sábado, 11 de noviembre de 2017

Consecuencias y sobreposición al maltrato a la mujer

Maltrato a las mujeres: características y sobreposición

Juan Antonio Monroy, con sus ochenta y ocho años, es un escritor fácil de leer. Parte desde su fe cristiana y da un valor extraordinario a la razón humana. Hemos querido reproducir juntos estos cinco artículos (escritos en forma de carta al editor de Protestante Digital, de modo que puedan servir a las mujeres que han sido víctimas del maltrato, como a aquellos que deciden ser parte de acompañarlas en este casi siempre doloroso proceso. La serie se divide en dos. Los primeros tres artículos se dedican a las consecuencias del maltrato, y los últimos dos artículos a pautas para sobreponerse al maltrato. Al final pueden encontrar el enlace para los artículos originales. Además, subrayamos aquellas ideas o conceptos que nos parecen clave en el tema  (MT).

Consecuencias del maltrato a las mujeres (1)
Muchas agresiones contra la mujer tienen su origen en los celos. Casi siempre infundados, o por el miedo de que la mujer decida abandonar su pareja y el hogar.

04 DE OCTUBRE DE 201

Señor Director:
La semana pasada me referí a esa lacra social que está suponiendo el maltrato a las mujeres. Aquél artículo lo compuse a base de estadísticas. Hoy, si usted me da licencia, abundo en el tema. En esta ocasión voy a tratar de cuatro consecuencias que quedan en las mujeres maltratadas. En próximos artículos señalaré otras.

Primera consecuencia. Secuelas físicas y muerte
Muchas agresiones contra la mujer tienen su origen en los celos. Casi siempre infundados, o por el miedo de que la mujer decida abandonar su pareja y el hogar.
En estos casos el hombre enloquece y ella lo cree. Las consecuencias de este tipo de maltrato pueden ser desde simples hematomas en el cuerpo hasta traumatismos craneoencefálicos. En algunos casos todo esto acaba en muerte.

Segunda consecuencia: trastorno de la personalidad
Una segunda consecuencia de los maltratos es el trastorno de la personalidad que sufre la mujer.

  • Períodos de depresión.
  • Sensación de rabia.
  • Baja autoestima.
  • Sentimiento de culpabilidad.
  • Dificultades en las relaciones personales.
  • Disfunciones sexuales.
  • Dificultades para dormir.
  • Pesadillas en las que revive el pasado.
  • Carácter irritable.
  • Apatía, cansancio, carencia de interés por todo cuanto le rodea.
  • Alto nivel de ansiedad.

Todos estos traumas se producen cuando el maltratador lleva a la mujer a situaciones límites, como hacía Charles Boyer con Ingrid Bergman en la antigua película LUZ QUE AGONIZA.

Tercera consecuencia: resultado de un noviazgo conflictivo
Cuando los maltratos trascienden al conocimiento de la familia o de las amistades, la mujer puede llevar años sufriéndolos en silencio y ocultándolos.
En algunas parejas el maltrato se produce ya en la temprana edad del noviazgo.
Bien a consecuencia de los celos o para demostrar el macho su poder y dejar claro quién manda en la pareja y quién debe obedecer.
En época de noviazgo la mujer, enamorada, suele aceptarlo todo, hasta golpes. Y si al hombre atrae la bebida, el maltrato puede ser frecuente.
Es en esta primera etapa de las relaciones sentimentales cuando la mujer debe decidir si tendrá por marido al hombre adecuado.

Cuarta consecuencia: resultado del primer golpe
Lucía y Alfredo llevaban un año de casados.
Él estaba sentado en el sofá leyendo el periódico. Ella se le acerca cariñosa.
-¿Sabes qué día es hoy?
-Miércoles, respondió el marido en tono seco.
-No, qué día del año.
-Qué sé yo. Déjame. ¿No ves que estoy leyendo el periódico?
Era el primer aniversario de boda, pero Alfredo lo había olvidado.
Desilusionada, Lucía se levanta y dice:
-Sigue leyendo. Voy a llamar a mi madre.
Alfredo se encendió. Dijo a gritos:
-Tu madre, siempre tu madre, estoy harto de esa vieja que se entromete en nuestras vidas. El próximo día que venga la echo de aquí a patadas.
Lucía, con el rostro desencajado, ojos muy abiertos, mirada de incredulidad, se enfrentó a la fiera.
-No hables mal de mi madre. Te lo prohíbo.
-Tú no me prohíbes a mi nada. Contigo haré lo mismo. Me estás provocando. Cualquier día te doy una bofetada.
Se la dio en aquél instante. Con el puño cerrado.
Lucía visitó a su madre aquella misma tarde. Ella vio un hematoma en el rostro de la hija.
-Me he dado contra la puerta del salón, se excusó.
-No hija, no; no ha sido contra la puerta. Ha sido un golpe de tu marido. Divórciate mañana mismo o después de ese primer golpe te dará otros.
Lucía no se divorció. Tal como la madre le había prevenido, los golpes fueron constantes, por cualquier motivo o sin motivo alguno.
Una consecuencia del maltrato que sufren las mujeres puede ser por no haber parado el primer golpe; por no cortar la relación cuando debieron hacerlo.
Páselo bien, señor Director. Yo seguiré con el tema la próxima semana.


