domingo, 27 de mayo de 2018

Tres mujeres y una lectura


Débora y las tribus de Israel
Una lectura y tres mujeres

El período de los Jueces se caracterizó por el continuo retorno del pueblo a caminos de perversión, de pecado, de ruptura con Dios y por su clamar a Dios ante la opresión a que son sometidos y, finalmente, la intervención de Dios para liberación del pueblo.

Jueces 4:1-2 Opresión. “Los israelitas volvieron a hacer lo que ofrende al Señor, en el capítulo 5 señala que se apartaron por senderos torcidos. Y en 4:1 nos dice que, por lo tanto, el Señor renovó su juicio, esta vez en la forma de Jabín y Sísara. “Jehová los entregó”. En 5:8 dice: “Cuando escogían nuevos dioses, la guerra estaba a las puertas”.

Jueces 4:3 Clamor.  Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, porque Jabín tenía novecientos carros de hierro y había oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años”.

4:4-24 Liberación. A diferencia de episodios previos, la obra de liberación de Israel en esta ocasión fue compartida entre tres personajes principales: Débora la profetisa y juez (v. 4-5); Barac, quien es llamado por Débora para dirigir a Israel en la batalla (6-16) y Jael, quien finalmente mató a Sísara sin ayuda en su tienda (17-22).

Sin embargo, es la intervención propia del Señor (4:15) el punto decisivo de cambio. En los v. 15-16, dice: “Y Jehová quebrantó a Sísara, dispersando delante de Barac, a filo de espada, todos sus carros y a todo su ejército. El mismo Sísara descendió del carro y huyó a pie… Aquel día, todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, hasta no quedar ni uno”.


Luego de la batalla Débora y Barac entonan un cántico. El tema principal del canto es “los actos justos” del Señor, quien fue adelante como el campeón de Israel y anonadó a sus enemigos (y a Israel) desatando los poderes del cielo contra ellos. Es un himno de victoria en alabanza al Señor y a sus fieles partidarios, pero especialmente al Señor. Él era el verdadero Salvador de Israel y el Señor de su medio.

Un canto que es una descripción de las diversas actitudes de las tribus de Israel, pero que es también la descripción de la participación de tres mujeres: Débora, Jael y la madre de Sísara.

Débora:
Débora fue la quinta jueza de Israel. En este período oscuro de la historia de esa nación ella ilustró el poder de Dios para rescatar a su pueblo.

Es la única mujer jueza de este período, gobernaba Israel y a ella acudían los israelitas en busca de justicia. Era, además, profetiza.

Una de las características excepcionales que demostró fue su disposición de salir del papel tradicional de las mujeres a fin de traer bendición a su país. Aceptó lo que ninguna mujer aceptaba entonces: ir a la guerra con Barac.

El llamado y los dones de Dios traen a una persona al ministerio del Señor. Tu sexo no determina tu llamado o tu misión. Al dedicarte al Señor y buscar su rostro, estarás preparada para cumplir la voluntad de él para tu vida.

Débora nos da el ejemplo de una mujer que estaba dispuesta a ser usada por Dios.

La canción de Débora nos desafía a un compromiso voluntario. Un compromiso que se basa en el amor, en el servicio, en la obediencia.
Ante la opresión nos dice:
“Yo, Débora, me levanté,
me levanté como madre en Israel.
Mi corazón es para ustedes, jefes de Israel”.

Y clama:
“Despierta, despierta, Débora.
Despierta, despierta, entona un cántico.

(Llamado a despertar a las mujeres de la Iglesia, a las madres de este pueblo).

Despierta, despierta, como madre dominicana,
Despierta, despierta, como madre cristiana
Ponte al frente de la batalla
Derrotemos a los enemigos de nuestros hijos
A quienes quieren arrebatarnos su salvación
Luchemos por nuestra liberación
y la liberación de nuestras familias,
Despierta, despierta, Débora,
Altagracia, Juana, María…
Entona un cántico, que la victoria es nuestra,
Con Dios nunca, nunca, nunca serás derrotada.

Jael:
De particular interés es la forma en que el Señor, al rescatar una vez más a Israel, quitó el honor de la victoria de un hombre que mostró ser indigno de ella (9) y se lo dio a una mujer (no a Débora, como nosotros esperamos, sino a Jael). Las mujeres dominan en este episodio. Jael, con su trasfondo no israelita (11, 17) y sus métodos no convencionales ilustra la libertad soberana del Señor para usar a quien él quiera para cumplir sus propósitos.

Esta mujer actúa con astucia. Sabía que no podía enfrentar físicamente a Sísara, quien era un guerrero.

24 »Bendita sea entre las mujeres Jael,
mujer de Heber, el ceneo;
entre las mujeres, bendita sea en la tienda.
25 Él pidió agua y ella le dio leche;
en tazón de nobles le presentó crema.
26 Tendió su mano a la estaca,
su diestra al mazo de los trabajadores,
y golpeó a Sísara: Hirió su cabeza,
le horadó y atravesó sus sienes.
27 Cayó encorvado a sus pies, quedó tendido;
a sus pies cayó encorvado;
donde se encorvó, allí cayó muerto (Jueces 5:24-27).

Mujeres: algunas batallas no se ganan con fuerza, no se requiere ser un militar, se requiere paciencia, se requiere astucia. En el caso nuestro, que somos cristianos, se requiere oración, se requiere escuchar la voz de Dios, se requiere conducirnos por su Palabra. Y entonces el enemigo caerá muerto a tus pies. El enemigo, con el poder de Dios, está bajo tus pies, bajo tus pies…

La madre de Sisara:
La conversación muda entre la madre de Sísara y sus doncellas, sólo vela finalmente un terror inexpresado. Sísara, su hijo, no volvería jamás.

Pero lo que eran malas nuevas para la casa de Sísara, eran buenas nuevas ciertamente para Israel: el opresor estaba muerto. Era una liberación que Israel no merecía, pero que el Señor graciosamente les concedía.

Estos versos son dolorosos, es el corazón de una madre que espera en la victoria de su hijo, una victoria que no llegará. Angustia, mucha angustia.

28 »La madre de Sísara se asoma a la ventana,
y por entre las celosías dice a voces:
“¿Por qué tarda su carro en venir?
¿Por qué las ruedas de sus carros se detienen?”
29 Las más avisadas de sus damas le respondían,
y aun ella se respondía a sí misma:
30 “¿No será que han hallado botín y lo están repartiendo?
(Jueces 5:28-30).

Muchas madres dominicanas tienen razón en angustiarse cuando sus hijos andan en malos pasos, cuando han decidido apartarse de los caminos del Señor. Peor aún si ese apartarse tiene que ver con que como padres o madres no los hemos instruido en los caminos del Señor, sino del mundo.

Sin embargo, hay esperanza. Jesús murió y resucitó por nuestra redención y la redención de tus hijos. En lugar de preparar fiesta ante el pecado y la maldad, preparemos un corazón humillado y arrepentido, preparemos nuestras rodillas por nuestros hijos, clamemos a Jehová por ellos.

Despierta, despierta, como madre dominicana,
Despierta, despierta, como madre cristiana
Ponte al frente de la batalla
Derrotemos a los enemigos de nuestros hijos
A quienes quieren arrebatarnos su salvación
Luchemos por nuestra liberación
y la liberación de nuestras familias,
Despierta, despierta, Débora,
Altagracia, Juana, María…
Ysabel... cada madre que diga su nombre.
Entona un cántico, que la victoria es nuestra,
Con Dios nunca, nunca, nunca serás derrotada.


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