domingo, 26 de septiembre de 2021

¡Estoy enojado y no puedo evitarlo!

 ¡Estoy enojado y no puedo evitarlo!

Ocho pautas para ayudarte a comprender y superar la ira

Por: Milton Tejada C.

Sí, en múltiples ocasiones he estado enojado o airado. A veces, con las circunstancias, pero generalmente con otras personas o conmigo mismo. Mi querido lector de #GRATAVIDA yo conozco bien cuáles cosas disparan con mayor facilidad mi enojo y también he aprendido a “no tomármelo tan a pecho”.


Tú dirás: claro, Milton, después de más de 60 años es normal que hayas aprendido a no tomártelo tan a pecho. Cierto, muy cierto. Tienes razón, pero creo que no tienes por qué esperar tanto tiempo para aprender a tener control sobre el enojo o ira. Creo que puedes evitar el tropezar tantas veces como lo he hecho yo, quien realmente he sido un hombre de esos que llaman “de mecha corta”, explosivo.

Hemos de trabajar para que nuestras respuestas -a partir de nuestras emociones- sean saludables, lo cual es definido como estar consciente de tus ideas y sentimientos y tener el control de tus comportamientos, de manera que estén acorde con la situación.

Aquí algunas pautas que te ayudarán en ese aprendizaje.

1º. COMPRENDE CON CLARIDAD QUÉ ES EL ENOJO Y LO QUE EN TI PROVOCA. El enojo es un estado emocional. Puede variar en intensidad: desde una leve irritación hasta una furia o ira intensa. Conduce a cambios psicológicos y biológicos: incremento de la frecuencia cardiaca y la presión arterial, así como de la adrenalina y noradrenalina.

2º. COMPRENDE LAS CAUSAS DE TU ENOJO. El enojo puede ser causado por hechos o estados externos o internos o por combinación de factores. Puedes enojarte con personas (compañeros de trabajo, tu cónyuge, tus hijos, un familiar, alguien en la calle). Puedes enojarte por situaciones no directamente vinculadas a una relación con personas, como por ejemplo: un tapón, el incremento exagerado de la factura de un servicio, una música escandalosa pero que no sabe quién la provoca, la basura en frente de tu casa. Puedes enojarte contigo mismo: tus preocupaciones, lo que consideras fue una respuesta errónea, recuerdos de situaciones pasadas, frustraciones y tu manejo de ellas… O, como me acaba de pasar, una combinación de ambas: se “frisó” la laptop y perdí algunos cambios en este archivo (suceso externo) y yo no tuve la precaución de ir salvando lo que hacía (enojo conmigo mismo).

3º. DIFERENCIA LAS EMOCIONES DE LAS ACCIONES O CONDUCTAS. La Biblia no te dice: no puedes enojarte, no puedes airarte. Si te dice: “Airarte si, pecar no” (Efesios 4:26). Ese pasaje de Efesios nos indica que debemos diferenciar entre la emoción de la ira y las acciones o conductas que tomes a causa de la ira. Tenemos (tristeza, dolor, alegría, ira). Son parte de nuestra naturaleza humana y no son de por si un pecado. Tener ira no es pecado. ¿Estás claro? De hecho, la ira es -generalmente- involuntaria, aunque debes ir conociendo los factores que con mayor facilidad te llevan a ella.

4º. MANTÉN EL CONTROL SOBRE TU IRA. Séneca dijo que la ira era un estado de “locura breve” o momentáneo. Tenemos varios modos de respuestas, conscientes o inconscientes, de respuesta a esta “locura breve”. Te indico cuatro de esas maneras o modos:

El primer modo y la reacción más frecuente -así como también la que más problemas nos causa- es la de actuar bajo el gobierno de la ira. De forma instintiva tendemos a expresar el enojo respondiendo de modo agresivo, especialmente cuando nos sentimos atacados. Por lo tanto, en ocasiones el enojo podría ayudarnos a sobrevivir, pero también podría llevarnos a conductas destructivas y problemas serios con nosotros mismos y con los demás.

En segundo lugar, puedes reprimir el enojo, no expresarlo y luego redirigirlo. En este caso te concentras en algo positivo, dejas de pensar en el enojo, lo obvias, buscando tener conductas constructivas. Sin embargo, no expresar el enojo o exteriorizarlo, quedándote con él internamente, puede ser dañino para ti y algunos expertos afirman que puede causarte hipertensión, presión arterial elevada e incluso depresión. Además, en lo psicológico, puede llevarte a conductas también dañinas (esa que algunos llaman pasiva-agresiva que es cuando te desquitas indirectamente, no por el motivo real), cinismo y hostilidad. Esto daña tus posibilidades de relaciones exitosas, satisfactorias.