Consecuencias del maltrato (2)

La Organización Mundial de la Salud publicó en 2010 un informe sobre el maltrato a las mujeres y concluía que de cada 100 maltratadas, 58 lo eran en el seno del hogar, por sus propios maridos.

11 DE OCTUBRE DE 2017

Señor Director:
Si usted lee mis artículos antes de publicarlos sabrá que la semana pasada me referí a cuatro consecuencias que padecen las mujeres maltratadas: secuelas físicas, trastorno de la personalidad, el resultado de un noviazgo conflictivo y el resultado del primer golpe.
Con licencia de su parte, hoy amplío la lista:

Quinta consecuencia: el síndrome de Estocolmo
Hay mujeres que después del maltrato contraen lo que se ha dado en llamar EL SÍNDROME DE ESTOCOLMO.
¿En qué consiste?
Estocolmo es la capital de Suecia, uno de los países nórdicos más ricos de Europa.
En 1973 varios hombres encapuchados entraron a un Banco para atracarlo.
Las personas que estaban en el Banco fueron utilizadas como rehenes.
El secuestro se prolongó durante una semana.
Después de ser liberados por la policía, las víctimas manifestaron una relación de afecto con sus secuestradores.
Una de las mujeres rehenes se enamoró de un secuestrador.
En el maltrato de mujeres la víctima suele experimentar a veces ese Síndrome, regresando con el maltratador después de una paliza e incluso saliendo en su defensa.
A la larga esta actitud no resulta. El maltratador vuelve a maltratar.
Os voy a poner un ejemplo: Yo vivo solo en Madrid. Siempre he tenido alguna sirvienta que me arregle la casa.
Durante un año tuve a una mujer rumana, Eugenia, que trabajaba dos horas diarias, de 12 a 2 de la tarde.
Llegó a España porque el marido la maltrataba mucho y decidió dejarlo.
Pero en los últimos meses fue atacada por el Síndrome de Estocolmo. Justificaba al marido.
  • “No es tan malo”.
  • “Después de pegarme me pedía perdón”.
  • “Me maltrataba cuando estaba borracho”.
  • “Estoy pensando volver con él”. 
  • “Lo extraño mucho”.
  • Y volvió.
La semana pasada me llamó por teléfono. Dijo que se había caído de un árbol al que se subió para coger peras y se había roto una pierna.
Necesitaba dinero para la operación. Pedía que le ayudara.
Hablé con una hermana que vive en Madrid, Gabriela, y me dijo que no se había caído de un árbol, que después de una paliza el marido la tiró por la escalera de la casa.
Si una mujer maltratada decide volver con el esposo, porque lo extraña, ha de ser muy prudente, estar muy segura de no ser maltratada de nuevo.

Sexta consecuencia: hogares arruinados.
La Organización Mundial de la Salud publicó en 2010 un informe sobre el maltrato a las mujeres y concluía que de cada 100 maltratadas, 58 lo eran en el seno del hogar, por sus propios maridos.
El mismo informe presentaba una semblanza de estos maltratadores.
  • Hombre entre 30 y 50 años.
  • Trabajador no cualificado en paro.
  • Consumidor de bebidas alcohólicas.
  • Con muy baja autoestima.
  • Emocionalmente inestable.
  • Muy celoso.
  • Criado en ambientes violentos.
  • Con problemas para controlar sus impulsos.
Convencido de que es el dueño del hogar y puede ejercer ese poder sobre la esposa y los hijos como le venga en gana.
Es decir, un auténtico desastre como persona y una nulidad como esposo.
Llevan a cabo maltratos de forma que no resulten denunciados y si lo son, para que sus argumentos terminen evitando la condena.
El psiquiatra Rojas Marcos dice que en el hogar se generan tensiones entre los diferentes miembros de la familia.
Toda vez que el hogar es un círculo cerrado, oculto a la vista del público, el maltratador tiene aquí un espacio para desarrollar su agresividad. Siempre puede decir que la mujer exagera.

Séptima consecuencia: efecto en los hijos.
El hombre que maltrata a la mujer en el hogar se siente protegido por el silencio de las paredes. Nadie le ve.
Sin embargo, en ese hogar están los hijos.
El psiquiatra norteamericano David Smith, en un libro titulado EL IMPACTO MENTAL EN LOS HIJOS DE UN MALTRATADOR, dice que las consecuencias últimas del maltrato a las mujeres en el hogar las sufren los hijos, niños y niñas.
Aunque ellos no sean directamente maltratados, la violencia paterna ejerce efectos negativos en su desarrollo como personas.
Estudios realizados últimamente por la Organización Mundial de la Salud afirman que el 60 por ciento de niños y niñas que presencian maltrato contra la madre en el hogar muestran fuertes inclinaciones al mundo del alcohol, la droga y la delincuencia en general.
Los niños, al crecer y contraer matrimonio, siguen el camino de los padres y se convierten ellos también en maltratadores de su pareja.
No he terminado, señor Director. Continuaré con el mismo tema unas semanas más.
Páselo bien.

