jueves, 25 de septiembre de 2014

Reflexión / Coherencia

De par en par:
Palabras bonitas, pero falsas
En muchos casos lo que dicen los cristianos es cierto, pero les falta la práctica de vida, el compromiso real con este discurso.
Juan Simarro Fernández

Vamos a hacer algunas reflexiones sobre la palabra. La palabra, o si se quiere, La Palabra, tiene muchísima importancia en la Biblia. Por tanto, sin quitar valor a La Palabra verdadera, sí que se puede hacer una reflexión al hecho de ver cómo se puede apoyar o deteriorar nuestra palabra, nuestro testimonio verbal, el sembrar La Palabra. Vamos a ver la coherencia que tiene que haber entre las palabras y los hechos para que no sean palabras bonitas, pero falsas. Parece ser que nuestra palabra, aunque sea verdadera, necesita el apoyo de la conducta, del vivir haciendo y realizando en nuestra historia la voluntad de Dios para evitar su falsedad.

Todos conocemos textos bíblicos referentes al ritual: “No todo el que me dice Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Son palabras de Jesús que tiran abajo toda palabrería, toda expresión bonita, pero falsa, y toda práctica del ritual no apoyada en el testimonio activo y solidario, en el ejemplo de vida entregada al servicio al otro, en la coherencia entre la palabra y los hechos, entre lo que decimos o predicamos y nuestra coherencia de vida.

Recordad también aquella parábola bíblica en la que había un padre que pide a sus hijos que vayan a trabajar a la viña. Uno de ellos usó una palabra preciosa, agradable a los ojos del padre: “Sí, Señor, voy”, pero nos dice la parábola que luego no fue. Sus palabras eran bonitas, pero falsas, incoherentes. El otro hijo pareció irrespetuoso en el uso de la palabra, brusco, duro con el padre, palabra fea impropia de un hijo obediente: “No, Señor, no voy”, pero nos dice la parábola que arrepentido fue. Éste último, a pesar de su respuesta negativa, a pesar del uso impropio de la palabra, nos dice la Biblia que fue el que hizo la voluntad del padre porque, en arrepentimiento, la validó con la acción. Por eso nuestras palabras son importantes, pero si no va avalada por los hechos, es una mentira, una falsedad hipócrita por muy bellas que sean y por muy bien que suenen.

Más grave todavía es que la incoherencia entre la palabra y la acción, la no correspondencia entre lo que predicamos o decimos con el ejemplo de vida. Sigue siendo parte de esa falsedad hipócrita de las palabras bonitas, pero falsas. Esto puede perjudicar a la palabra de Dios misma expuesta por nosotros, aunque también hemos de decir que la Palabra de Dios puede ser autosuficiente y actuar incluso cuando el que la vocea sea un hipócrita impío en su vida privada. No obstante, lo ideal es que la Palabra vaya sembrada con el ejemplo de vida, con el estar haciendo la voluntad del Padre. Que sean palabras a la vez que bonitas, verdaderas y apoyadas con la vida y con el ejemplo.

Sin quitar ningún valor a La Palabra, a la proclamación verbal del Evangelio, muchas veces tenemos que decir que falta el apoyo del testimonio solidario de acción en la línea de hacer la voluntad del Padre, en la línea del servicio. Esa proclamación se queda en palabras bonitas, pero alejadas de la verdad. 

En muchos casos, lo que la iglesia o los cristianos anuncian y verbalizan es cierto, está basado en la Palabra de Dios, pero falta la práctica de vida, se echa de menos la coherencia de los creyentes miembros de las congregaciones cristianas, el compromiso de los creyentes. Cuando esto falta, se raya en la falsedad por muy bonito que sea nuestro discurso. Es entonces cuando nuestra verbalización se queda paralizada y las personas nos dan la espalda. Funciona en las mentes de los escuchantes el clásico refrán español: No es lo mismo predicar que dar trigo.

La proclamación del mensaje de salvación la hizo Jesús de una forma que no era sólo y puramente verbalización, sino todo un estilo de vida comprometido que se acompañó de signos, de milagros, de prácticas de la misericordia, de apoyo a los débiles, a los proscritos y desclasados.