Un tercer modo: la calma interior. Controlas tu conducta externa pero también tus estados internos. Al hacer esto, reduces tu ritmo cardíaco y te preparas para expresar tu enojo con firmeza, pero sin agresividad. Esta es la manera más sana -no la más fácil- de expresar el enojo. Ser firme no significa prepotencia, significa que te respeta a ti mismo y a los demás.

5º. TRABAJA RÁPIDAMENTE SOBRE LA IRA, NO LA DEJES CONVERTIRSE EN AMARGURA, PECADO O UNA CONDUCTA AUTODESTRUCTIVA. La segunda parte de la recomendación de Pablo dice “que no se acueste el sol sobre tu enojo”. No te acuestes enojado. Un ejemplo doloroso: cuando una pareja discute y se va a la cama con esa dolor o enojo y se comportan como dos pistoleros que se han desafiado a un duelo: duermen de espaldas, a veces ni siquiera se dicen: “Buenas noches”, respuestas cortas, cortantes y hasta agrias. Está hablando la ira.

Decídete a tomar control de tu enojo (que esa “locura breve” no te controle). Una primera pauta, observas cómo reaccionas cuando te enojas o enfadas. Observa también que circunstancias, personas o estados internos tienden a llevarte con más facilidad a enojarte. Gritar, vociferar cosas hirientes, articular expresiones destructivas, arrojar o estrellar objetos, golpear o dañar a alguien o a ti mismo, dar puñetazos en la pared… no creo que sean las reacciones que la mayoría de las personas quiere tener.

6º. TOMA CONCIENCIA DE QUE UN CAMBIO PUEDE LLEVAR TIEMPO, A VECES MUCHO TIEMPO. Lo repetiré a lo largo de muchos de mis escritos: la gente no cambia por una de tres razones: No quiere, no sabe, no puede. Asumo que si te preocupa tu manejo de la ira, quieres cambiar pero no sabes cómo. Estas pautas -que no me la inventé yo, simplemente las comparto- pueden ayudarte a entender el cómo. Se llaman “pautas de resolución de problemas”. Seas una persona adulta o un adolescente, pueden ayudarte.


PASOS EN LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS

1.                      Identifica el problema. Observa qué te hace enojar y por qué. Descríbelo con tus palabras. Por ejemplo, puedes preguntarte: ¿Qué me hace enojar? ¿Qué es lo que siento y por qué? Siendo claro, específico, en tus respuestas. O dicho de otro modo: realista, honesto.

2.                      Piensa en posibles soluciones antes de responder. Es el momento de calmarte y de pensar en cómo podrías reaccionar (pero sin hacerlo aún). Algunos aconsejan: cuenta diez, pero contar sin pensar en soluciones, en cómo expresar tu enojo y canalizar esas energías, no es efectivo. Es la pregunta por el ¿Qué puedo hacer? Piensas en dos o más cosas que podrías hacer.

3.                      Valora las consecuencias de cada solución (pensándolas bien). Valora el resultado probable de cada respuesta posible. Por ejemplo: gritarle a tu esposa, ser hiriente y cortante, a qué te llevaría. Qué consecuencias tendría callar tu enojo, reprimirlo (en muchos casos puede ser incluso externamente justificado); qué pasaría si me calmo y expreso que estoy enojado, por qué y sin cuestionar mi amor por ella.

4.                      Escoge una opción, toma una decisión. Actúas eligiendo una de las opciones que pensaste, la que consideres la más eficaz y positiva a mediano y largo plazo. Al llegar aquí es casi seguro que evitaste la opción más dañina: reaccionar con agresividad, con hostilidad, porque te diste tiempo a calmarte y a pensar.

5.                      Evalúa si progresas. Luego de implementar la opción que elegiste, toma un tiempo para pensar, para recapitular ¿Cómo estuvo? ¿Obtuviste los resultados esperados? ¿Estás satisfecho con la opción que elegiste? ¿Qué podrías mejorar en la próxima ocasión? Esto te ayudará a mejorar tu método de resolución de problemas. Si funcionó bien ¡qué bueno! Si no, revisa tu implementación de los cinco pasos.

