domingo, 16 de abril de 2017

Primera Palabra: Revancha y perdón

Yo quiero la revancha, Jesús quiere el perdón

Milton Tejada C.

El miércoles de semana santa se me invitó en la Iglesia Cristiana a compartir un comentario sobre la primera palabra de Jesús sobre la cruz: "Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen". Aquí está mi breve comentario.

«Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen» (Lucas 23:34).

¿Cuántos se sienten molestos por la situación de delincuencia, corrupción, impunidad imperante en nuestro país?
¿Cuántos han sido afectados por esta situación, ya sea directa o indirectamente?
¿Cuántos ya no se atreven a salir de noche y andar por las calles con libertad, sin temor?

Ante esta situación, mi hombre natural quiere revancha, quiere que a los delincuentes les vaya mal, quiere venganza.
No entiendo cómo es posible que un delincuente siga tan campante luego de asesinar, robar, ultrajar.
No entiendo cómo es posible que un político viva en lujosas villas a costa del dinero de todos, mientras la pobreza y la miseria galopan por nuestros barrios y campos.
No entiendo como un hombre engaña a una mujer durante quince, veinte años y luego le rompe el corazón y se queda como si nada e incluso hasta abandona a sus hijos.

Yo, francamente, en mi hombre natural, me dan ira estas y otras tantas cosas, quisiera revancha. Quisiera que aparecieran personas con valor que le hagan frente al delincuente y lo pongan en su sitio, que no permitan tanto crimen, tanto horror.

Una reseña de un periódico local indica que en el 2016 murieron al menos 25 personas que participaban en actividades delictivas, a manos de personas –generalmente multitudes, grupos- que se sentían frustradas por las decisiones judiciales y porque los delincuentes apenas pasan horas o días detenidos.

En una declaración, el Jefe de la Policía señaló que “en más de una ocasión agentes policiales han impedido el linchamiento de delincuentes, de parte de la población”. Población: hombres y mujeres como tú y como yo, que querían la revancha, que tenían ira, que estaban jartos.

Hemos perdido la confianza en nuestras instituciones y en nuestras autoridades. No creemos en las soluciones que políticos y gobernantes nos ofertan en las campañas electorales. La impotencia que sentimos y la impunidad con la que se manejan los delincuentes exacerban en muchos ese deseo de revancha… esa ira amarga.

En República Dominicana la gente está enojada, frustrada. Tiene coraje, siente impotencia. Estamos cansados y también, lo reconozco, asustados. A VECES VEMOS EPISODIOS DE TOMAR LA JUSTICIA POR SUS PROPIAS MANOS, y hasta nos simpatizan.

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Hoy, sin embargo, quiero hacer una lectura diferente, una lectura desde la vida de Jesús y la pasión de Jesús...

Muchos de nosotros, si fuésemos Jesús, con todo lo que le hicieron y pudiendo tener legiones de ángeles a su servicio, hubiésemos tomado revancha. Venganza.

Era viernes en la mañana. Lo habían torturado, golpeado, hecho sangrar hasta quedar casi seco. Ya estaba en la cruz. Y aun así le vociferaban:

¡Si eres el hijo de Dios bájate de la cruz!
A otros salvó, pero a sí mismo no se puede salvar.
Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!

Ácido, sarcasmo, golpes, torturas, crueldad, odio en cada palabra y en cada acción contra su cuerpo. Aun estando ya crucificado, seguían y seguían.

¿Qué hubieran hecho ustedes? ¿Qué hubiera hecho yo?

Seguro que alguno me dirá: Mira, Milton, la paciencia tiene su límite.

¿Ven ustedes qué no hizo Jesús?

Jesús no se desquitó. Jesús no devolvió la ofensa con otra ofensa.

Jesús, al contrario de la reacción normal, que sería la mía y la tuya, asombrosamente, habló en defensa de ellos: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34).

En vez de la revancha, murió por sus adversarios.

Todas mis heridas parecen insignificantes en comparación con las de Jesús. Y yo soy cristiano, su seguidor, no puedo aspirar a hacer menos que lo que El hace.

¿Tomar la justicia por tus manos, es el camino? ¿Es ésa realmente la manera de hacerlo?

Pensemos por un momento. Pensemos en nuestra ira, en tu ira, en mi ira, por sólo un minuto.

Un poquito de ira por esto y otro por aquello y cuando viene a ver tengo un cubo lleno de frustración, de furia. Y viene entonces la sed de venganza. Odio desbocado. Los dominicanos nos estamos convirtiendo en bombas de tiempo que podrían explotar en cualquier momento.

¿Es esa una manera saludable de vivir? ¿Qué bien ha traído alguna vez el odio? ¿Qué esperanza ha creado alguna vez la ira? ¿Qué problemas han sido resueltos por la venganza? ¿Será esa realmente la manera de reducir la tasa de criminalidad? ¿Si desatamos nuestra ira, se harán más seguras nuestras calles y caminos?

La ira no soluciona nada.
La venganza no soluciona nada.
La revancha no soluciona nada.
Los ciudadanos que hacen justicia con sus manos no son la respuesta.

¿Qué debemos hacer? No podemos negar que nuestra ira existe. ¿Cómo podremos ponerle freno? Jesús te da una respuesta. Oye lo que pide para la turba que lo ha crucificado: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen».

¿Cómo fue posible que Jesús no tomara la revancha? Aquí está la clave: «Porque no saben lo que hacen».

El ve confusión en lugar de odio. Los llama “ovejas sin pastor”. Ve víctimas. Ve una turba sin control, llevada por líderes ciegos y equivocados (como los que tenemos en el país).

Sé que eso no justifica nada. Eso no justifica a los conductores que se fugan de la escena de un accidente o a los vendedores de pornografía infantil o a los traficantes de drogas, o a los atracadores o a los asesinos, o a los violadores. Pero ayuda a explicar por qué ellos hacen esas cosas repugnantes.

El punto es este: Una ira descontrolada no hará mejor a nuestro mundo, pero un entendimiento sabio sí lo hará.

Una vez que vemos al mundo y a nosotros mismos tal como somos, entonces podemos ayudar.

Una vez que nosotros nos entendemos, comenzamos a vivir no desde una posición de ira sino de compasión y preocupación, como Jesús.

No miramos al mundo con la frente agria, sino con manos extendidas. Nos damos cuenta de que las luces están opacadas y que una cantidad de gente está tropezando en las tinieblas. Muchos de ellos jóvenes.

Comprender a nuestros jóvenes, comprender la raíz de la situación, nos ayuda a encender luces, nos ayuda a querer ser portadores de la luz del amor y del evangelio de Jesús.

Comprender que nuestro país, nuestro mundo, está marcado por el pecado y la inequidad, la injusticia, la exclusión, nos lleva a querer contribuir con la obra de salvación de Jesús, a predicar a un Cristo que fue crucificado, pero que también resucitó.

Un Dios que proclama reconciliación y que proclama justicia.

¿Ira? La ira nunca hizo nada bueno a nadie. ¿Entendimiento? Sí, comprender nuestra naturaleza caída. Si lo hacemos, los resultados no son tan rápidos como tomar venganza o revancha, pero ciertamente el único camino verdadero y duradero es el perdón.

Yo a veces quiero revancha, EL siempre quiere perdón.


Sólo siguiéndole a EL podré comprender y perdonar como EL.

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