La comunicación del Evangelio, la proclamación de la que hablan algunos pastores, no debe ser solamente algo bonito, sino que lo hagamos cierto con nuestros estilos de vida. Debe ser todo un conjunto compacto e integral en compromiso activo y amoroso con el hombre, fundamentalmente con el prójimo en necesidad, pues el mensaje, lanzado de una manera no avalada por el compromiso de vida, por la acción y por la práctica de la misericordia, aunque sea expresado con mucha belleza puede caer como nieve fría en los corazones de las personas a las que queremos evangelizar o transmitir el mensaje evangélico. 

Puede haber falta de autoridad, de autenticidad, cuando somos pasivos y pasamos indiferentes ante el grito de los apaleados y tirados al lado del camino de la vida. Esto falsea nuestra proclamación y nuestro testimonio. ¿No habéis notado en ocasiones la falta de autoridad que se nota en el mundo ante el mensaje de la iglesia? Quizás esos mensajes no están regados con la acción y el compromiso cristiano, con el servicio, con la práctica de la misericordia, con estilos de vida sobrios y comprometidos con los débiles de la tierra. La comunicación de mensajes evangelizadores, siguiendo el ejemplo de Jesús, se debe hacer desde el escándalo de la injusticia y de la pobreza de tantos hombres sacrificados en el mundo hoy. 

Así, pues, hablemos de forma bella y con expresiones bonitas y atractivas, prediquemos, lancemos mensajes verbales al mundo, pero que sean mensajes avalados por conductas cambiadas, por testimonios de vidas comprometidas con el prójimo, por palabras que van avaladas por manos tendidas de ayuda y de liberación. 

Es verdad que se comunica y se proclama a través de la palabra hablada y escrita, pero no solamente. También se proclama y se comunica el Evangelio con nuestros hechos y nuestros compromisos con el hombre. Esto también es bello y hace bonitas y atractivas nuestras palabras. Palabras preciosas y verdaderas. Si no, estamos muy cerca de la mentira. 



miércoles, 17 de septiembre de 2014

Vida abundante / Lucha contra el estrés

¿Cómo combatir el estrés?
"La ansiedad es un 'modus vivendi', una forma de ser. No empieza con las cosas que nos pasan, sino con actitudes nuestras"
María Jesús Núñez Dios

Ya vimos que estrés proviene del término inglés stress (esfuerzo, presión, tensión…) y está asociado al estado que se produce a partir de hechos que generan temor, agobio o angustia.

La respuesta de estrés puede ser una respuesta normal, orientada a solucionar situaciones potencialmente peligrosas o amenazantes. Se puede hablar entonces de un estrés positivo, que nos ayuda a relacionarnos con las situaciones del mundo y nos capacita para enfrentarnos a ellas.

Pero también hay un estrés desagradable (distrés), que va acompañado de un desorden fisiológico… Esta vertiente negativa del estrés, si no aprendemos a controlarla para responder de forma equilibrada, puede desembocar tanto en trastornos psicológicos, como en trastornos físicos. Por eso es muy importante aprender a combatir el estrés.

Técnicas y factores que ayudan

Rasgos de personalidad protectores: Optimismo y Autoestima Alta; Autocontrol (estilos de vida saludables).

Actividades protectoras: Ejercicio físico, masajes, baños calientes y aromaterapia, escuchar música, salir con amigos y/o familiares…

Técnicas: Respiración, Relajación, técnicas de “Solución de problemas”, programas de “Gestión del tiempo”, entrenamiento en Asertividad y Habilidades Sociales.

La importancia de nuestra actitud
La actitud es la respuesta emocional y mental (interna) a las circunstancias que nos rodean, a las cosas que nos pasan. Seguramente, en la mayoría de las situaciones de la vida NO PODEMOS CAMBIAR las circunstancias, pero podemos cambiar nuestras actitudes, y eso va a sanear nuestra mente y nuestras emociones, va a cambiar nuestra vida.

Hay una larga lista de actitudes (optimismo, gratitud, perdón, ser positivo, gozo, confianza, empatía, respeto, ser emprendedor, etc.)

Me quedaré con la CONFIANZA. La confianza en el Señor es el mejor antídoto para la ansiedad (en cuya base están la inseguridad, la preocupación y la hipersensibilidad). La ansiedad es un “modus vivendi”, una forma de ser. La ansiedad no empieza con las cosas que nos pasan, sino con actitudes nuestras (preocupaciones, inseguridad, falta de confianza…) Pero el Señor nos dice “por nada os preocupéis” (Fil. 4:6). La confianza en el Señor es el mejor antídoto para las cosas negativas de nuestra mente y nuestras emociones.

