sábado, 17 de octubre de 2015

Un cafecito con mi Dios / Lucha social y voluntad de Dios

El “malo social” y Dios

Buenos días, Señor… hoy me levanto un poco más tarde. Es sábado. Todos duermen en esta casa.
Leo los salmos 51 y 10. Y pienso en nosotros como cristianos.
A mi entender, cuando un cristiano se bautiza te dicen públicamente que se compromete a crecer en su relación contigo. A obedecerte, pero ya no fundamentados en el miedo o hasta en la ignorancia, sino en el amor.
Y aquí es que Tú me pones dos alas de un mismo equilibrio. Por un lado, el Salmo 51 que me habla de mis infracciones y pecados, como persona. Del otro, el Salmo 10, que me habla de las transgresiones y pecados que inciden enormemente sobre nuestra vida social.
He aquí el retrato del "malo social" que hace el Salmo 10 (RV):
  • Persigue con arrogancia al pobre
  • Bendice al codicioso
  • Se sienta en acecho cerca de las aldeas
  • Acecha para arrebatar al pobre
  • Hace caer en sus garras a muchos desdichados.

En la Nueva Versión Española de Schökel y Mateos lo describe como alguien que: oprime al infeliz, se jacta de su ambición, es codicioso, intrigante, soberbio, engañador, practica el fraude, oprime, mata al inocente, arrastra a otros al mal...

Otro aspecto que me muestras, Padre, es que este "malo social" y Tú no se llevan. El "malo" con relación a tí, te desprecia y maldice (v. 3); no te busca (v.4); considera que no le pedirás cuenta (v. 4); no comprende los juicios de Dios y los desprecia (v.5); cree que no será juzgado.... y un largo etcétera que, en definitiva, indican no sólo que su vida es sin Ti, sino que su vida es contra Ti.


Tú, en cambio, no eres indiferente social y políticamente hablando ante la maldad. Ve el proceder del malo (v. 14); ves las penas que causa; la vejación a que somete a sus hermanos, la opresión y la violencia (NVI) y dispones quebrantar el brazo del inicuo...

Un tercer aspecto es el trato que das al débil, al indefenso, a los humildes, a los huérfanos, a los desvalidos. El Salmo 10, en este sentido, constituye un canto de esperanza social. Schökel y Mateos en su traducción lo describen maravillosamente:

"Señor, tú atiendes a los deseos de los humildes,
les presta oído y los anima,
tú defiendes al huérfano y al desvalido"...


Es decir, Eres el defensor de los pobres, pero más aún: es quien toma la iniciativa contra el malvado.

El salmista guarda silencio sobre cómo Tú harás justicia al humilde, al abusado. Sin embargo, su promesa es clara: Dios hará justicia, pero cómo... es la respuesta que debemos buscar cada día, con la determinación "...que el hombre hecho de tierra no vuelva a sembrar su terror".

Gracias, Señor, por este cafecito.

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