sábado, 10 de septiembre de 2022

Corramos con libertad

 Corramos con libertad

Vida abundante para ti y tu familia.

Somos Milton e Ysabel.

GRATA VIDA es un proyecto que tiene por centro el fortalecer y restaurar nuestras relaciones (con Dios, con nosotros mismos, con los demás -empezando por la relación conyugal- y con la creación. Jesús nos dijo: “Vine para que tengan vida y la tengan en abundancia” … Y esa vida abundante es lo que hace posible que sea GRATA. 

En Hebreos 12:1 se nos dice:

Ana Ysabel Acosta

Despojémonos también de todo estorbo y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante
(Hebreos 12:1 – BLA).

 “Corramos con perseverancia la carrera…”, nos dice, y es que en las Escrituras la vida es descrita como una carrera.

 La forma en que escogemos correr la carrera determinará nuestra calidad de vida, y la persona o el objeto que escogemos como meta determinará nuestra paz y gozo.

 Todos nosotros iniciamos la carrera con un impedimento: Una naturaleza pecaminosa heredada que nos ata y nos sobrecarga de manera sutil, nos esclaviza, nos ata.

 Dios, por su gran amor, nos desata, nos libera de ese impedimento y nos da una nueva naturaleza comprada por medio de la muerte de su Hijo.

 Cuando reconocemos nuestra ineptitud para correr a solas y aceptamos la redención bondadosa de Dios, la carrera comienza a adquirir significado, validez y, sobre todo, libertad.

 Se ha dicho que «ninguno es libre de verdad sino aquellos a quienes Cristo ha hecho libres». ¿Qué cosas pueden impedir que vivamos sin ataduras, que corramos sin sobrepeso? ¿Cuál es la libertad que Cristo hace posible?   

 DE ESTO VAMOS A HABLAR HOY.

 Primer paso: Despojémonos de todo peso

Se nos dice en Hebreos 12 que nos despojemos de cargas, o de peso o de estorbos que nos imposibilitan correr o progresar en nuestras vidas espirituales. Ese lastre es todo aquello que nos preocupa, sea de índole espiritual o temporal. Es todo lo que nos impide ser libres.

 

1.          El diccionario define la libertad como la facultad natural que tiene el ser humano de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.

 También define la esclavitud como la sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, a un trabajo o a una obligación.

 Otro sentido de esclavitud es sujeción rigurosa y fuerte a las pasiones y afectos del alma. Todo peso o estorbo que nos impida ser libres en el Señor nos lleva a la esclavitud.

 Tenemos que despojarnos de ese peso o estorbo para ser hombres y mujeres libres.

 2.        En su carta a los Romanos, capítulo 6 versos del 1 al 14, Pablo describe la muerte de nuestra vieja vida y el regalo de una nueva en Cristo. Nos dice no estamos llamados a permanecer en el pecado; que nuestro viejo hombre fue crucificado junto con Cristo para que el cuerpo del pecado sea destruido para que no sirvamos más al pecado; que, si morimos con Cristo, también viviremos con él.

 Es decir, que el primer paso para ser hombres y mujeres libres es crucificar al viejo ser humano, destruyendo en nosotros las obras de la carne, despojándonos de todo peso, viviendo para Cristo con la fuerza del Espíritu Santo.

 Hay un segundo paso:

Correr en libertad

 Dios nos da la libertad pero que hay algo que nos corresponde a nosotros para experimentarla. Luego de entender que la paga del pecado es la muerte y que Dios nos da vida eterna al aceptar a Jesús como nuestro salvador, es necesario que nos dispongamos a obedecer de corazón, siendo siervos de Cristo, recorriendo un camino de santificación y servicio a Él.

Cuando hacemos eso, la vida es verdadera libertad. Nos despojamos de cargas y temores, vivimos una paz que sobre pasa todo entendimiento.

 Durante toda su vida, Jesús fue el ejemplo de la libertad. Nunca permitió que nadie ni nada impidiera que cumpliese la voluntad de su Padre. Estando seguro de su identidad y su misión, vivió, ministró y sirvió con confianza y seguridad.  En Juan 8:31-32 se nos dice: “Y conocerán la verdad y la verdad les hará libres”.

 De esa misma libertad estamos llamados a gozar nosotros.

 

REFLEXIÓN

El comprender verdaderamente el peso del pecado y del yo implica comenzar a apreciar el gran valor de nuestra libertad en Cristo. Esta comprensión significa un proceso continuo.

 Yo cedo mi libertad y me hago esclavo cuando insisto en estar en control; al demandar mi propia felicidad y levantar paredes de protección. Todos estos comportamientos parecen correctos y dan sensación de comodidad, pero a la larga se convierten en pesadas cargas.

 No necesito que el mundo me diga lo que me hará feliz. La verdadera libertad es comprender que fuera de Cristo no soy libre. Si de veras deseo experimentar esta vida abundante, deberé despojarme de todo lo que me impide llegar a estar verdaderamente viva. Esta es la única forma de correr.

 Muchos cristianos se parecen a un hombre que, doblado por una pesada carga, avanzaba lentamente por el camino cuando una carreta se le adelantó y el conductor bondadosamente se ofreció para ayudarlo. Aceptó con alegría, pero cuando se sentó en la carreta siguió doblado bajo el peso de su carga, la cual seguía sobre sus hombros.

 «¿Por qué no te quitas tu carga»? Inquirió el amable conductor. El hombre le respondió: «Siento que casi es demasiado que me lleves a mí y no podría pensar siquiera en permitir que llevaras también mi carga».

 De esta manera existen cristianos que se han entregado al cuidado y la protección del Señor Jesús, pero que aún continúan doblegados bajo el peso de sus cargas y a menudo permanecen cargados y trabajados durante todo su viaje.

 Deja tus cargas en manos de Dios, despójate de tu vieja humanidad y acepta a Jesús como Señor, es la verdad que te hará libre y que te llevará a vida y vida en abundancia.

 

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