Cómo optar por la confianza (como nuestra principal arma contra el estrés)
  • Abandonar el pecado de construir nuestra vida sobre cosas perecederas (Mateo 6:19)
  • Eliminar los temores innecesarios, aprender a ocuparnos, dejar de preocuparnos. ·
  • Recordar la fidelidad de Dios en el pasado, Su soberanía...
  • Permanecer en contacto con el Señor (Fil. 4:6-7). Pero a la vez, nosotros tenemos que hacer nuestra parte.
  • Huir de los síntomas depresivos que podamos (sentimientos de abatimiento, tristeza, desánimo, desilusión, infelicidad…). Si evitamos esto, podemos evitar ir cuesta abajo y en caída libre, son emociones que se alimentan a sí mismas.
  • Evitar el estrés y la ansiedad, lo que implica:
    • Evitar la multitarea (no hacerlo todo a la vez, sino de forma secuencial);
    • Controlar el ritmo de trabajo (si el día tuviera 30 horas, las llenaríamos igual);
    • No tratar de hacerlo todo con perfeccionismo excesivo (con excelencia sí, pero no caer en el neuroticismo);
    • No tener una visión inapropiada de la vida (altas expectativas);
    • Evitar la preocupación excesiva… ·

  • Cambio de actitudes al estar más cerca del Señor:
    • Las circunstancias cambian continuamente. No debemos depender de ellas; saber que estamos bajo la Gracia y la Soberanía de Dios.
    • Lo que importa es nuestra relación con Dios. Apartar un tiempo y un lugar para estar con Él.
    • Saber que Dios se preocupa por nosotros (Sal 34:7), y nada sucede a espaldas de Dios.
    • Conocer que la voluntad de Dios y sus caminos son siempre un gran misterio, pero que cualquier crisis puede tener un valor pedagógico (2 Cor. 12:7-9).
    • No importa lo que estemos viviendo, es transitorio y no nos puede arrebatar el gozo y la alegría (Fil. 4:4).


Un día para lanzar vítores

12 de Octubre: Llorar y reír, todo es posible

Buenos días (o madrugada).
Leo el libro de Esdras.
Pienso en la construcción de nuestro templo que hacemos como Iglesia Cristiana. Este profeta nos describe un momento similar al que estamos llamados a vivir el próximo 12 de Octubre y que hemos vivido en dos ocasiones anteriores (cuando iniciamos la construcción y el pasado 2 de septiembre, cuando entre vítores y cantos dimos gracias a Jehová por habernos llevado al punto en donde nos encontramos). Dice Esdras en 3:10-13:

“10 Cuando los albañiles del templo de Jehová echaron los cimientos, se pusieron en pie los sacerdotes, vestidos de sus ropas y con trompetas, y los levitas hijos de Asaf con címbalos, para alabar a Jehová, según la ordenanza de David, rey de Israel. 11 Cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y decían: «Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel.» Todo el pueblo aclamaba con gran júbilo y alababa a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová. 12 Muchos de los sacerdotes, levitas y jefes de familia, ancianos que habían visto la primera casa, al ver como echaban los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras otros muchos daban grandes gritos de alegría. 13 No se podía distinguir el clamor de los gritos de alegría de las voces del llanto, porque clamaba el pueblo con gran júbilo y el ruido se oía hasta de lejos. (RV 1995).

Es la imagen de lo que espero que pase el día 12:
  • Se pusieron de pie para alabar a Jehová;
  • Tocaron instrumentos;
  • Alabaron y dieron gracias al Señor;
  • Reconocieron que El es bueno y que es eterna su misericordia;
  • Los más ancianos lloraron en alta voz;
  • Lanzaron grandes gritos de alegría;
  • Un clamor tan grande que se oía desde lejos…

 Hermanos, esa es una descripción de lo que haremos ese día. De pie o sentado, tú estás llamado a estar ahí. Llorar o reír, todo es posible. El Reino de Dios está entre nosotros, y el Reino de Dios se acerca.


