El conocimiento
como ídolo
Alan Fadling
Estoy muy agradecido de mis raíces en la tradición evangélica. He recibido un conocimiento de las Escrituras, y una apreciación profunda por ellas. Es algo que me bendice cada día. Sin embargo, en ocasiones ese conocimiento se vuelve un ídolo antes que un don. Escuchen esta cita de una de las novelas de George MacDonald en la cual un personaje resalta este problema:
"[Donald Grant responde la pregunta de Lady Arctura:
'¿Cómo podrían estar equivocadas todas las personas buenas?' Porque la mayor parte de los maestros que hay
entre ellas siempre han procurado más explicar a Dios que obedecerle. El Evangelio se ha dado no
para redimir nuestras mentes, sino nuestros corazones; habiendo hecho eso, y
sólo entonces, nuestras mentes serán libres... Nada, excepto Cristo mismo como su propio
maestro y amigo y hermano, puede salvarle, y no las doctrinas acerca de él, aún
si cada una de ellas fuere cierta".
(MacDonald,
George. El Castillo del Pastor (The
Shepherd’s Castle). Ed. Michael R. Phillips. Minneapolis: Bethany House
Publishers, 1983, p. 97.)
Aquí, el persona de MacDonald habla de la diferencia entre
tener ideas acerca de Dios y el vivir un encuentro con Dios. La ironía es que muchos que se llaman a sí
mismos seguidores de Jesús han hecho un ídolo de sus ideas cristianas de la
doctrina o la teología. Adoran en el
altar de la precisión teológica en lugar de ofrecer su intelecto religioso en
el altar del propio Jesucristo. Uno
puede distinguir entre ambos por el tipo de frutos que dan.
El conocimiento como un ídolo puede ser reconocido en compañía de la arrogancia altanera, egocéntrica e impaciente, y el repudio por quienes no comparten su posición, y una ridiculización despiadada. Estoy muy seguro de que ninguno de esos son frutos del Espíritu.
El conocimiento como un ídolo puede ser reconocido en compañía de la arrogancia altanera, egocéntrica e impaciente, y el repudio por quienes no comparten su posición, y una ridiculización despiadada. Estoy muy seguro de que ninguno de esos son frutos del Espíritu.
El conocimiento que edifica, en lugar de presumir, es buen
amigo de la bondad, la paciencia, la gentileza y el verdadero afecto por los
otros. Sabe qué es verdaderamente
importante y qué es marginal. Recuerda
que el gran mandamiento no es "ten todas las respuestas correctas tal y
como las define tu pequeño vecindario teológico", sino "ama a Dios
con todo lo que eres y todo lo que tienes" y, por supuesto, "ama a tu
prójimo". Hay un tipo de conocimiento que dista mucho de este
mandamiento.
1 comentario:
Hermano Milton: He leído varios de tus artículos, en una ocasión cuando te comenté me dijiste: pero escribe algún comentario.
Con relación a este: "El conocimiento como ídolo" me parece que se lucha mucho con esto, porque de alguna manera normalmente se hace alarde de que se tiene conocimiento de tal o cual tema.
Mucho llegan a creerse que "se la saben todas"
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