domingo, 15 de diciembre de 2013

Subrayando / Intimidad con el Padre



Intimidad

De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre. Todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente, porque el Padre ama al Hijo y le muestra todas las cosas que él hace.
Juan 5.19–20

Este texto, del Evangelio según Juan, nos explica claramente la razón por la cual el ministerio de Jesucristo fue tan exitoso. Por esto, cuando le llegó la hora de marchar hacia la cruz, Cristo pudo declarar que había completado la obra que se le había entregado -lo cual no es lo mismo que decir que había hecho todo lo que podía. El secreto de haber concluido exitosamente su ministerio se encuentra en esa absoluta unidad que sostenía con el Padre, y describe el texto de hoy.

Podemos notar, primeramente, que el Hijo no emprendía proyectos por cuenta propia, sino que se unía a las empresas del Padre. Este punto es absolutamente clave para cualquier persona que está en el ministerio. Por supuesto, lo más fácil es elaborar un proyecto para glorificar al Padre y simplemente pedirle a él que lo bendiga. No obstante, los proyectos que avanzan son aquellos que coinciden plenamente con lo que el Padre está haciendo en el lugar donde nos encontramos. La verdad es que no tenemos capacidad, en nosotros mismos, de discernir las intenciones ni los pensamientos de nuestro Padre celestial. Si él no los revela, estamos condenados a trabajar a oscuras. El conocimiento de su voluntad, por lo tanto, se constituye en una pieza fundamental para construir un ministerio que goza del pleno apoyo de Dios.

La segunda parte del texto nos permite ver cómo Jesús lograba este conocimiento. El Padre, por el amor que lo unía al Hijo, le revelaba sus proyectos. Es decir, la calidad de relación que disfrutaban entre sí, llevaba a que, de manera natural, el Padre hiciera al Hijo partícipe de las intimidades de su corazón. El amor que el Padre tiene por el Hijo se basa, a la vez, en que Jesús vive una vida de sumisión absoluta a Dios.

¿Cómo afecta esta relación nuestros propios ministerios? No podremos avanzar con éxito si no estamos plenamente plantados en los proyectos de Dios. Para esto, necesitamos que el Padre nos revele su corazón. Solamente lo hará con aquellos que demuestran su amor y compromiso incondicional a él. Es decir, esta revelación no es tanto el fruto de una búsqueda en oración aunque esto también es parte de nuestra relación con él- sino el resultado de la intimidad común entre dos seres que se aman.

Lo que debe alegrar inmensamente nuestros corazones, como líderes, es que esta intimidad está disponible para todos los que quieren alcanzarla. Jesús le dijo a sus discípulos: «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me mmanifestaré a él» (Jn 14.21).

Para pensar:
«Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer». Jesús de Nazaret.

(Tomado de: Christopher Shaw:  Alza tus ojos).

Desde la fe / Reclamando un privilegio



El privilegio de ofrendar

Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia, porque, en las grandes tribulaciones con que han sido probadas, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con participar en este servicio para los santos. 2 Corintios 8.1–4

Quizás ningún elemento delata tan fielmente el grado de nuestro compromiso con Cristo como nuestra relación con el dinero. Muchos cristianos serios revelan un verdadero desconocimiento de cómo se administran los bienes cuando uno es ciudadano del reino de los cielos. Aunque acostumbramos exhortar a la gente de nuestra congregación con el texto «Dios ama al dador alegre» (2 Co 9.7), desconocemos las dinámicas que están en juego en la ofrenda que nace de una acción del Espíritu en nosotros.

El texto de hoy nos da una buena orientación con respecto al tema. En primer lugar, es bueno que notemos que Pablo declara que lo que ocurrió en la iglesia de Macedonia es por la gracia de Dios. Es importante resaltar esta verdad porque ofrendar no es algo natural ni normal en los seres humanos. Al contrario, el hombre natural solamente piensa en sus propias necesidades. Aun después de que Cristo ha quebrado esa tendencia en nosotros, necesitamos abundante gracia para poder abrir el corazón y la billetera, para empezar a actuar con generosidad hacia los demás.

