Mis padres, Apolinar y Carmen, cinco de mis hermanos y yo. |
Quiero compartir contigo una reflexión de una de mis lecturas: la función de ser padre tiene fecha de vencimiento (no sé si serán veinte años, como decía papá, o serán más, pero tiene fecha de vencimiento).
Bucay et al (El Difícil Vínculo entre Padres e Hijos) indica que ser padres tiene tres aspectos distintos:
La decisión de ser padres;
El amor de padres, y
La función de padres.
Sobre la decisión de ser padres basta decir que implica el asumir el rol y el sentido de pertenencia. No dejamos nunca, en este sentido, de ser padres, aunque nuestros hijos no nos necesiten.
Sobre el amor de padres, es el único amor incondicional (Dios es Padre, no lo olviden). Sin reciprocidad ni motivos y, por lo tanto, dura toda la vida.
En cambio, la función de padres que consiste en cuidar, proveer y educar tiene un punto final. Un momento que se termina. Nos “jubilamos” de este rol o trabajo (no así de los dos primeros).
Tres de mis cuatro hijos han establecido sus propios hogares. La más pequeña todavía estudia. Nosotros estamos, pues, a la puerta de la “jubilación” de esta tercera función y, contrario a lo que algunos anuncian, no sentimos “crisis del nido vacío”, sino más bien el “gozo del deber cumplido”.
Puedo decir a mi padre que estamos casi cumpliendo nuestros veinte años de cárcel (un poquito más). Lo hicimos porque adoptamos la decisión de ser padres y lo hicimos porque amamos incondicionalmente a estos muchachos: Carlos, Luis, Juan, Laura.
Nuestro amor nunca, nunca cesará. En términos de la función de cuidar, proveer y educar…. Esta llegará a su final.
Bendiciones, hijos amados.
Que Dios les cuide y proteja, EL también es PADRE.
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