Bendiciones!

sábado, 13 de septiembre de 2014

Un plan para vencer la ansiedad

Venciendo la ansiedad

El jueves 11 el Dr. Alex Uribe explicó a la Congregación lo que significa la ansiedad, algunas pautas que como cristianos debemos tener en cuenta para luchar contra ella y salir victoriosos. En esta ocasión, les comparto unas pautas que encontré en la Red, más detalladas y que pueden sernos muy útiles

La ansiedad... ¿Y cómo se sale? Se debe lograr de la persona afectada, que indudablemente también pasa por una crisis de fe, una participación activa para organizar y ser protagonista de un definido plan de acción. El que damos como modelo, tiene algunos puntos que, tanto desde lo espiritual como de lo natural, han demostrado efectividad.

1. Escuchar música cristiana. Hay un pequeño relato en 1 Samuel 16:23 que nos da una pista al respecto: Y cuando el espíritu malo de parte de Dios (En ese tiempo se creía que Dios era responsable de todo; de lo bueno y de lo malo por igual) venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él. Con un pequeño agregado: no crea, por favor, que todo lo que se encuentra en las casas de venta de música cristiana, es cristiano. Al seleccionar música cristiana, use el discernimiento.

2. Hacer suficiente ejercicio físico. Se ha comprobado fehacientemente, que un programa de ejercicios físicos controlados tres veces por semana, disminuye notablemente la ansiedad así como la potencia de la misma.

3. Dormir lo suficiente. El consejo médico de un espacio para el sueño de por lo menos ocho horas diarias es muy vigente, necesario y recomendable. El Salmo 127:1-2 hace clara referencia a esto cuando dice: Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás que os levantéis de madrugada y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño. (Cabe aclarar que la palabra que en este texto se traduce como DOLORES, en los originales es la misma que en otros pasajes se traduce como ANSIEDAD.)

4. Hacer todo lo posible para resolver el temor o problema causante de la ansiedad. Es necesario examinar atentamente las distintas alternativas que puedan haber o las posibles soluciones y no detenerse demasiado en el análisis, sino que decididamente, probar con una de ellas. Si bien en la jerga corriente esta patología se encuadra dentro de lo que se conoce como “problema psicológico”, no debemos olvidar si somos creyentes, que en lo profundo es apenas una expresión más de una guerra espiritual que, como bien se sabe, se desarrolla eminentemente en la mente de la gente.

5. Otro elemento que puede aportar soluciones positivas, es el de hablar del tema con un amigo o amiga (Depende de si es hombre o mujer) de confianza. Se sugiere y se aconseja hacerlo por lo menos una vez por semana y centralizar el tema de conversación, específicamente, en la frustración.

6. Tener suficiente actividad recreativa dos o tres veces por semana. Esto, que es muy similar al punto referido al ejercicio físico, ha demostrado arrojar excelentes resultados. No es conveniente que esto se canalice a través de competencias deportivas demasiado serias, porque lo que puede ocurrir es que se eliminen las causas de la ansiedad corriente que la persona traía y se cambie por la ansiedad que produce toda víspera de una competición en la que el premio o el prestigio interesan de sobremanera.

7. Vivir un día a la vez. Es probable que el noventa y ocho por ciento de las cosas por las cuales sentimos ansiedad o preocupación nunca sucederán. Aprender a vivir un día a la vez es un arte que puede ser cultivado. Mateo 6:31-34, dice: No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

8. No aplazar lo que uno tiene que hacer. Hay mucha gente que por diversos motivos, va postergando la resolución de hechos importantes en lugar de resolverlos inmediatamente. Demorar lo que tenemos que hacer, causa más ansiedad.

9. Ponerse un límite de tiempo para sus preocupacionesSalmo 139:7-12, no dice: ¿Adónde me iré con tu Espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia? (8) Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. (9) Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, (10) aún allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. (11) Y si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aún la noche resplandecerá alrededor de mí. (12) Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz.

Tomado y editado de:
http://www.tiempodevictoria.com.ar/estudios/ayuda/6


viernes, 12 de septiembre de 2014

Óptica / No creo en el purgatorio




Manifiesto de Will Grahan con 5 razones por las que se opone a tal doctrina.

No. Lo siento mucho, amigos. El Purgatorio no existe. ¡No, no, no! O el cielo o el infierno. O la vida eterna o la condenación eterna. Es así de sencillo. Después de la muerte o estarás cara a cara con tu Salvador Jesús o sufrirás la ira del Cordero. No hay un tercer camino. Por lo tanto digo no al Purgatorio.