Consecuencias del maltrato a las mujeres (3)

Gobiernos, jueces, policías, iglesias y otras altas instituciones no son conscientes de los perjuicios que el maltrato a mujeres supone para sus respectivos países. 
18 DE OCTUBRE DE 2017

Señor Director:
Usted debe estar al tanto de lo que se publica en su medio periodístico “Protestante Digital”. Por lo mismo quiero creer que lee mis artículos. Con esta de hoy llevo tres semanas escribiendo sobre las consecuencias que arrastran durante tiempo o por vida las mujeres maltratadas: secuelas físicas, trastorno de la personalidad, las consecuencias de un noviazgo conflictivo, las secuelas del primer golpe, síndrome de Estocolmo, hogares arruinados, efecto en los hijos. Hoy alargo la lista con nuevas reflexiones.

Octava consecuencia: peligrosidad social.
El maltrato a las mujeres supone un peligro para la sociedad.
Un escritor canadiense llamado Ralph White, que ha recorrido países de África y América Latina, dice que el maltrato a mujeres no sería tan elevado en países de estos continentes si los gobiernos invirtieran más dinero, esfuerzos y medios para controlar el problema. “Estos gobiernos –dice- no toman conciencia de lo funesto que es para una sociedad el maltrato a las mujeres”.
Muchas mujeres no denuncian porque las autoridades no son suficientemente severas. El maltratador denunciado entra por una puerta de la cárcel y sale por la otra el mismo día.
Sigue diciendo White que gobiernos, jueces, policías, iglesias y otras altas instituciones no son conscientes de los perjuicios que el maltrato a mujeres supone para sus respectivos países. “Esta falta de interés posiblemente se deba a que tanto miembros del gobierno como jueces, policías y líderes religiosos son hombres y como hombres no han sufrido maltratos. Hasta es posible que entre ellos existan también maltratadores”.
El maltrato a mujeres es un daño que se causa a la sociedad. Un país que se considere civilizado y quiera unirse al progreso no puede vivir con esa lacra en su seno.

Novena consecuencia: miedo a la soledad.
Hay mujeres que aguantan el maltrato por dos razones principales: 
Una, porque se ven impotentes para criar solas a los hijos.
Dos, porque les invade el miedo a la soledad.
En España se canta una pequeña copla procedente de las islas canarias que dice así:
Si tu marido te pega
no llores, Lola,
vale más llevar palos
que dormir sola.
La aceptación de este falso modelo supone un tremendo error.
Aunque la mujer maltratada y separada no encuentre nueva pareja, es preferible vivir sola a vivir con un hombre violento y agresivo.
La soledad siempre ha sido motivo de angustia para el ser humano.
La soledad la sienten más las mujeres que los hombres.
Cuando los hombres se deprimen por algún motivo, se van al bar con amigos y se emborrachan.
La mujer no puede hacer esto. Está mal visto. Tiene que vivir la soledad en casa.
El drama de la soledad es insoportable para muchas mujeres. Han pedido hablar conmigo algunas que me han dicho: “Es que no soporto vivir sola”.
Y llevan razón. Fuimos creados para vivir en compañía.
Un simpático pasaje del Eclesiastés dice:
“Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del sólo! Que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. 
También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?
Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto” (Eclesiastés 4: 9-12).
Una consecuencia del maltrato contra las mujeres es la separación o el divorcio y la soledad en la que queda.
Sin embargo, es preferible vivir sola que vivir con un hombre que maltrata.
El poeta español del siglo XIX, Ramón de Campoamor, se expresó en estos términos:        
Sin el amor que encanta,
la soledad del ermitaño espanta.
¡Pero es más espantosa todavía
la soledad de dos en compañía!
Cuando la cuerda del amor se rompe, hombres y mujeres viven vidas solitarias, aunque vivan en una misma casa y duerman en una misma cama.
La mujer sola vive en un continuo escalofrío. Pero en el caso que estoy tratando, debe ser más soportable esta soledad que una existencia de sufrimientos diarios.
A partir de la próxima semana daré un nuevo giro al tema, señor Director.
Páselo bien.

Sobreponiéndose al maltrato

Escribo dirigiéndome directamente a la mujer maltratada. Una mujer que puede superar su situación.

25 DE OCTUBRE DE 2017
Señor Director:
He escrito para usted tres artículos especificando las secuelas que padecen las mujeres maltratadas. ¿Los ha leído?
Hoy continúo con el tema, pero desde otra perspectiva. Cómo una mujer que ha sido maltratada por el hombre debe y puede superar su situación. Sígame, aunque no sea usted mujer ni haya padecido maltrato por parte de la suya, pobre ángel. Aclaro que escribo dirigiéndome directamente a la mujer maltratada.