En segundo lugar, usted observará que la iglesia de Macedonia, que es presentada como un modelo de generosidad en el Nuevo Testamento, estaba atravesando un tiempo de profundas tribulaciones. Es probable que esto fuera resultado de las persecuciones que la iglesia naciente sufría, cada vez con mayor violencia, a lo largo y a lo ancho del imperio. De todos modos lo que vale la pena notar aquí es que las aflicciones no lograron desviar a la congregación de su cometido. Quienes hemos pasado por profundas angustias sabemos cuán fácil es tornarse, en estas circunstancias, completamente ciego a las necesidades de los demás.

En tercer lugar, vemos que ofrendaron en medio de una situación de «profunda pobreza». Es en este punto que más notamos la diferencia con nuestras propias tendencias, pues cuando estamos pasando penurias económicas una de las primeras cosas que sacrificamos es nuestra ofrenda. Los macedonios entendían que la mejor manera de combatir la amargura y el desazón que acompañan a la pobreza era con un espíritu de absoluta liberalidad. De este modo se aseguraron que el dinero no era lo que controlaba su felicidad ni lo que les proporcionaba seguridad en la vida.

Por último, note que le rogaron a Pablo que les concediera el privilegio de ofrendar. ¡Qué tremenda actitud! Nadie tuvo que suplicarles a ellos que ofrendaran. Más bien, ellos sentían que se iban a perder una gran bendición si no lo hacían. Esto sí que es una convicción nacida del Espíritu, pues siempre luchamos con la idea de que dar es perder. Ellos sabían que la ofrenda era un medio de gran ganancia.

Para pensar:

«Hay quienes reparten y les es añadido más, y hay quienes retienen más de lo justo y acaban en la miseria» (Pr 11.24).



















Navidad / Mujer común, fin extraordinario



MARÍA, UNA MUJER COMÚN
Navidad es la fiesta de la gente común y corriente, gente como tú y como yo.
Te digo esto porque a veces pensamos que seguir a Jesús es para gente extraordinaria. Personas fuera de serie. Hoy quiero presentarte a una mujer común, que aceptó ser utilizada por Dios para hacer posible que El pudiera hacerse uno de nosotros, verdadero Dios, también verdadero hombre. Es decir, para hacer posible la navidad. Esta mujer es MARÍA…. Quién era?

María, mujer de silencio y obediencia
En la comunidad cristiana está claro algo: que María es la madre de Jesús de Nazaret, y que Jesús es el Hijo de Dios que se hizo hombre a través de María. El evangelio de Lucas 1:26-38 (NVI): nos relata el nacimiento de Jesús. Y en el verso 38 hay una declaración fundamental de María:

38 Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho.
María es una testigo privilegiada no sólo de la vida de Jesús, sino del sentido de esa vida para el pueblo de Israel. Una mujer de la que nos habla el evangelista Lucas diciendo: "María por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón" (2, 19), y vuelve a repetir: "Su Madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón" (2, 51).

Una mujer pobre, mujer de pueblo
Dios fue enteramente libre para escoger a la madre de su Hijo. ¿A qué mujer escoge Dios, de entre tantas mujeres, para Madre de su Hijo hecho hombre?  Elige a una mujer judía.  Elige a una mujer de una región, Galilea, despreciada por los de la capital (Jn. 7,52), de un pueblito pequeño, más bien un caserío, del que se dice "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" (Jn. 3,46). Es una mujer campesina, no  una princesa ni una persona importante.

Una Señal de su pobreza: da a luz a su hijo en un establo (Lc. 2,7-19). Al presentar la ofrenda en el templo, presenta la ofrenda de los pobres. Jesús, incluso, es despreciado por ser hijo de una mujer de pueblo. Dicen de él de una manera despectiva: es “el hijo de María" (Mc. 6,1-6).

