miércoles, 31 de agosto de 2022

Ira justa, ira pecaminosa

 De la ira pecaminosa a la ira justa

¿Qué tiene que ver este tema con las relaciones de pareja, con el matrimonio? ¿Saben ustedes cuántos matrimonios se han deshecho simplemente porque uno de los dos o los dos no saben manejar su ira, carecen de dominio propio? ¿O cuántas esposas y cuántos hijos están amargados ante las explosiones de ira de uno de sus padres? El manejo de la ira puede significar la salud o no de un matrimonio o de un hogar.

 Una buena noticia: es posible manejar la ira. Además, no toda ira es pecaminosa.

 ü  La ira pecaminosa impide la intimidad y la armonía en el matrimonio. Prov 22:24 nos dice: “No te asocies con el hombre iracundo; ni andes con el hombre violento”.

ü  La ira pecaminosa es un impedimento fundamental contra una paternidad de acuerdo al corazón de Dios. Efesios 6:4 nos dice: “Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor”.

ü  La ira pecaminosa roba a Dios la gloria debida a Su nombre y puede producir juicio significativo (Números 20:9-12).

ü  La ira pecaminosa debe ser erradicada de la vida de la persona, de la pareja, del hogar. Efesios 4:31: “Sea quitada de ustedes TODA amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia”.

 Frecuentemente solemos excusar la ira incontrolable:

ü  Es que me llené de ira…

ü  Es que soy explosivo…

ü  Es que tengo un temperamento fuerte…

ü  Tengo que sacarlo o me ahogo…

ü  Es que yo soy así…

 ¿Qué otra expresión utilizamos o hemos escuchado?

 

Definición de ira:

Una respuesta moral apasionada, activa, de toda la persona, al percibir un error o injusticia, real o imaginario.

 Nuestra ira es una respuesta activa, una acción, una actividad. No es algo que tenemos o que forma parte de nuestro ser, aunque involucra todo nuestro ser cuando así reaccionamos.

 En la Biblia la ira comunica emociones, abarca desde la furia histérica hasta el frío rechazo, involucra creencias y motivos, percepciones y deseos, conductas. Para la Biblia, la ira es compleja, involucrando a toda la persona.

 Como toda emoción, está ligada a nuestro corazón, a nuestra naturaleza interior la cual vive a favor o en contra de Dios.

 Es bueno aclarar que es posible ser bueno y estar airado. Hablando de Dios, la Biblia dice en el Salm 7:11: “Dios es juez justo, y un Dios que se indigna cada día contra el impío”. Juan 3:36: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él”.

 Jesús estuvo airado en numerosas ocasiones. Leamos Marcos 3:5; Marcos 10:13-14.

 Por lo tanto, es posible airarse sin estar pecando. Efesios 4:26: “Airaos, pero no pequéis, no se ponga el sol sobre vuestro enojo”. Hechos 17:16: “Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardeció dentro de él al contemplar la ciudad llena de ídolos”.

 Sin embargo, la mayoría de la ira humana es pecaminosa. En el Antiguo Testamento el tema ira humana aparece 47 veces y por lo menos 42 veces es pecaminosa (89%).

 Distingamos entre la ira justa y la ira pecaminosa.

 Son características de la ira justa:

ü  Cuando reacciona contra el pecado actual;

ü  Cuando está acompañada por otras cualidades como la compasión, y se autocontrola (Efesios 5:22-23).

 Son características de la ira pecaminosa:

ü  Cuando fluye de un corazón con motivación egoísta (Gen 4:6-7; Jonás 4:1-4). Por lo tanto, no se trata de aprender técnicas sobre el manejo de la ira –puede ser bueno- sino de ir a la fuente misma de la ira: el corazón.

ü  Cuando se caracteriza más por hablar que por escuchar (Stgo 1:19-20).

ü  Cuando ataca a la persona en lugar de solucionar el problema (Efesios 4:29).

ü  Cuando se convierte en ocasión para hablar imprudente y ásperamente (Prov 14:29; Prov 15:1).

ü  Cuando el enojo permanece por las fallas y heridas de otros.

ü  Cuando está acompañada de otras tendencias pecaminosas (Efesios 5:19-21).

 La ira se convierte en pecaminosa cuando explotamos (Prov 12:16; Prov 25:28), cuando nos encerramos (Efesios 4:26; Lucas 6:43-45). 

Analiza tu ira / para conversar:

1.            ¿Te aíras acerca de las cosas correctas?

2.           ¿Expresas ira del modo correcto?

3.           ¿Cuánto dura tu ira?

4.           ¿Cuán controlada es tu ira?

5.           ¿Qué motiva tu ira?

6.           ¿Cuál es el efecto de tu ira?

 

Algunas pautas para manejar la ira con la mirada puesta en el evangelio:

Honestamente, reconoce el componente emocional de tu ira.

Reconoce la soberanía de Dios en tu situación. Pregúntate: ¿Qué sucede ahora mismo y cómo puede Dios utilizar este o estos eventos para conformarme más a la imagen de Su Hijo? (Rom 8:28-29). ¿Cómo puede Dios utilizar lo malo de otros para nuestro bien espiritual? ¿Tu respuesta actual indica que vive en presencia de Dios o no?

Arrepiéntete y confiesa tu ira pecaminosa, si la hay, a Dios y a las personas apropiadas.

Clama a Dios por gracia, fortaleza, fuerza, sabiduría, al querer usar tu ira de modo justo.

Cuidadosamente evalúa tus pensamientos y reemplaza ideas falsas, engañosas, con aquellas que cumplan los criterios bíblicos (Filipenses 4:8).

Cuidadosamente evalúa tus deseos y reemplaza falsos ídolos, deseos pecaminosos, por adoración y obediencia al Dios vivo.

Busca solucionar las causas de tu ira de un modo bíblico.

Guarda tus palabras y acciones y detén cualquier respuesta hasta que estés seguro que agrada a Dios y edifica a otros.

Mantente recordándote a ti mismo que tu paciencia para otros es menor en comparación a la paciencia de Dios para contigo.

Ora por la persona que te ha maltratado y busca hacerle el bien y no el mal.

Un manejo bíblico de la ira es clave para preservar un ambiente matrimonial y familiar lleno de gozo y de búsqueda de crecimiento.

 

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