1. Buscar el auxilio de Dios.
¿Cómo sobreponerse a los malos tratos recibidos? ¿Por dónde empezar la curación? ¿A quién acudir?
Voy a exponer algunas orientaciones que no curan el problema, pero pueden ser de ayuda.
Para vencer los traumas que el maltrato te ha dejado has de buscar la ayuda de Dios en oración.
Decir, como el salmista: “Señor, sé tú mi ayudador”. (Salmo 30:10)
Señor, “ten misericordia de mí. Mira mi aflicción que padezco”. (Salmo 9:13)
Deposita toda tu carga sentimental en Dios.
Dile: Señor, no comprendo lo que me ha pasado.
Ya no tengo lágrimas. El corazón se me ha hecho de piedra.
Tú eres mi refugio. Ampárame en este día de angustia. (Salmo 32:7 y 59:16).

2. Recuperación.
Tú debes ser la autora de tu propia recuperación. Los demás podrán darte consejos, ayudas, amor, pero no te pueden curar el trauma que padeces.
Has de sacar fuerzas de tu interior para vencer los recuerdos desagradables.
Debes tomar el control de tu propia vida y depender de ti.

3. No dar lugar a la ira.
No te dejes invadir por el terror ni por la ira.
Valtraud, una mujer alemana de 48 años que había sido maltratada por su propio padre, le dice al psicólogo que la estaba tratando:
“Tengo frecuentes pesadillas. Creía que la única forma de curarme totalmente era desenterrar el cadáver de mi padre y clavarle una estaca en el corazón”.
Pide al Señor que aparte de ti la ira y te libre de los deseos de venganza.

4. Vivir una vida normal.
La recuperación de los traumas que se padecen a causa de los maltratos recibidos pueden tener tres fases:
Primera fase, hacer todo lo posible por matar los recuerdos desagradables.
Segunda fase, estar segura de ti misma en lo que quieres y en lo que haces.
Tercera fase, establecer conexiones con la vida normal.
Esto no te garantiza una recuperación mágica, pero puede ser eficaz en el tratamiento de los complejos y los traumas.

5. Comunícate con otras mujeres.
Comparte tu problema con otras mujeres que hayan tenido experiencias semejantes a las tuyas.
Es importante que sepas que no estás sola en ese dolor.
Otras mujeres han sido también maltratadas y compartir información con ellas te puede ayudar.
Sobretodo, no te encierres en ti misma.
Dice el apóstol Juan que Jesús sacó de María Magdalena siete demonios.
Habla con otras mujeres de los demonios que te torturan y échalos fuera.

6. Toma el control de tu vida.
La mujer maltratada no se siente a gusto con su cuerpo.
Sus pensamientos y sus emociones están fuera de control.
Las víctimas de maltratos experimentan una intensa sensación de pérdida de control.
Recuperar el control del cuerpo supone centrarse en los ritmos biológicos: La alimentación, el sueño, las actividades diarias, los amigos, los familiares, la vida social.

Esto no es todo, señor Director. Sobre el tema de hoy estoy escribiendo un segundo artículo para la semana próxima.
Páselo bien.

Sobreponiéndose al maltrato (2)
Tienes en tu interior unas potencias espirituales que te fueron dadas por Cristo y que debes utilizar para vencer.

08 DE NOVIEMBRE DE 2017

Señor Director.
Sabrá usted que le escribí para su “Protestante Digital” tres artículos sobre las secuelas que quedan en las mujeres maltratadas y uno tratando la manera de superar las consecuencias del maltrato. En este escrito dije que pueden ser de ayuda, no que curen las heridas del alma, las observaciones que siguen: buscar el auxilio de Dios, intentar la recuperación, no dar lugar a la ira, vivir una vida normal, comunicarse con otras mujeres y tomar el control de la propia vida.
Aquí amplío la lista de observaciones. Como en el artículo anterior, me dirijo directamente a la mujer maltratada.

7. Vencer los fantasmas.
Tienes que vencer los fantasmas que quedan después del maltrato y superar todos los miedos.
Una mujer francesa, Chantal, de 30 años, a quien su marido le daba palizas y en una de ellas le rompió el brazo derecho, cuenta:
Yo sabía que mi maltratador estaba en la cárcel. Aún así, la imagen de su rostro aparecía cada vez que cerraba los ojos. Me sobresaltaba constantemente. Me estremecía cuando los amigos me abrazaban. Las noches eran lo peor. Tenía miedo de levantarme en la oscuridad para ir al baño. Mi vida estaba poblada de fantasmas. Llegué a tomar una dosis excesiva de barbitúricos para suicidarme. Afortunadamente mi madre, que entonces vivía conmigo, acudió a tiempo. En el hospital me pusieron en tratamiento con un terapeuta y después de seis meses pude echar de mi todos los fantasmas que me atemorizaban”.
Hazlo tú también.