Una mujer oprimida.
No olvidemos que María era judía. Los judíos eran sometidos económica y militarmente por los romanos. Esta era una sociedad extremadamente machista, que veía a la mujer como inferior en todo al varón. Las hijas no tenían los mismos derechos que sus hermanos varones, pero sí los mismos deberes. En lo religioso, la mujer estaba equiparada a los esclavos (paganos) y niños (menores). En la sinagoga, era impensable que una mujer leyese las Escrituras.

Una mujer creyente, una mujer de fe,
Lo que Dios le propone depende de su libre consentimiento. Dios no la obliga. Y es para inmediato, sin excusas, sin dilaciones. O lo tomas, o lo dejas.
Dios le está diciendo que va a tener un hijo. Ella no sabe cómo, pues es solo la prometida de José y no ha tenido relación sexual. Sin embargo, María ha escuchado a Dios en su corazón. Se ha fiado de El. Libremente ha dicho "SI" a Dios con toda su vida: "Cúmplase en mí lo que has dicho" (Lc. 1,38).
 Fe que es al mismo tiempo confianza: creer, fiarse del otro; que es amor: entrega total de la vida, desinteresada, generosa; que es también cumplimiento fiel de la voluntad de Dios.

María, mujer obediente y solidaria
Cuando María se entera de la noticia del embarazo de su pariente, se pone en camino inmediatamente para ir a ayudarla. No permanece pasiva, encerrada en su mundo de jovencita embarazada que necesita atención, cuidados, mimos.
María sale de su mundo, de sí misma y viaja " a toda prisa a la montaña, a la provincia de Judea" (Lc. 1,39), lejos, a más de 120 km de Nazaret para ayudar a Isabel. Su pariente es ya entrada en años, estéril hasta ahora, primeriza y en el sexto mes de embarazo (Lc. 1,36-40.56)

SIN EMBARGO, COMO CRISTIANOS HEMOS DE ACLARAR QUE MARÍA NO ES LA MEDIADORA ENTRE DIOS Y NOSOTROS. Es una de nosotros, mujer común, que puede servirnos de modelo en estas cosas que hemos tratado. EL UNICO MEDIADOR ES JESUCRISTO.

Y nosotras, qué
A veces decirle que SI a Dios no es nada fácil.
Puede que tu situación sea desesperada.
Puede también que, como cristiana  reciente o de muchos años, te hayas acomodado y te cueste trabajo “salir del cascarón”, extender tus fronteras, predicar el evangelio, ser un instrumento como José y María para que el Señor pueda nacer en muchos corazones, muchas puedan aceptar a Jesús como su Salvador y Señor.
Puede que, como mujer, tú te encuentres con tantas disyuntivas todos los días, con tantas dificultades: una madre soltera, una novia cuyo novio quiere ir más allá de lo permitido, un padre que no es responsable de sus hijos, situaciones de violencia, de abandono, de dificultad… Tú, como María, no la tienen fácil.
SIN EMBARGO, Dios quiere que nos comprometamos. No nos obliga. Quiere una respuesta libre de nuestra parte.

¿Estás dispuesta tú a obedecer en el año 2014, que se aproxima, y ahora, la voz de Dios y a hacerlo sin tardanza?
¿Estás dispuesto a arriesgarte a lo que dirán “las malas lenguas” porque vives predicando el evangelio y  abandonas viejas costumbres y comodidades?

Si eres como José o como María, un hombre o una mujer común y corriente, te doy una buena noticia: es a esos a los que Dios elige para que su nombre sea glorificado. Una única condición: la obediencia.

Estas dispuesta a obedecer a Dios en este 2014?  Si es asi entrega puedes decir como Josué:  Mi casa y yo serviremos a Jehová.

Orar al finalizar para que Dios nos permita un hermoso tiempo de navidad.


domingo, 1 de diciembre de 2013

Células / Cómo ser una mujer de excelencia



Proclamada por la sabiduría

Santiago 3:17 “En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera.”
           
En Santiago 3:17 el apóstol nos da una hermosa definición de sabiduría. Su definición podría ser un buen resumen de nuestro estudio de excelencia. Sabiduría, como lo estudiaremos, depende de una buena conducta en obediencia a la voluntad de Dios más que de conceptos teóricos.