Son pasos fáciles cuando estamos calmados, pero bajo presión es mucho más difícil. La vida real tiene muchos desafíos y situaciones. Se trata, sin embargo, de que no tires la toalla, si practicas mucho, lo lograrás.

7º. RECONOCE CUANDO NECESITAS BUSCAR AYUDA. Recuerda, te dije que hay personas que no cambian porque no quieren, otras porque no saben… pero también en ocasiones no cambiamos porque no podemos. En esos casos es señal de que algo más profundo está pasando (por ejemplo: si tu ira es frecuente, si ignoras los motivos, si el enojo te amarga la vida por largo rato o tiempo, si tienes problema para detenerte). Es el momento de buscar ayuda terapéutica, profesional. Nunca cierres la puerta a esta posibilidad cuando en realidad es una necesidad.

8º. OTRAS PAUTAS QUE PUEDEN AYUDARTE. El método de resolución de problemas o conflictos puede serte útil, pero existen otras pautas que puedes asumir y te ayudarán a una respuesta constructiva. Estas ideas podrían traerte calma:

1.      Haz ejercicio físico: camina, corre, nada… en ocasiones constituyen una excelente forma de mejorar nuestro humor, disminuir los sentimientos negativos y reducir las posibilidades de depresión.

2.      Haz ejercicios respiratorios. Aprende a calmar tu corazón en base a ellos. A veces bromeo con mi hija Laura y decimos: “whatsapp…..” en forma lenta (lo sacamos de una película). Practica el relajarte, se aprende.

3.      Escribe, expresa por escrito lo que sientes, lo que piensas, lo que te hizo enojar. Externalízalo de ese modo, si es que ese modo se te facilita (no te fuerces si no es un modo fácil de comunicación para ti). También podrías dibujar.

4.      Habla de tus emociones y tus reacciones o conductas con alguien en quien confíes.  Y cuando lo hagas, utiliza “yo” para describir cómo te sientes. No se trata de acusar, sino de entenderte. No es lo mismo decir: “Tú eres una desconsiderada”, que decir: “Me siento desconsiderado”.

5.      No guardes rencor. El rencor amarga, es una carga emocional que nos prepara para iras mayores. Perdonar es bueno, sobre todo, para ti, aunque también para la persona perdonada (incluso en ocasiones es bueno perdonar a quien no se va a enterar de ese perdón).

6.      Trabaja en desarrollar un sano sentido del humor, aprendiendo incluso a reírte de ti mismo, pero sin sarcasmo puesto que esto hiere sentimientos. El humor sano tiende a reducir las tensiones.

 Sí, he sido de “mecha corta”, pero he aprendido a desactivar la mecha. No significa que en ocasiones parecería volver a encenderse (tiene que ver con mi historia). Lo que te aseguro es que el aprender a gobernar la ira traerá mayor calidad de vida a ti y a quienes te rodean o como decimos en #GRATAVIDA: Vida y vida en abundancia. Para mi ha sido posible, para ti también es posible.

martes, 21 de septiembre de 2021

Carta de Ysabel: QUIERO AGRADECER

Santo Domingo, 22 de Septiembre, 2021

Queridos hijos, hermanos y amigos:

Estoy en el proceso de recuperación. Ese proceso no ha concluido, pero no quiero esperar que concluya para manifestar el valor que doy a la multitud de personas que se han hecho presentes, de modos diversos, y a los que digo: gracias, gracias, gracias…

Sé que es difícil porque el espacio para escribir es poco y porque mi memoria me coloca en el riesgo de olvidar detalles importantes, amorosos, claves en el proceso.



QUIERO AGRADECER. A ustedes, mis hijos: Laura, Juan, Luis y Carlos. Ustedes me sostuvieron con su apoyo emocional, sus llamadas, sus preocupaciones por mí. Ustedes son solidarios, tiernos, amorosos, tanto conmigo como con su papá, mi esposito. A ustedes, mi gratitud, así como también para esas hijas que Dios me ha dado: Ale y Diana, hermosas chicas que amo.

QUIERO AGRADECER. Ya en un primer escrito agradecí a mis padres. Hoy quiero agradecerles a ustedes, mis hermanos biológicos, sangre de mi sangre. Ustedes son cinco joyas que Dios eligió como mis hermanos (Susana, Máximo, Rosa, Fernando y Christian). Su apoyo ha sido de valor inestimable. Inmerecido por mí. Estuvieron pendientes de mí. Viendo cómo me sentía, apreciando cómo iba mejorando. Incluyo en esto a sus esposos: Indira, Adamilka, Luis Milton y Vanessa.