8. Reconcíliate contigo.
Esto nos lleva a otra fase de la recuperación en el caso de la mujer maltratada: La reconciliación consigo misma.
El apóstol Pablo dice que Dios nos dio el ministerio de la reconciliación. (2ª Corintios 5:18).
Esto significa la capacidad de reconciliar a las personas con Dios y a reconciliarse entre ellas.
En el caso de la mujer maltratada debe ejercitar este ministerio reconciliándose consigo misma.
Ha sido víctima de abusos, no ha sido culpable de nada, sin embargo queda o puede quedar un sentimiento traumático de culpabilidad.
¿Por qué lo permitió desde el primer momento? ¿Por qué no dejó al maltratador cuando recibió los primeros golpes? ¿Por qué no lo denunció desde el primer día del maltrato?
Todo esto te crea un sentimiento de culpabilidad que debes eliminar cuanto antes, reconciliándote contigo misma.
Si empiezas por quererte a ti misma, llegarás a querer a otros.

9. Despojarte del peso que te pueda agobiar.
En los primeros cuatro versículos en el capítulo 12 de la epístola a los Hebreos hay dos frases que los psiquiatras utilizan hoy día en el tratamiento de mujeres maltratadas, aún cuando fueron escritos hace dos mil años. 
“Despojémonos de todo peso”.
“Que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”.
Ese “peso” no se refiere al pecado. La carga del pecado se menciona aparte.
El peso que lleva en su interior la mujer maltratada es el recuerdo de todo lo sufrido.
Una tristeza interior que va subiendo como una marea hasta convertirse en un océano de angustia.
Las mujeres que han vivido la terrible experiencia del maltrato deben realizar esfuerzos por enterrar el pasado y quitarse de encima ese peso.
La segunda frase en los versículos citados hablan del desmayo: “Que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”. 
El ánimo se refiere a las propiedades del alma. El alma es la vida y no debe claudicar, sino confiar y esperar. Esta era la experiencia del salmista:
“¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío” (Salmo 42:5)

10. Utilizar las fuerzas interiores.
En Colosenses 1:29 el apóstol Pablo dice que trabaja y lucha “según la potencia de Él, la cual actúa poderosamente en mí”.
Tú no tienes en tu interior la fuerza bruta del gorila.
Tienes poderes celestiales, porque fuiste creada a imagen y semejanza de Dios.
Pablo no dice que lleves tus cargas a Cristo. Está diciendo que ejercites el poder de Cristo que habita en ti.
Tienes en tu interior unas potencias espirituales que te fueron dadas por Cristo y que debes utilizar para vencer definitivamente los dolores padecidos durante los malos tratos.

Espero, mujer, que mis cinco artículos aquí publicados sobre mujeres maltratadas puedan serte de ayuda si te encuentras en parecida situación, Dios no lo quiera.
Y a usted, señor Director, mi deseo de que lo pase bien.

CONTRIBUIDO DE:
http://protestantedigital.com/blogs/42049/Consecuencias_del_maltrato_a_las_mujeres_1
http://protestantedigital.com/blogs/42107/consecuencias_del_maltrato_2
http://protestantedigital.com/blogs/42157/Consecuencias_del_maltrato_a_las_mujeres_3
http://protestantedigital.com/blogs/42160/Sobreponiendose_al_maltrato
http://protestantedigital.com/blogs/43373/Sobreponiendose_al_maltrato_2



viernes, 3 de noviembre de 2017

Palabras de Pastor / Necesitamos acompañarle

Necesitamos acompañarle
Modesto Cedano Duran
El Pastor Modesto y su esposa Josefina
“Ayer me enteré de alguien que murió luego de una larga lucha con adicciones. Habia logrado acercarse a Dios hace unos 8 meses pero sucumbió bajo las garras de este terrible mal en esta semana.
Todos estamos familiarizados con esa escena clásica de alguna película de la Guerra de Vietnam... Hay unos soldados prisioneros de guerra en territorio enemigo metidos en un hoyo profundo tapado por palos de bamboo y fuertemente custodiados.
El ejército envia un equipo élite para rescatar a dichos prisioneros y logran contra todo tipo de obstáculo y contratiempo llegar hasta donde se encuentran los cautivos abriendo su celda, desatando sus manos y pies y subiéndolos del pozo donde se hallaban recluidos.
¿Ya son libres?
Si y no.
Todavia resta encaminar o cargarlos hasta el helicoptero que se encuentra a una buena distancia en un campo abierto esperando para llevarnos a una base segura.
Nuestro enemigo al percatarse del rescate nos dará caza hasta re-apresarnos o matarnos. El grupo rescatista y los prisioneros liberados sufrirán disparo enemigo y sus vidas correran peligro hasta que no logren alejarse de la zona.
En cierta medida, y entiendan el ángulo que pretendo enfocar, la vida cristiana es una carrera que premia al que llegue a la base. La salvación es un evento y a la vez es un proceso.
Le llevamos el evangelio al cautivo que le hace libre pero necesitamos acompañarle y discipularlo hasta que el Señor nos lleve en los aires y nos saque de este campo lleno de peligrosidad que atenta contra nuestra vida. El que persevere hasta el fin será salvo.” 