Sabio, en griego, viene de sophos, que describe a “alguien con inteligencia moral y habilidad en los asuntos prácticos de la vida”.  Larry Crabb, hombre de Dios, define la sabiduría como “creer que el aceptar el modo de Dios, no importa cuán doloroso sea, nos conduce finalmente al gozo.” Además define la imprudencia como rehusar creer que “hacer las cosas a nuestro modo, aun y cuando esto genuinamente alivia la angustia y nos hace sentir bien, nos llevará al final a la desesperación”.

El diccionario nos dice que la sabiduría es “el poder de Juzgar correctamente y seguir el sensato curso de la acción basado en el conocimiento, experiencia y entendimiento”. En verdad la sabiduría en nuestras vidas será el anuncio de la excelencia.

I. Esencia de la sabiduría

De acuerdo a los siguientes pasajes, ¿cuál es el requisito fundamental para adquirir sabiduría?

Leer:  
Proverbios 9.10;  
Proverbios 15.33
Job 28.28

Temer al Señor significa tener una profunda reverencia y respeto por Dios y su Palabra, respeto y reverencia que resultan de la obediencia.
 ¿Quién es la sabiduría? (Consulta los versículos siguientes.)
1 Corintios 1.30
Colosenses 2.3


II. Adquirir sabiduría

¿Qué puedes hacer para comenzar a crecer en sabiduría?

Leer y enumerar lo que dicen estos pasajes para adquirir sabiduría:
Proverbios 2:1-10
Santiago 1:5-6
Mateo 7:24
Colosenses 3:16
Proverbios 13:20
Con la bondad de Dios deseando nuestro más alto bienestar, y la sabiduría de Dios para planearla, ¿qué nos puede hacer falta? Sin duda somos las más favorecidas de todas las Criaturas.

III. Características de la sabiduría

Santiago 3:13 establece: “¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabiduría.”

En Proverbios 2 se nos dice que si buscamos la sabiduría descubriremos el conocimiento de Dios, porque el Señor da sabiduría a los rectos. Buscar, inquirir y pedir sabiduría son claves para llegar a ser sabias.

Cuando miramos hacia atrás y vemos la vida de mujeres y hombres de Dios la tendencia es decir: ¡Qué maravillosa y gran sabiduría tenían! La mente que se encuentra detrás es la Mente de Dios, no se trata de sabiduría humana. Le damos el crédito a la sabiduría humana, cuando debiéramos dárselo a la guía divina de Dios a través de la gente creyente que fue lo bastante ingenua para confiar en la sabiduría de Dios y en el equipo sobrenatural de Dios.
 
IV. Beneficios de la sabiduría

La sabiduría nos trae muchos beneficios.

Lee los siguientes versículos y menciona los frutos de la sabiduría.
Proverbios 3: 13; 18
Proverbios 8: 12; 17; 21
Proverbios 8:32; 35

REFLEXION FINAL

Nuestro deseo de ser sabias debe nacer de un coraz6n, cuyo solo propósito es conocer a nuestro maravilloso Dios y para complacerlo a ÉL, no a nosotras. Pues si de verdad buscamos esta sabiduría que es de lo alto, todas sus características comenzarán a manifestarse en nuestras vidas. El énfasis debe estar en nuestra búsqueda diligente, nuestro compromiso con todo lo que esa sabiduría es y en saber que el crecimiento en sabiduría es un proceso de toda la vida.

Romper con todas las costumbres mundanas; vivir interiormente separadas del espíritu del mundo, de tal modo que no digamos: "¿Qué tiene de malo esto o lo otro?", sino simplemente haber perdido todo entusiasmo por aquello que no es del Padre; vivir como quienes de verdad dejan todo en el altar: tiempo, fuerzas, posesiones, literalmente todo lo que somos y tenemos; vivir, no nominalmente sino de verdad, en unidad; nos habrá de costar algo. ¿Estamos dispuestas a pagar el precio?


TEXTO SUGERIDO PARA MEMORIZAR:

Santiago 3.17 “En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera.”