QUIERO AGRDECER de modo especial a mi hermana Susana, o simplemente Susanita. Tú has sido una persona que ha estado presente en este proceso desde antes de la cirugía. Me acompañaste a citas médicas, en el hospital, en diligencias post-operatorias, a laboratorios. Te quedaste conmigo cuidándome, me bañabas todos los días hasta que pude hacerlo por mí misma… Nunca te agradeceré lo suficiente, Susanita.

QUIERO AGRADECER. En el entorno hogareño a ti, Luisa, una mujer que no eres hermana biológica mía, pero que muchas noches venías a dormir conmigo estando yo en casa de mis padres, porque yo corría el riesgo de caerme de la cama, porque no podía levantarme sola, porque necesitaba apoyo en las noches o en las madrugadas… ¡Gracias, Luisa, aprecio mucho tu amor!

QUIERO AGRADECER. A ustedes, mis hermanos de la fe. Los de cerca –los de mi Iglesia- y los de lejos –de otras iglesias pero que compartimos este caminar en presencia del Señor-. Y empiezo por ustedes, mis pastores, Rocío y Rafael, que estuvieron conmigo, que me llamaban, que me visitaron tan pronto pude recibir visitas. Su amor y su cuidado muestran lo que son: pastores, nunca me dejaron. Y a ustedes hermanos –que no nombro porque son tantos y tantos- quiero agradecerles sostenerme en oración, en estar pendientes, en llamarme o escribirme (aun cuando no podía tomar llamadas o escribir y lo hacía mi esposito): dando seguimiento a mi salud, a mi caminar espiritual, a mis luchas, mis victorias, mis avances…Esa cobertura ha sido algo maravilloso y Dios ha hecho en mi milagro tras milagro oyendo el clamor de ustedes por mí. Así lo he sentido, así lo he vivido, así lo asumo como una maravilla de saber qué bueno es vivir los hermanos en armonía (Salmo 133:1).

Todavía hoy voy a la Iglesia y mucha gente que no conozco me dice: estamos orando por ti. El poder de la oración, mis hermanos, es increíble. Nunca lo duden. Para ustedes, mi agradecimiento y amor (amor que viene de mi padre del cielo y me envuelve).

QUIERO AGRADECER. A amigos y amigas sinceros, que se han hecho presentes en este tiempo, que estuvieron cercanos. Que contestaron solidaria y amorosamente mensajes que mi esposito colocaba en las redes, que llamaron, que escribieron, que me visitaron. Son amigos que me hacen recordar lo que dice Proverbio 17:17: “En todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempo de angustia”, porque así ha sido.

Esta multitud me ha levantado delante de Dios y me ha sostenido en medio de esta prueba, y estoy hoy más fortalecida que nunca. Mi Dios es bueno, siempre bueno, maravillosamente bueno, lo digo con emoción, con ternura, con convicción.

“Den gracias al SEÑOR por su fiel amor, y porque él hace hasta lo imposible a favor de nosotros” (Salmo 107:8). 

Con gratitud y amor,

 

Ysabel.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Ni un sí, ni un no...

La perfección no existe

Queridas parejas:

“Nunca hemos tenido ni un sí, ni un no”, proclaman algunas parejas que aseguran que nunca han tenido conflictos en sus vidas. ¿Crees que sea cierto?

Yo no lo creo. Más aún, soy de los que piensa que el conflicto en las relaciones humanas constituye una oportunidad para crecer, fortalecer dicha relación o redefinirla (un conflicto es muy diferente a una crisis).

 

Veo las relaciones de pareja como un puente (en realidad, toda relación es un puente) en que cada uno de los cónyuges es un pilar, una columna colocada al otro lado, sostenida sobre distintas tradiciones, costumbres, familias e incluso marco social y cultural. En otras ocasiones prefiero describirlo como el conjunto intercesión que nos enseñaron en matemáticas básicas y que, por lo tanto, tienen un espacio común (mayor o menor, pero común) y tienen diferencias (también mayores o menores).