martes, 29 de agosto de 2017

Palabras de Pastor / Aumentando las probabilidades

Aumentando las probabilidades
Pastor Modesto Cedano Durán

No han sido pocas las veces que he escuchado a hermanos, aun a pastores, decir y afirmar "Cree en el Señor y serás salvo tú y tu casa". Expresión que la dijo el Apóstol Pablo al carcelero en Filipos según es narrado en Hechos 16.
Los pastores Modesto y Josefina Cedano 
En ocasiones se promueve inclusive como una promesa, y personas se aferran al cumplimiento de la promesa pero la pregunta honesta que uno debe hacerse es... ¿realmente es una promesa?
Ciertamente Pablo le dio al carcelero la expectativa de que si "él" creía su familia por igual iba a responder al evangelio. Una promesa particular dada en un momento determinado a una persona determinada, sin acápite de repartir la expectativa a quien uno quiera.
La Biblia no enseña por parte que mi conversión en particular selle y asegure la conversión de los demás miembros de mi familia.
La salvación es personal. No por herencia o asociación. No es un asunto que mi mamá es creyente o que tenga un tío que es Pastor.
La clave es entender que cada quien tiene que escuchar el evangelio, entenderlo, el Espíritu Santo redargüir de pecado, produciendo arrepentimiento, llevando a la persona a confesar sus pecados y a volverse a Dios, haciéndolo Rey, Señor y Salvador de su vida y reflejando entonces la obra transformadora de Dios, viviendo a la luz de la Palabra de Dios...porque como bien dijo Jesús..."Si me amas, guarda mis mandamientos".
Porque si fuese así de sencilla la ecuación o "fórmula" de la salvación de sólo uno creer para sellar la salvación de toda la casa la estrategia estaría clara: convierte a una persona por casa y acuéstate a dormir...que esa salvación va para todo el hogar...
Obviamente sí podemos decir que cuando el evangelio llega a una vida eso aumenta las probabilidades de que los de "la casa" y todos sobre los que ejerza influencia serán expuestos de un modo más regular y presencial al amor de Dios, sus valores y sus principios, elevando la probabilidad de conversión en esa red familiar.
¿Me explico?
“Él entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (Hechos 16:29-34 RVR1960).

“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:8-9 RVR1960).

domingo, 16 de julio de 2017

Cielos de bronce

Cuando los cielos se vuelven de bronce

“Bendita la crisis que te hizo crecer, la caída que te hizo mirar al cielo, el problema que te hizo buscar a Dios...” Francesco Forgione


En una entrevista que le hicieron a la cantautora, líder de alabanza y adoradora Maredith Andrews, explicó como se había sentido terriblemente abrumada, al intentar equilibrar sus compromisos, su labor creativa, su familia… Cuando reflexionaba sobre el estrés que le producía intentar conjugarlo todo, dijo: “Sentí como que Dios me estaba llevando por una etapa de purificación, casi por un proceso de trituración”. 

Cuando leí estas declaraciones, me sentí tremendamente identificada, y mi corazón voló a un tema bien conocido sobre el que quisiera hacer una sencilla reflexión, “Cuando los cielos se vuelven de bronce” Es bien conocido de todos el pasaje de Deuteronomio 28 sobre este tema que, en definitiva, habla de las consecuencias de la obediencia o la desobediencia a Dios; ahí nuestros cielos se abrirán, o se cerrarán como el bronce.

Hubo distintas personas en la Biblia cuyos cielos se volvieron de bronce, Job, el pueblo de Israel en innumerables ocasiones, Elías, de algún modo… La mayoría de las veces, tal como sucedía con el pueblo escogido por Dios, la razón auténtica era su desobediencia. En otras ocasiones no tenía nada que ver con eso. ¿Fue Job realmente desobediente a Dios? ¿Lo fue Elías? Creo poder afirmar con toda rotundidad, que en ningún modo. Job pudo quejarse, preguntar con una cierta desesperación; pero no cometió pecado delante de Dios. Simplemente no comprendía toda aquella auténtica trituración por la cual el Señor de su vida le hacía pasar. Job no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo en las esferas celestiales, y de qué modo una terrible opresión satánica estaba permitiendo el Señor, hasta un punto, hasta el vallado y el cerco que el Dios de los cielos permitía. Elías, dice la Escritura que era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oro fervientemente para que no lloviese durante mucho tiempo, y luego para que sucediera lo contrario (Santiago 5) y el Señor lo escuchó; pero hay algo que me llama mucho la atención, Cuando se relata todo el tema de Elías, Acab, la lluvia…. Dice la Palabra que Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra puso su rostro entre las rodillas (1ª Reyes 18) Esa era la postura que adoptaba una mujer, en aquel entonces, para dar a luz. ¡Me impresiona de un modo muy grande todo esto! Un hombre como cualquiera de nosotros, pero en el que no hallo falta, es obediente, y se parte el alma por orar fervientemente. Con Job sucede más de lo mismo; aunque de otro modo.

