matrimonial. Las deudas hay
que comenzar a pagarlas y la ilusión comienza a desvanecerse.
Preguntas para conversar:
- Compartir cómo vivió o vive cada pareja su etapa de primavera. Qué cosas recuerdan con más agrado de esa etapa.
- En torno a cuáles aspectos surgieron las primeras dificultades para él y para ella.
- Cómo se sintieron cuando parecía que se moría la ilusión.
Recomendaciones prácticas:
1. Asuma esta decisión en su matrimonio: “Decido
hacerte feliz”. Y nunca piense: “Quiero que me hagas feliz”. Sólo así el
amor podrá prevalecer a pesar de la rutina, la desilusión, y las diferencias.
2. Tenga claro lo siguiente: “Nadie puede
llenar plenamente mi vida”. Mi cónyuge puede compartir lo que tiene, pero
no puede darme lo que no tiene. Además, nadie es perfecto. Por otro lado, la conquista de la felicidad es un reto
personal y es intransferible. Nadie está en la capacidad de llenar todas
las expectativas de otra persona. Pensar que sí lleva a la desilusión y podría
lastimar la relación.
La meta a perseguir
es, “construyamos juntos el matrimonio, hasta lograr una relación estable y
llena de amor.”
3. “Hagamos prevalecer la ternura”. Esta
debe dosificarse para que no empalague. La ternura es elegancia, suavidad,
cortesía, gentiliza. Sin ternura podríamos caer en la rutina, y la rutina lleva
a la desilusión.
Sin ternura se puede
caer en la apatía, el descuido personal, y la desatención. La ternura se
expresa con cariño diario.
Lectura de la Biblia:
Romanos 12: 9-10:
“El amor sea sin hipocresía;
aborreciendo lo malo, aplicándose a lo bueno. Sean afectuosos unos con otros
con amor fraternal; con honra, dándose preferencia unos a otros”.
Dr. Gary
Chapman. Las cuatro Estaciones del Matrimonio, Editorial Tyndale, 2006.
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