 

Asumimos que todo matrimonio se sostiene sobre el amor y el respeto. Sin embargo, son muchas las historias que escucho de mujeres y hombres que sienten que su pareja falla en uno de esos dos elementos (y, en también muchas ocasiones, no se trata de un sentir subjetivo, sino de una realidad). A veces incluso no comprendo bien cómo se sostiene una unión conyugal, una relación de pareja, en donde por lo menos el respeto esté presente. “Y sin embargo, se mueve…”, parodiando: “Y, sin embargo, existen…”.

 

Hoy no quiero escribirles sobre esas parejas que terminaron en la desgracia, en la muerte. Tampoco las que, menos dramáticamente, concluyeron en la ruptura de la relación con todas sus consecuencias. Quiero escribirles sobre las parejas que nos sostenemos y que buscamos mejorar para establecer una relación satisfactoria para ambos, que nos sabemos carentes y que no renunciamos a la posibilidad que una vez soñamos, que no tiramos la toalla, que sabemos que todo matrimonio es imperfecto, pero no por eso dejamos de buscar crecer (como personas y como pareja).

 

No persigamos lo imposible

¿Cuántos hombres y mujeres persiguen un ideal al pensar en un matrimonio? Una carrera absurda y una aspiración que hace más mal que bien. La perfección no existe. Seguir creciendo con los años, valorar lo logrado, acumular experiencias, aprender, eso sí. La aceptación de que la perfección no existe es el primer paso para que tu matrimonio continúe siendo la experiencia linda, extraordinaria, que puede ser.

 

Amigos y amigas: démonos cuenta de lo maravilloso que es pensar distinto, saber que no estamos solos en los momentos de dificultad, gozar de la soledad y gozar de la compañía, de vida y vida en abundancia.

 

En ese sentido, te ofrezco estos seis tips nacidos de mi experiencia y de conocer la experiencia de tantas parejas con las que he tenido el privilegio de trabajar ayudándoles a encontrar su propio camino:

 

1. Comprende que, como seres humanos, nuestro amor puede secarse. No se mantiene inalterable. Es como una plantita que requiere esfuerzo para mantenerlo vivo, necesita ser regada, atendida e incluso en ocasiones mudada de lugar para que florezca, se mantenga verde y viva. 

 

2. Si sabes que el matrimonio no es perfecto, tampoco lo somos las personas que lo componemos. Una vez que acepte esto estarás en condiciones de entender que tu pareja es un ser humano imperfecto, que se equivoca, que tiene miedos, que fracasa en ocasiones y que no siempre te brindará lo que necesitas. 

 

3. Entiende bien que no somos “almas gemelas”, que ese es un mito, que por muchas coincidencias que tenemos también tenemos un montón de diferencias. Quienes conocen a Ana Ysabel, mi esposa, y me conocen a mí entenderán la comparación en la que afirmo que “Ella es como el arroyo glamoroso y yo soy como el Mar Muerto”. Y qué bueno que es así: diversos, distintos. Esto cuesta aceptarlo. Tenemos que desactivar el mito de la “media naranja”. No existe. Vamos a la par, imperfectamente a la par. Cuando hagamos esto en nuestras vidas evitaremos muchas decepciones y frustraciones. 

 

4. En la boda, expresamos a los novios que sean felices (y, probablemente, ya lo son). El periodista Daniel Arasa nos dice que más bien debiéramos decirles: “Que se hagan felices”, porque la felicidad no viene sola, sino que es el resultado de actitudes, decisiones, conductas, acciones en las que se incluyen entregar, ceder, perdonar, poner ilusión en el terreno común (ese que he llamado conjunto intercesión) a lo largo de toda nuestras vidas. “Pretender la felicidad sin poner entusiasmo es como esperar un orgasmo sin haber hecho el amor", expresa un psicólogo, Miguel Espeche. Es decir, en mis palabras: a la vida de pareja hay que ponerle ganas. 

 

5. En su blog, la Dra. Margarita Mendoza Burgos hace una distinción muy oportuna entre conflicto y crisis, pero sobre todo explica las consecuencias de la no resolución de conflictos en una relación de pareja. “Los conflictos, en diferente forma y medida se dan de una forma más o menos frecuente. Son algo normal en cualquier tipo de relación humana, y con mucha mayor razón lo son en una relación tan estrecha como la conyugal”, expresa. Y nos dice que el mayor error es pensar que el matrimonio sin conflicto (el matrimonio perfecto) existe. 

Los conflictos son inevitables, por lo tanto es más útil formarnos y aprender sobre la resolución y prevención de conflictos que aferrarnos a un modelo idealizado de matrimonio. 