 Déjame darte cinco razones por las cuales me opongo a la doctrina del Purgatorio.

 01.- No creo en el Purgatorio porque no aparece en la Biblia
Los cristianos evangélicos somos guiados por la luz de la Escritura. La Biblia sólo hace mención de dos estados post mortem, a saber, la bendición eterna o la condenación eterna. Jesús habló con mucha claridad sobre este punto: “e irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:46). O castigo o vida. No hay otro sitio. Cualquier persona que profesa fe en el Purgatorio va en contra del testimonio del Nuevo Testamento y la enseñanza del Señor Jesús.
 02.- No creo en el Purgatorio porque es un invento de la Iglesia Católica Romana 
Aunque algunos teólogos primitivos tales como Orígenes y Ambrosio especularon sobre la posible existencia del Purgatorio, el término en sí no apareció hasta el siglo XII y la doctrina no llegó a formar parte del Catolicismo hasta el Primer Concilio de León (Francia) en el siglo XIII. Pero la verdadera culpa fue del Papa Gregorio el Grande (540-604). Fue él quien propuso la idea de que cualquier pecado (menos el pecado mortal) podría ser purgado en un lugar misterioso llamado Purgatorio. Debido al legado de Gregorio, la Cristiandad posterior avivó la doctrina y la incorporó en su teología oficial. El Purgatorio, pues, es una enseñanza fabricada por teólogos, papas y concilios; no es la Palabra autoritativa de Dios.
 03.- No creo en el Purgatorio porque es un insulto a la expiación de Cristo 
Cuando Cristo salva a los pecadores, lo hace de forma perfecta y completa. Su obra de expiación fue impecable. Su sangre es suficiente para cubrir todos los pecados del pueblo de Dios. El Dios de la Biblia no requiere algo más que el Evangelio para perdonar a los pecadores eternamente. Jesús es la salvación porque su obra salvadora es totalmente completa y perfecta. En el sacrificio de Cristo, no falta nada. Como enseña Hebreos 10:10 los creyentes somos santificados “mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”. El pecado es perdonado mediante el poder salvador de Cristo; no por un lugar de sufrimiento imaginario llamado Purgatorio. Tal doctrina escupe en la cara de Cristo y repudia la obra bendita del Hijo de Dios.
04.- No creo en el Purgatorio porque ofrece falsa esperanza a los pecadores 
A nivel práctico, el Purgatorio es peligroso porque consuela a las personas de manera falsa. Enseña que los pecadores pueden seguir pecando libremente y luego arreglar las cuentas con Dios después de la muerte. ¿Dónde ofrece la Biblia semejante esperanza? Una y otra vez el Nuevo Testamento exhorta a los hombres (y mujeres) a huir del pecado como si fuera una serpiente venenosa. La palabra clave del Evangelio apostólico fue: “¡Arrepentíos!” La Iglesia primitiva nunca dio esperanza a las almas que no se habían arrepentido. No habrá paz para los impíos, dijo el Señor (Isaías 57:21). Como todas las falsas doctrinas, el Purgatorio da a luz una religión carnal digna de víboras, cerdos y cabras que no quieren apartarse de su maldad.
05.- No creo en el Purgatorio porque es un negocio 
Y en el último lugar, el Purgatorio se trata de una de las estrategias de marketing religioso más exitosas de la historia del mundo occidental. Aquí en España, por ejemplo, se ofrecen misas especiales para interceder por las almas por familiares difuntos. ¿Y quién paga por dichas misas? ¡Las familias por supuesto! Y a veces se encienden velas especiales (que también cuestan dinero) para que su alma pase más rápidamente a la patria celestial. ¡Oh, maldito engaño! ¿Qué tipo de representación del Todopoderoso es éste? ¡Como si Dios pudiera ser sobornado! “Tu dinero perezca contigo porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero” (Hechos 8:20). El Purgatorio distorsiona la imagen del Dios bíblico, el cual actúa por amor, gracia y fidelidad. ¡Nunca por interés económico! Conclusión Pues, allí lo tenéis. Mi manifiesto contra el Purgatorio. Así que no, el Purgatorio no existe. O el cielo o el infierno. ¡Al infierno con la doctrina del Purgatorio! ¡Y al cielo con todos aquellos que aman al Señor Jesucristo!

