Carta a los padres/1:
18 de Agosto, 2021
Queridos padres:
Un
hogar es un espacio seguro
¿Saben
qué? Me pasé toda mi vida -como padre-
en la lucha por lograr que mis hijos entendieran y vivieran lo que yo
consideraba correcto. Además, quise hacer de ellos triunfadores, pero con mi
propio concepto de lo que es o no es triunfo, y en ocasiones poniendo el
énfasis sobre lo académico. Quería hijos perfectos, cuando yo, su padre, era y
soy un paquete grande de imperfecciones.
Al
aceptar a Jesús como mi Salvador acepté la misericordia mayor del Padre: la
entrega de su hijo por mi redención, pero también reconocí que soy pecador, que
soy imperfecto, que en algunas áreas de mi vida la perfección estaba bien, pero
bien lejos.
Acabo
de leer un libro de un autor, Jim Daly: “Cuando la crianza no es perfecta”.
Aunque redactado un poco desordenadamente, sus conceptos reforzaron lo que ya
sabía, pero que no tenía organizado: no somos perfectos en ninguno de nuestros
roles, en ninguno.
En
realidad me apenó que esto llegara a mi vida cuando ya mis hijos se han ido de
la casa y han labrado y siguen labrando su propio camino, porque el no haberlo
entendido antes implicó sufrimiento, tanto para ellos como para mí. Por esto,
les pido perdón Laura María, Juan Roberto, Luis Reynaldo, Carlos Ariel (de la
menor al mayor).
Ahora
que son adultos solo me cabe trabajar –sin angustia, sin culpabilidad- por
reparar lo mejor posible los puentes que nos unen.
Quiero
compartirte unos conceptos de su primer capítulo, esperando que te sean de
utilidad.
En primer lugar, hemos de reconocer que somos débiles, somos
imperfectos y tenemos familias imperfectas. No somos lo suficientemente
buenos si nos medimos con la regla santa de Dios, pero nos olvidamos que Dios
pesa la perfección en una balanza diferente. Pensamos que la perfección radica
en lo que hacemos, nos olvidamos que
se trata de quienes somos. Y esto
aplica para tus hijos: no te fijes tanto en lo que hacen, como en lo que
manifiestan que son.
Podemos
fingir una “A” en comportamiento, pero no podemos fingir el carácter, tenemos
que ganarlo, tenemos que aprenderlo, y a veces solo se logra por medio del
sufrimiento. En definitiva, céntrate en la formación de su carácter (y vigila y
crece en el tuyo).
Te
quiero decir una verdad que has de tener presente siempre: lo mejor que podemos
dar a nuestros hijos es seguridad emocional, un sentido de hogar, y un carácter
semejante al de Jesús. Con esa zapata serán capaces de soportar todos los
sufrimientos y embates de la vida.
¡Claro!
Hemos de saber que, en muchos casos los chicos son resistentes a las lecciones
de los padres y los padres no siempre somos los mejores maestros.
La
crianza perfecta tiene sus riesgos. Juan 16:33 nos dice que en el mundo tendremos
aflicción. Lo curioso es que pocos creemos que la aflicción llegará a nuestros
hogares.
En segundo lugar, queridos
padres, entendamos y asumamos que el
concepto de perfección puede ser uno de los más grandes obstáculos que tenemos.
Ninguno de nosotros es perfecto.
Este
concepto –el de la perfección- hace que, en muchas ocasiones, pongamos énfasis
en los logros, no en el carácter. Lo veo a diario cuando los padres proclaman
con orgullo que su hijo lleva A en todas sus materias, que será magna cum
laude… pero a la vez se lamentan de los defectos de su carácter.
Poner
el énfasis en la perfección, buscar hijos perfectos de padres imperfectos,
conduce a que, en algún momento, tanto los padres como los hijos, sientan que
son un fracaso.
Nos
dice Daly que podemos hablar de expectativas saludables y moderadas hasta
quedar sin aliento. La mayoría pensamos que nuestras expectativas son así. Pero
preguntémonos: ¿Cómo lidiamos con los fracasos, los nuestros o los de nuestros
hijos? ¿Qué sucede cuando no logramos alcanzar nuestras metas sencillas? ¿Cuál
es nuestra reacción en esos momentos?
Cuando
hay un fracaso en la vida de tu hijo… ¿significa que fracasaste como padre?
¿Eso hace que tu hijo sea un fracaso? Cuando cometemos un error, debemos
quitárnoslo de encima, debemos seguir tirando, quizás fallemos, pero eso no
quiere decir que somos un fracaso.
“No
importa cuánto se esfuerce, nunca nos vamos a poder convertir en la mamá o el
papá infalible”, expresa Daily. Comprendamos bien: no somos perfectos, por lo
tanto hemos de asumir el camino del perdón y la misericordia, como parte
cotidiana de nuestro andar como familias.
En tercer lugar, en el caso
de los hijos estamos llamados a alejarnos
del amor condicional. Ese amor que dice: te quiero más si sacas buenas
notas; mi amor se enciende cuando vas a la Iglesia; por eso es que te amo:
porque obedeces a tu mamá… Esas maneras de condicionar el amor –amor
condicional- les hace sentir inseguros y les coloca en el camino de tus
expectativas, no la de ellos.
Los
chicos sienten que tienen que ganarse una buena relación contigo y eso destruye
su autoestima, los aterra. Los aterra la presión del perfeccionismo y esas
expectativas inalcanzables, pero que además no son las suyas, sino las tuyas.
Seguro
has escuchado historias de hijos que han dicho: “estudié esto porque era lo que
mi papá quería que estudiara, cuando terminé, le entregué el título. Era “su
título”, no el mío”. Es triste.
Al
pensar en esto pienso en una afirmación de Sigmund Freud que decía que “la
infancia es destino”, pero de eso les escribiré en otro momento.
Este
autor me encanta pues indica que debemos guiar a nuestros hijos a un camino
lejos del perfeccionismo; un camino, que los lleve a un lugar de tranquilidad y
amor, y a un sentido de hogar; un lugar donde la leche se derrama en el piso,
un lugar en el cual tanto los hijos como los padres cometen errores, pero en
medio del caos y el desorden, ay amor, hay perdón, hay gracia.
Tenemos
una idealización y aspiramos a la familia perfecta. Lo triste es que
presionamos tanto en esa dirección que a veces forzamos a que nuestros hijos
corran en la dirección opuesta.
Luego
les sigo comentando de esta lectura. Agradezcamos a Dios que nos ha dado el
privilegio de ser padres y que ha sido misericordioso con nosotros. Estamos
llamados a misericordia con nuestros hijos…no lo olviden!
Con
amor y aspirando a que podamos tener una #GRATAVIDA,
Milton Tejada
2 comentarios:
Gracias Don Milton por este reflexión. Dios le siga usando.
Muchas gracias hermano, nuestro juicio creyéndonos perfectos rompe nuestros puentes de comunicación.
Dios le siga bendiciendo hermano Milton.
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