Lo
ilógico de la lógica
Pero los hombres que subieron
con él dijeron: No podemos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que
nosotros.
Números 13.31
El serio problema que experimentó el pueblo de
Israel tenía su origen en que no habían prestado atención a las instrucciones
que Dios les había dado. Al enviar los doce espías, él le había dicho
claramente a Moisés: «Envía unos hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la
cual yo doy a los hijos de Israel» (Nm 13.1). La función de estos hombres no fue, en ningún momento, evaluar si la
conquista de la tierra era factible. Solamente debían reconocer la tierra,
pues Dios había dicho que sería él quien
la daría. Me imagino que el
Señor deseaba animar el corazón de la gente con
el reporte de las maravillas que les esperaban en la tierra que había prometido
a sus padres, como podría también entusiasmarnos a nosotros, si vemos la
película de un lugar que pronto vamos a visitar.
Por no haber entendido cuál era la naturaleza de
su misión, los hombres creyeron que Dios les había dado autoridad para decidir
si la misión era factible o no. Este
error le costó a una generación entera la entrada al lugar reservado para
ellos.
Es de sumo interés para nosotros observar los
argumentos que presentan estos hombres para justificar su informe. En las
explicaciones que dieron vemos la clara evidencia de una de las más comunes estrategias que utiliza el enemigo contra los
hijos de Dios. Consiste en apelar a
la mente del ser humano, presentando argumentos lógicos y cuidadosamente
fundamentados, para que la persona desista de hacer lo que Dios le pide. No
tenemos más que observar la vida de algunos de los personajes de la Biblia para
ver que esto es muy común.
Consideremos, por ejemplo, el llamado de Moisés. Presentó al menos tres argumentos
para tratar de convencer al Señor de que
había cometido un error: que no le creerían, que era tartamudo y que era
una persona insignificante, todas observaciones acertadas. Cuando Dios llamó a Gedeón, este argumentó que él era el
más pequeño de una familia pobre, afirmaciones que también eran verdad. Cuando Saúl vio la disposición de David para
ir contra Goliat, lo tuvo en menos porque era un joven sin experiencia en la guerra.
Esto también era verdad. En cada uno de estos casos, la lógica estaba del lado de la persona que discutía con Dios.
El asunto es que la vida espiritual no se basa
en la lógica. Al contrario, la lógica casi siempre es un estorbo para los que
quieren avanzar en las cosas de la fe. Dios se ríe de la lógica. Él no escoge a
los que nosotros escogeríamos, ni hace las cosas como nosotros las haríamos. No
hay nada de malo en razonar las cosas, pero a la hora de seguir al Señor no son
nuestros argumentos los que deben guiar nuestros pasos, sino una convicción
absoluta de que Dios sabe lo que está haciendo, aunque sus propuestas nos sean
completamente ilógicas. Armados pues, de la fe, que se construye sobre la
Palabra de Dios, avancemos en los proyectos del Señor.
Para
pensar:
«Nunca
podrás entender por qué Dios hace lo que hace, pero si le crees, eso
será
todo lo que haga falta. Aprendamos a confiar en él por lo que es».
Elizabeth Elliot.
Tomado de "Alza tus ojos"/ Encuentro diario del líder con Dios. Christopher Shaw.
1 comentario:
Excelente publicación.
La lógica es realmente el freno más efectivo contra el avance espiritual.
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