Por Will Grahan
Fuente e Imagen: Protestante Digital

lunes, 8 de septiembre de 2014

El conocimiento como ídolo

El conocimiento como ídolo
Alan Fadling

Estoy muy agradecido de mis raíces en la tradición evangélica.  He recibido un conocimiento de las Escrituras, y una apreciación profunda por ellas. Es algo que me bendice cada día. Sin embargo, en ocasiones ese conocimiento se vuelve un ídolo antes que un don.  Escuchen esta cita de una de las novelas de George MacDonald en la cual un personaje resalta este problema:

"[Donald Grant responde la pregunta de Lady Arctura: 
'¿Cómo podrían estar equivocadas todas las personas buenas?'  Porque la mayor parte de los maestros que hay entre ellas siempre han procurado más explicar a Dios que obedecerle.  El Evangelio se ha dado no para redimir nuestras mentes, sino nuestros corazones; habiendo hecho eso, y sólo entonces, nuestras mentes serán libres... Nada, excepto Cristo mismo como su propio maestro y amigo y hermano, puede salvarle, y no las doctrinas acerca de él, aún si cada una de ellas fuere cierta".  (MacDonald, George.  El Castillo del Pastor (The Shepherd’s Castle). Ed. Michael R. Phillips. Minneapolis: Bethany House Publishers, 1983, p. 97.)

Aquí, el persona de MacDonald habla de la diferencia entre tener ideas acerca de Dios y el vivir un encuentro con Dios.  La ironía es que muchos que se llaman a sí mismos seguidores de Jesús han hecho un ídolo de sus ideas cristianas de la doctrina o la teología.  Adoran en el altar de la precisión teológica en lugar de ofrecer su intelecto religioso en el altar del propio Jesucristo.  Uno puede distinguir entre ambos por el tipo de frutos que dan. 

El conocimiento como un ídolo puede ser reconocido en compañía de la arrogancia altanera, egocéntrica e impaciente, y el repudio por quienes no comparten su posición, y una ridiculización despiadada.  Estoy muy seguro de que ninguno de esos son frutos del Espíritu. 

El conocimiento que edifica, en lugar de presumir, es buen amigo de la bondad, la paciencia, la gentileza y el verdadero afecto por los otros.  Sabe qué es verdaderamente importante y qué es marginal.  Recuerda que el gran mandamiento no es "ten todas las respuestas correctas tal y como las define tu pequeño vecindario teológico", sino "ama a Dios con todo lo que eres y todo lo que tienes" y, por supuesto, "ama a tu prójimo".  Hay un tipo  de conocimiento que dista mucho de este mandamiento.

viernes, 5 de septiembre de 2014

7 realidades sobre el matrimonio

A tener en cuenta 
 

7 realidades sobre el matrimonio

 


 
La dificultad del primer año de casados, la importancia del sexo o el peligro de esperar que la otra persona te complete perfectamente. Un artículo de Frank Powell.
05 DE SEPTIEMBRE DE 2014, MADRID
¿Cómo nos imaginamos el matrimonio? Siendo jóvenes y sin compromiso aun, podemos tener unas expectativas concretas. Ya tras formar una familia y haber crecido en experiencia, la visión de lo que significa realmente una relación profunda entre un hombre y una mujer crece mucho. Frank Powell, casado, con dos hijos, y en proceso de adopción de otro,  explica en su blog  7 realidades que ha aprendido. Las traducimos y resumimos a continuación.

1. El sexo es un regalo de Dios. Explóralo.
Dios creó el sexo, pero a través del tiempo hemos dejado que Satanás nos robe este regalo. Nunca se me educó sobre sexo, y eso que crecí en una familia cristiana. Mis marcos de referencia sobre el sexo se construyeron con mis amigos en la escuela y por cómo se planteaba el sexo en las películas. Gran problema.

Aún lucho con disfrutar de la plenitud del sexo hoy en día, por culpa de la nube de mentiras que se formaron en mi cabeza durante los años de mi adolescencia. Es hora de que los cristianos recuperemos el regalo del sexo. Las mentiras a su alrededor arruinan nuestras vidas y matrimonios. Si estás casado, explora la plenitud del sexo, para la gloria de Dios. Ora por la sexualidad con tu marido o esposa.