Cuando los conflictos se reprimen –lo que sucede con bastante frecuencia- estos tienden a perpetuarse, a obstaculizar su resolución y a conducir al matrimonio a crisis si no se resuelven adecuadamente. 

Ciertamente, hay conflictos más graves, pero también pueden prevenirse o resolverse (entre ellos, cita Mendoza Burgos: “la intromisión de los familiares en la vida conyugal, la disparidad de intereses o de valores, la discrepancia de criterios respecto a los hijos, y, por supuesto, las infidelidades, y el maltrato físico o verbal”. 

En un matrimonio imperfecto –como el tuyo y el mío- resolver los conflictos puede llevarnos a una separación o al fortalecimiento de la relación. Depende del cómo lo resolvamos o manejemos.


6. Si, como yo, eres creyente en Jesús como Señor y Salvador, quiero decirte que tu matrimonio no está solo en el mundo. Vivimos en una sociedad que no funciona como Dios quiere y eso, de algún modo, afecta mi matrimonio y el tuyo. No podemos escapar de este ambiente y vivir nuestra relación en una burbuja. Dios obra en ti y en tu relación a través de las circunstancias, formando así tu carácter y llevándote a nuevos niveles en todas tus relaciones. Parte de esas circunstancias tienen que ver que soy un pecador casado con una pecadora, o como he dicho más arriba para todos: somos imperfectos. El reconocerlo puede ser una oportunidad, el no reconocerlo puede ser destructivo. 

“En algún punto, serás egoísta. En alguna situación hablarás de forma poco amable. Habrá momentos de celos, amargura y conflictos. No evadirás esto... Si minimizas la lucha del corazón que ambos han llevado a su matrimonio, acá está lo que ocurrirá: tenderás a convertir momentos de ministerio en momentos de rabia. Cuando tus oídos escuchan y tus ojos ven el pecado, debilidad o falla de tu esposo o esposa, nunca ocurre por accidente; siempre es gracia. Dios ama a tu esposa, y él está comprometido a transformarlo a él o a ella por su gracia, y él te ha escogido para ser una de sus herramientas regulares de cambio. Así que, él hará que veas, escuches y experimentes la necesidad de tu esposa por un cambio para que puedas ser agente de su rescate” (David Tripp: ¿Qué esperabas? Redimiendo las Realidades del Matrimonio).

 

Para finalizar, hoy vivimos una época en que prima la sensualidad y la búsqueda de la felicidad y en ese sentido quiero decirte que no hay nada más sensual y que contribuya más a tu felicidad que una mujer feliz. O como suelo expresarlo: Busca la felicidad de tu esposa, que la tuya viene por añadidura.

 

Milton Tejada C.

Whatsapp (809) 519-5584

Correo: tejadamilton@gmail.com

 

 


miércoles, 8 de septiembre de 2021

Mi esposito, un ángel

 Un compañero, un apoyo de Dios

Por Ana Ysabel Acosta

Antes que nada, quiero pedirte excusa si me repito en algunas de mis ideas o palabras. Es parte de mi condición que actualmente estoy en proceso de superar.

En uno de mis últimos recorridos
por el Mirador Sur, ya conociendo 
la noticia de mi tumor cerebral.

Esta historia comenzó hace más de 21 años. Sin embargo, hoy quiero contarte lo vivido desde inicios del año pasado a la fecha.

En Enero del año pasado -2020- se produjeron un conjunto de acontecimientos críticos para mi vida: enfermedad de mi padre –serios problemas respiratorios-, asesinato de un hermano de Milton, separación de mi hijo Luis Reynaldo de su pareja… todos nos impactaron de un modo doloroso. Es decir, el año inició bajo ataque.

La pandemia inició en marzo. En abril siento sobre mi vida como una sombra. Pensamos que podía ser una depresión y buscamos ayuda en esa dirección. Una persona muy querida por nosotros y capacitada nos indicó un tratamiento que, en principio, nos ayudó un poco. Sin embargo, no sentí tranquilidad ni sentí que salía de la situación, probablemente porque aunque había depresión había algo más.

En junio del 2020 decidimos consultar a un neurólogo. Mi esposito, en cada paso de salud de mi vida, estuvo presente. Probablemente agotamiento, nos indicó el profesional y vino un segundo tratamiento en esa dirección. Depresión, agotamiento… descanso. Ligera mejoría, pero insuficiente.