Nadie pecó contra Dios de un modo tremendo. El uno, sujeto a pasiones semejantes a las nuestras; el otro, sin entender absolutamente nada de lo que estaba sucediendo. Pero hay algo común en ambos, la oración con toda el alma. Es muy cierto que cuando hay desobediencia en nuestras vidas, nuestros cielos se vuelven de bronce, es Palabra de Dios. Pero con cuanta facilidad juzgamos a cualquiera mientras le miramos y le vemos sufrir, o que parece que sus oraciones no son contestadas…. Somos extraordinarios para juzgar, entonces si que estamos pecando y a lo grande; aunque no nos lo parezca. ¡Cómo puedo entender a Meredith Andrews! Simplemente se siente agobiada y estresada por todo lo que tiene sobre si, y es tan honesta de decir lo que dice. Me puedo identificar con ella de un modo absoluto.

Es muy sutil la diferencia en ocasiones entre pecado y no pecado, y es sumamente fácil mirar al que tenemos enfrente y decir… Sus cielos se están volviendo de bronce… ¡Qué el Señor nos perdone por cosas así! Claro que Elías se sintió derrotado en la cueva, claro que Job se quejaba por no entender, tal vez Maredith llevaba más sobre si de lo que podía… ¡Yo no lo sé! Pero me puedo unir con fuerza a esas palabras… “Sentí como si Dios me estaba llevando por una etapa de purificación, casi por un proceso de trituración”. Sea como sea, y cada cual conoce la vida con su Señor, la única solución para que los cielos de bronce se abran, y caigan preciosas lluvia de bendición sobre nosotros, es la bendita oración.

Cuando oramos fervientemente delante de Dios, nuestros “cielos de bronce” se abren… ¡Se abren! Y Es allí cuando Dios obra lo que tiene que obrar. Cuando Job no entiende nada de nada, dice uno de mis textos de cabecera… “Más Él conoce mi camino, me probará y saldré como oro” (Job 23: 10) Cuando Habacuc se siente deprimido por todo lo que está ocurriendo y vuelve su mirada al Dios de su vida, puede decir: “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos; aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar” Habacuc 3: 17-19. ¿Sientes que tus cielos se están volviendo de bronce?... Examínate delante de tu Señor. Si hay algo que te separa de Él, ponlo en orden. Y si, simplemente te está probando, o conduciendo a un proceso de auténtica trituración para llevarte más cerca de Él, déjale que haga lo que desea contigo, ora y tus cielos de bronce se abrirán; entonces ¡Verás la Gloria de Dios!

Texto: Beatriz Garrido

domingo, 16 de abril de 2017

Primera Palabra: Revancha y perdón

Yo quiero la revancha, Jesús quiere el perdón

Milton Tejada C.

El miércoles de semana santa se me invitó en la Iglesia Cristiana a compartir un comentario sobre la primera palabra de Jesús sobre la cruz: "Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen". Aquí está mi breve comentario.

«Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen» (Lucas 23:34).

¿Cuántos se sienten molestos por la situación de delincuencia, corrupción, impunidad imperante en nuestro país?
¿Cuántos han sido afectados por esta situación, ya sea directa o indirectamente?
¿Cuántos ya no se atreven a salir de noche y andar por las calles con libertad, sin temor?

Ante esta situación, mi hombre natural quiere revancha, quiere que a los delincuentes les vaya mal, quiere venganza.
No entiendo cómo es posible que un delincuente siga tan campante luego de asesinar, robar, ultrajar.
No entiendo cómo es posible que un político viva en lujosas villas a costa del dinero de todos, mientras la pobreza y la miseria galopan por nuestros barrios y campos.
No entiendo como un hombre engaña a una mujer durante quince, veinte años y luego le rompe el corazón y se queda como si nada e incluso hasta abandona a sus hijos.

Yo, francamente, en mi hombre natural, me dan ira estas y otras tantas cosas, quisiera revancha. Quisiera que aparecieran personas con valor que le hagan frente al delincuente y lo pongan en su sitio, que no permitan tanto crimen, tanto horror.

Una reseña de un periódico local indica que en el 2016 murieron al menos 25 personas que participaban en actividades delictivas, a manos de personas –generalmente multitudes, grupos- que se sentían frustradas por las decisiones judiciales y porque los delincuentes apenas pasan horas o días detenidos.

En una declaración, el Jefe de la Policía señaló que “en más de una ocasión agentes policiales han impedido el linchamiento de delincuentes, de parte de la población”. Población: hombres y mujeres como tú y como yo, que querían la revancha, que tenían ira, que estaban jartos.

Hemos perdido la confianza en nuestras instituciones y en nuestras autoridades. No creemos en las soluciones que políticos y gobernantes nos ofertan en las campañas electorales. La impotencia que sentimos y la impunidad con la que se manejan los delincuentes exacerban en muchos ese deseo de revancha… esa ira amarga.