2. Existe más de una persona allí fuera con la que podrías acabar casándote.
La persona ideal para ti se crea, no nació así. Mantener una relación sana se basa más en el compromiso que en la perfección de las personas. La realidad es que hay más de una persona ahí fuera a la que podrías decidir unir tu vida.

Me encuentro con demasiadas personas que están esperando que llegue algo que no es real. “Simplemente no era ‘la’ persona. Pero sé que mi alma gemela aún está ahí fuera. Simplemente tengo que seguir buscando”.

¿Qué pasa si Dios no quiere que encuentres a la persona perfecta, sino una persona imperfecta que te ayudará a acercarte más a Él? ¿Qué pasa si Dios desea que te cases con una persona con defectos, los cuales te mostrarán también los tus propios defectos? ¿Qué sucede si Dios quieres enseñarte el valor y la vida que se puede encontrar en comprometerte con una persona para siempre, en lugar de la búsqueda frustrante de pasarte toda la vida buscando a la persona perfecta?

3. El primer año de matrimonio es realmente duro.
‘Qué hemos hecho?’ ‘¿Vamos a conseguir superarlo?’ ‘¿Por qué está siendo tan duro?’. Son preguntas que yo me hacía muchas veces durante mi primer año de matrimonio.

Discutíamos. Nos peleábamos. Era muy duro. Y cada día llegaba a la conclusión de que algo no iba bien. Nadie me había advertido de la dificultad de nuestro primer año de matrimonio.

Si estás en el primer año de matrimonio y estás pensando en abandonar, no estás solo. Todo el mundo está luchando para seguir adelante en su primer año. Persevera. Vienen días mejores. Apégate a tu compromiso.

4. Tu marido o tu esposa no te pueden completar.
Él o ella no te puede completar. Yo había creído esa mentira, y no fue hasta que dejé de lado la noción de que mi esposa podía llenar mis vacíos que la pude empezar a amar de verdad. Estaba esperando que mi esposa hiciera algo que sólo Dios puede hacer.

Si estás vacío/a, roto/a e inseguro/a y crees que tu esposo/a es la solución a estos problemas, despierta. No serás seas capaz de disfrutar la belleza de tu matrimonio si crees que el trabajo de la otra persona es completarte.

5. Cásate con alguien con sueños, objetivos y pasiones similares.
Cásate con alguien que crea en Dios, sí. Pero ve más allá: cásate con alguien con sueños similares. Está claro que dos personas no querrán siempre exactamente las mismas cosas en su vida. Pero algunas cosas son más difíciles de trabajar que otras. Por ejemplo, si tú tienes pasión por las misiones en el extranjero y tu esposo/a potencial odia tener que viajar más allá de las fronteras del propio país, surgirán tensiones lógicas.

Si tu pareja tiene sueños y metas parecidas, será más capaz de entender tus luchas y apoyarte en tus objetivos. Hay mucha fuerza en dos personas que viven la vida juntas con los mismos sueños y objetivos.

6. El matrimonio no es para todo el mundo.
Pablo habla sobre esto a los Corintios. Hasta les llega a decir que si alguien se casa con su prometido/a hace bien, pero que la persona que no se casa hace aún mejor (1ª Cor. 7:38).

Es posible que necesitemos aceptar la realidad de que Dios no ha llamado al matrimonio a todo el mundo. He hablado con hombres y mujeres jóvenes que están casi consumidos por encontrar a una persona con la que casarse. Y la mayor parte de la presión que sienten viene de sus iglesias. Nos debería dar vergüenza. El matrimonio es algo santo y bueno, pero también es totalmente posible seguir a Jesús sin tener una esposo/a.

7. El matrimonio no se trata de ti.
Me encantan las bodas. Pero en una sociedad cada vez más individualista y centrada en el “yo”, las bodas crean una situación que puede ser peligrosa. Es como si todo se tratara de él y de ella, los novios. Todo el mundo les mira a ellos, les anima, les felicita.

Muchas parejas han caído en pensar que la boda ‘se trata de mí’. Pero el matrimonio choca con esta forma de pensar. Porque un matrimonio que tiene éxito es aquel en el que no eres tú el centro, sino la persona a la que sirves. El día de la boda es un día en el que el foco está sobre ti, pero en la vida del matrimonio no hay focos. El día de la boda es de celebración y de alegría, pero muchas temporadas durante el matrimonio son de perseverar y aguantar en las tormentas.