Que mi esposo estuviese todo el tiempo apoyándome, acompañándome… es lo más valioso. Todo el tiempo. Nunca me dejó.

Seguimos batallando con los síntomas, de tal modo que en octubre decido renunciar a mi trabajo porque sentía que no estaba dando lo mejor de mis esfuerzos. Los cambios laborales siempre son, para nosotros, una decisión a tomar en cuenta a la pareja, y así fue. Mi esposito me apoyó en este cambio radical que afectaba nuestras vidas. Quedé sin trabajo.

El síntoma más grave se manifestó cuando en una transmisión en vivo en Instagram  -en nuestra cuenta @my.gratavida- tuve un lapsus en la memoria terrible, en la comunicación. Estaba consciente, pero no podía controlar lo que decía, sabía que quería decir pero no podía… fue desastroso para mí, pero nos llevó a la conciencia de que necesitábamos ayuda y ayuda urgente. 

Mi esposito amado, un ángel del cielo que Dios me ha enviado, que ha estado conmigo, me acompañó a una neuróloga y ella me indicó una “batería” amplia de estudios que iniciamos en diciembre y concluimos en enero del 2021. El último de estos exámenes –una tomografía cerebral-, y el 14 de enero me comunicó que tenía un tumor en el cerebro. ¡Terrible noticia! Y, además, que era necesario que viera un neurocirujano para saber el curso a seguir..

Milton al tomarnos un café
en Guanajuato, México 2018.

Iniciamos visitando un reputado neurocirujano en CEDIMAT quien nos indicó que la única salida era la operación para extraer el tumor (en ese momento se asumía como benigno, pero sin ninguna seguridad). Lamentablemente, el neurocirujano enfermó y según los protocolos de ese centro hospitalario las posibilidades de mi intervención serían un mes después.

Esta circunstancia –o bien puedo decir, esta disposición de Dios- nos animó a mi esposo y a mí a buscar una segunda oportunidad. El Espíritu Santo –así lo creo- nos llevó donde el Dr. José Joaquín Puello, quien nos indicó que era necesaria la operación y que era urgente, pero que el único sitio en donde él la haría sería en CECANOT, donde era jefe de Neurocirugía en ese momento ¡Gracias, Dr. Puello por tantas y tan profesionales atenciones!

El Dr. Puello asumió mi caso, estuvo presente, me dio seguimiento de múltiples maneras. Más estudios, más pruebas previas, más ir y venir a CECANOT (una institución que realmente recibe pocos recursos para todas las atenciones que ofrece y para la cantidad de población que a ella acude), y todo acompañada de mi esposito amado.

El 30 de marzo me hicieron la cirugía, y mi esposo estaba conmigo, un ángel de Dios. Alguien que apoya a todos sin condiciones, pero su apoyo es muy, muy especial por mí.  Siempre para decirme que puedo, que no estoy llamada a ser vencida, que soy más que vencedora.

A cinco meses y medios de la cirugía ese enviado de Dios sigue junto a mí con sus atenciones, a mi lado. Me ha acompañado de modo permanente en mi proceso de recuperación, siendo un cuidador de inestimable valor que mi Gran Cuidador, que es Jehová, ha designado. En ese proceso él valoró como positivo que estuviese un tiempo en la casa de mis padres –de lo cual ya hablé-, pero día tras día estaba ahí para mi, iba a comer conmigo y a cenar conmigo. Nunca me soltó. Al principio, en que no podía comunicarme, no tenía conciencia, tomó mi celular, asumió mis responsabilidades, mantuvo la comunicación con muchos de mis amigos y amigas, de mis hermanos y hermanas de la Iglesia..

Noviembre 2020, acampamos en Rincón 
de Yuboa, Provincia Mons. Nouel

Ahora que tengo un mes y algunos días en nuestra casa ha sido un apoyo único e incomparable. El es alguien en quien puedo confiar, a quien puedo abrir mi corazón, decirles mis dudas, me anima, y me indica formas mejores de hacer algunas cosas y me desafía a hacer otras.

Los desencuentros –que ocurren- son minimizados frente al inmenso apoyo que me da. Mi esposito es un ángel de Dios, del cielo. Él es un ejemplo como hombre y como esposo, es especial… ese es mi esposito, Milton.

Más de veinte años juntos y nuestro amor parece de pocos días. Estamos batallando en este, mi proceso. Pronto exploraremos nuevas cosas, pero siempre juntos. 

Gracias, amor, mi esposito.