En República Dominicana la gente está enojada, frustrada. Tiene coraje, siente impotencia. Estamos cansados y también, lo reconozco, asustados. A VECES VEMOS EPISODIOS DE TOMAR LA JUSTICIA POR SUS PROPIAS MANOS, y hasta nos simpatizan.

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Hoy, sin embargo, quiero hacer una lectura diferente, una lectura desde la vida de Jesús y la pasión de Jesús...

Muchos de nosotros, si fuésemos Jesús, con todo lo que le hicieron y pudiendo tener legiones de ángeles a su servicio, hubiésemos tomado revancha. Venganza.

Era viernes en la mañana. Lo habían torturado, golpeado, hecho sangrar hasta quedar casi seco. Ya estaba en la cruz. Y aun así le vociferaban:

¡Si eres el hijo de Dios bájate de la cruz!
A otros salvó, pero a sí mismo no se puede salvar.
Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!

Ácido, sarcasmo, golpes, torturas, crueldad, odio en cada palabra y en cada acción contra su cuerpo. Aun estando ya crucificado, seguían y seguían.

¿Qué hubieran hecho ustedes? ¿Qué hubiera hecho yo?

Seguro que alguno me dirá: Mira, Milton, la paciencia tiene su límite.

¿Ven ustedes qué no hizo Jesús?

Jesús no se desquitó. Jesús no devolvió la ofensa con otra ofensa.

Jesús, al contrario de la reacción normal, que sería la mía y la tuya, asombrosamente, habló en defensa de ellos: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34).

En vez de la revancha, murió por sus adversarios.

Todas mis heridas parecen insignificantes en comparación con las de Jesús. Y yo soy cristiano, su seguidor, no puedo aspirar a hacer menos que lo que El hace.

¿Tomar la justicia por tus manos, es el camino? ¿Es ésa realmente la manera de hacerlo?

Pensemos por un momento. Pensemos en nuestra ira, en tu ira, en mi ira, por sólo un minuto.

Un poquito de ira por esto y otro por aquello y cuando viene a ver tengo un cubo lleno de frustración, de furia. Y viene entonces la sed de venganza. Odio desbocado. Los dominicanos nos estamos convirtiendo en bombas de tiempo que podrían explotar en cualquier momento.

¿Es esa una manera saludable de vivir? ¿Qué bien ha traído alguna vez el odio? ¿Qué esperanza ha creado alguna vez la ira? ¿Qué problemas han sido resueltos por la venganza? ¿Será esa realmente la manera de reducir la tasa de criminalidad? ¿Si desatamos nuestra ira, se harán más seguras nuestras calles y caminos?

La ira no soluciona nada.
La venganza no soluciona nada.
La revancha no soluciona nada.
Los ciudadanos que hacen justicia con sus manos no son la respuesta.

¿Qué debemos hacer? No podemos negar que nuestra ira existe. ¿Cómo podremos ponerle freno? Jesús te da una respuesta. Oye lo que pide para la turba que lo ha crucificado: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen».

¿Cómo fue posible que Jesús no tomara la revancha? Aquí está la clave: «Porque no saben lo que hacen».

El ve confusión en lugar de odio. Los llama “ovejas sin pastor”. Ve víctimas. Ve una turba sin control, llevada por líderes ciegos y equivocados (como los que tenemos en el país).

Sé que eso no justifica nada. Eso no justifica a los conductores que se fugan de la escena de un accidente o a los vendedores de pornografía infantil o a los traficantes de drogas, o a los atracadores o a los asesinos, o a los violadores. Pero ayuda a explicar por qué ellos hacen esas cosas repugnantes.

El punto es este: Una ira descontrolada no hará mejor a nuestro mundo, pero un entendimiento sabio sí lo hará.

Una vez que vemos al mundo y a nosotros mismos tal como somos, entonces podemos ayudar.

Una vez que nosotros nos entendemos, comenzamos a vivir no desde una posición de ira sino de compasión y preocupación, como Jesús.

No miramos al mundo con la frente agria, sino con manos extendidas. Nos damos cuenta de que las luces están opacadas y que una cantidad de gente está tropezando en las tinieblas. Muchos de ellos jóvenes.

Comprender a nuestros jóvenes, comprender la raíz de la situación, nos ayuda a encender luces, nos ayuda a querer ser portadores de la luz del amor y del evangelio de Jesús.

Comprender que nuestro país, nuestro mundo, está marcado por el pecado y la inequidad, la injusticia, la exclusión, nos lleva a querer contribuir con la obra de salvación de Jesús, a predicar a un Cristo que fue crucificado, pero que también resucitó.

Un Dios que proclama reconciliación y que proclama justicia.

¿Ira? La ira nunca hizo nada bueno a nadie. ¿Entendimiento? Sí, comprender nuestra naturaleza caída. Si lo hacemos, los resultados no son tan rápidos como tomar venganza o revancha, pero ciertamente el único camino verdadero y duradero es el perdón.

Yo a veces quiero revancha, EL siempre quiere perdón.


Sólo siguiéndole a EL podré comprender y perdonar como EL.