Disfruta el día de tu boda. Prepáralo. Celébralo. Pero no cometas el error de creer que todo se trata de ti. Después de tus 20 minutos de gloria, las luces se apagarán. Ya no se tratará más de ti. Pero esto, te darás cuenta, es en realidad algo bueno.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Matrimonio / Ni un segundo antes

Viviendo juntos

Viviendo juntos
 La cohabitación, el vivir juntos, con todos sus beneficios son una bendición reservada exclusivamente dentro de los límites del matrimonio. 
No debería cogernos por sorpresa saber que un continente que está en una bancarrota moral presuma de que más y más parejas vivan juntas antes de casarse. La Escritura deja muy claro que una vez que el temor del Señor y el conocimiento de Dios desaparecen de la tierra de los vivientes, a continuación, todas las áreas de la vida se vuelven perversas y retorcidas en todo este maloliente proceso: la vida familiar, la vida laboral, la vida social, la vida política e incluso la vida sexual.

Pablo le dijo a los creyentes de Corinto que no se asociaran con los fornicarios (es decir, aquellos que desobedecían las leyes sexuales instituidas por Dios). Pero él no se refería a los hombres y mujeres que no conocen a Cristo. Él estaba hablando de gente que profesaba el nombre del Señor.

Su lógica es la siguiente: si nunca pasáramos tiempo con los no creyentes sexualmente desviados, entonces, probablemente tendríamos que coger el próximo transbordador espacial a la Luna para vivir el resto de nuestros días allí. Pablo sabía que Corinto estaba sumergido en el pecado sexual. Y cualquier santo con un poco de sentido común sabe que nuestra generación también está sumergida en la inmoralidad hasta las trancas. Dios nos ha dejado en este mundo como un testimonio del Evangelio. Somos la luz en medio de la gran oscuridad que nos envuelve.

El problema surge cuando gente que dice que pertenece a Jesús comienza a vivir juntos y cohabitar.Aquí es donde tenemos que aplicar el mandamiento del apóstol. Él dice: "Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano (hermana), fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis." (1ª Corintios 5:11). Es así de simple. No hay forma en la que las palabras de Pablo puedan ser malinterpretadas. Un “creyente” que está viviendo con su novia/novio está en pecado. Están desobedeciendo a Cristo y traen vergüenza a su Evangelio.

El diseño de Dios es que un marido viva con su esposa (y viceversa). La cohabitación, el vivir juntos, con todos sus beneficios son una bendición reservada exclusivamente dentro de los límites del matrimonio.

Pero parece ser que nuestra época ha crecido de una manera tan liberal a nivel ético que ya no pensamos que Dios se preocupa por nuestro comportamiento. Todo lo que Él quiere es que nos sintamos bien y consigamos lo que queremos en la vida. ¡No es así, mis amigos! ¡No es así! La Escritura continúa declarando: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.” (Hebreos 13:4).

Dios no ha bajado sus exigencias."Vivir juntos" no tiene lugar dentro de los círculos cristianos.Pablo lo desterró de Corinto en el primer siglo y por la gracia de Dios, el Espíritu del Señor lo echará de nuevo en nuestros días.

Recuerdo haber escuchado un testimonio de cómo una chica joven, recién nacida de nuevo después de escuchar la predicación del Evangelio, regresó a su casa después de la reunión de la iglesia, donde su novio la estaba esperando. Ella dijo: "Quiero seguir a Jesús. ¿Quieres venir conmigo?" Él se rio de ella y la insultó repetidamente. Ella contestó: "Bueno, entonces, me voy a hacer mi maleta." Respondió el muchacho: “¿Cómo?” Ella dijo: "Si no quieres ir al cielo conmigo; yo estoy segura de que no quiero ir al infierno contigo." Esto le costó lágrimas. Pero sabía lo que Dios quería de ella.

Vivir juntos es para el matrimonio. Y no para un segundo antes.Y si conoces a alguien que profesa el nombre de Cristo y está viviendo con su pareja, entonces hazle saber lo que Dios piensa al respecto.

 Traducido por: Julian Esquinas 
Contribuido de: http://www.protestantedigital.com/ES/Magacin/articulo/6738/Viviendo-juntos