Biblia y corrupción:
"Maldito el que acepte soborno"
dice la Biblia
La Biblia condena la corrupción -lacra de nuestra sociedad-
como un grave pecado en numerosas citas escritas hace miles de años como si
fuera hoy.
Javier
Losano
La corrupción no entiende ni de regiones ni de siglas políticas. Los escándalos se han producido en todas las comunidades
y en todos los partidos. Donde ha habido poder ha habido corrupción.
Un mal ancestral
Tan de actualidad pero a su vez
tan antigua. Pese a la enorme dimensión de los casos que copan las portadas la
corrupción es casi tan antigua como la vida misma. Desde hace miles de años ha
habido casos de este tipo y también entonces los autores fueron reprendidos,
aunque no siempre con facilidad.
La Biblia recoge ejemplos de ello
y sobre todo condena estas prácticas, extendidas a lo largo de la historia y
por todo el orbe. Tanto el Antiguo
Testamento como el Nuevo muestran cómo el "justo" debía luchar contra
el soborno, el fraude, el abuso laboral y el robo de aquello que recaudaban
a los que trabajando debían pagar sus impuestos. Como si tiempo no hubiera
pasado.
La corrupción para el cristianismo entraña un pecado grave pues es una
agresión al prójimo y también al bien común. Aunque de carácter más general dos de los diez mandamientos
engloba este tipo de actuaciones. Concretamente el que dice: "no
codiciarás los bienes ajenos" y el que sin medias tintas afirma que
"no robarás".
Además de ellos, la Biblia está
repleta de alusiones muy explícitas a una corrupción que se asemeja mucho a la
que está destruyendo España y en las que se marca el camino que el
"justo" debe seguir.
Es gigantesco el número de textos que inciden en que nadie (y
especialmente quien sigue a Jesús) no puede, o mejor dicho no debe, caer en la
injusticia, el abuso y los actos ilegales en torno al poder y el dinero. Sin embargo a menudo sólo se subraya de la Biblia lo
relativo a la moral sexual olvidando estas otras áreas tan importantes.
Antiguo Testamento
El gran profeta Isaías ya aseguraba en el siglo VIII antes de Cristo que
"el que rehúsa ganancias fraudulentas, el que se sacude la palma de la
mano para no aceptar soborno, el que se tapa las orejas para no oír hablar de
sangre, y cierra sus ojos para no ver el mal. Ese morará en las alturas, subirá
a refugiarse en la fortaleza de las peñas, se le dará su pan y tendrá el agua
segura". (Is. 33, 15-16).
El libro de Levítico, uno de los que forma el Pentateuco y escrito
unos 1.500 años a.C cita también: "no hurtaréis; no mentiréis ni os
defraudaréis unos a otros" (Lv 19, 11). En él igualmente aparece que
"no haréis sentencias injustas, ni cometeréis injusticias en pesos y
medidas. Tened balanza, pesas y medidas exactas" (Lv 19, 35).
El Deuteronomio, otro
de los grandes libros del AT muestra referencias claras: "no torcerás el
derecho, no harás acepción de personas, no aceptarás soborno, porque el soborno
cierra los ojos de los sabios y corrompe las palabras de los justos". (Dt,
16, 19). En otro punto escribe que "maldito quien acepte soborno para
quitar la vida a un inocente" (Dt 27, 25).
También el libro de los Salmos contiene distintas referencias a esta lacra.
"No morará en mi casa quien cometa fraude" (Sal 101, 7). "No
juntes mi alma con los pecadores, ni mi vida con los hombres sanguinarios, que
tienen en sus manos la infamia, y su diestra repleta de soborno" (Sal 26,
10).
En el libro de Samuel, por ejemplo, se citan también los presentes como
agasajo para conseguir favores: "sus hijos no siguieron su camino: fueron
atraídos por el lucro, aceptaron regalos y torcieron el derecho" (I Sam 8,
3). El profeta Daniel tiene un
mensaje para un colectivo cuestionado. "Envejecido en la iniquidad, ahora
han llegado al colmo los delitos de tu vida pasada, dictador de sentencias
injustas, que condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables" (Dn
13, 53).
Hay muchísimas referencias más
entre los libros y profetas del Antiguo Testamento que inciden en estas mismas
cuestiones.
El Nuevo Testamento
Las referencias a sobornos, extorsiones y fraude en general también
tienen gran cabida en los Evangelios así como entre los apóstoles en sus cartas
posteriores, especialmente en San Pablo.
Quizás el ejemplo más claro es Zaqueo, un recaudador de impuestos que
se había enriquecido defraudando aún más a su pueblo y que ve pasar a Jesús a
su paso por Jericó. Su conversión fue inmediata y en el Evangelio de Lucas se cuenta
que conmovido fue consciente de lo que había hecho hasta entonces afirma:
"daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a
alguien, le devolveré el cuádruple".
También en Lucas aparece un pasaje
de Juan Bautista, al que acudieron
muchos a bautizarse entre los que había personas que no actuaban cumpliendo las
normas. El pasaje dice así: "Preguntáronle también unos soldados: 'Y
nosotros ¿qué debemos hacer?' El les dijo: 'No hagáis extorsión a nadie, no
hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada". Igualmente, en
Mateo se cuenta que los sumos sacerdotes "sobornaron" a los guardias
que custodiaban el sepulcro cuando Jesús resucitó para que no dijeran la
verdad.
San Pablo en su carta a los Romanos habla de la importancia
de no evadir impuestos ante una costumbre extendida entonces. El apóstol de los
gentiles insta a esta comunidad: "por eso precisamente pagáis los
impuestos, porque son funcionarios de Dios, ocupados asiduamente en ese oficio
Dad a cada cual lo que se debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo,
tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor. Con nadie tengáis otra
deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la
ley". Imprimir TAGS Sobornos Justicia Corrupción Biblia