Corramos con
libertad
Vida
abundante para ti y tu familia.
Somos Milton
e Ysabel.
GRATA VIDA
es un proyecto que tiene por centro el fortalecer y restaurar nuestras
relaciones (con Dios, con nosotros mismos, con los demás -empezando por la
relación conyugal- y con la creación. Jesús nos dijo: “Vine para que tengan
vida y la tengan en abundancia” … Y esa vida abundante es lo que hace posible
que sea GRATA.
En Hebreos 12:1 se nos dice:
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Ana Ysabel Acosta |
Despojémonos también de todo estorbo y del pecado
que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante (Hebreos
12:1 – BLA).
“Corramos
con perseverancia la carrera…”, nos dice, y es que en las Escrituras la vida
es descrita como una carrera.
La forma
en que escogemos correr la carrera determinará nuestra calidad de vida, y la
persona o el objeto que escogemos como meta determinará nuestra paz y gozo.
Todos
nosotros iniciamos la carrera con un impedimento: Una naturaleza
pecaminosa heredada que nos ata y nos sobrecarga de manera sutil, nos
esclaviza, nos ata.
Dios,
por su gran amor, nos desata, nos libera de ese impedimento y nos da una nueva
naturaleza comprada por medio de la muerte de su Hijo.
Cuando
reconocemos nuestra ineptitud para correr a solas y aceptamos la redención bondadosa
de Dios, la carrera comienza a adquirir significado, validez y, sobre todo,
libertad.
Se ha
dicho que «ninguno es libre de verdad
sino aquellos a quienes Cristo ha hecho libres». ¿Qué cosas pueden impedir
que vivamos sin ataduras, que corramos sin sobrepeso? ¿Cuál es la libertad que
Cristo hace posible?
DE ESTO
VAMOS A HABLAR HOY.
Primer paso: Despojémonos de todo peso
Se nos dice
en Hebreos 12 que nos despojemos de cargas, o de peso o de estorbos que nos
imposibilitan correr o progresar en nuestras vidas espirituales. Ese lastre es todo
aquello que nos preocupa, sea de índole espiritual o temporal. Es todo lo que
nos impide ser libres.
1.
El
diccionario define la libertad como
la facultad natural que tiene el ser humano de obrar de una manera o de otra, y
de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.
También define la esclavitud como la sujeción excesiva por la cual se ve sometida una
persona a otra, a un trabajo o a una obligación.
Otro sentido de esclavitud
es sujeción rigurosa y fuerte a las pasiones y afectos del alma. Todo peso o estorbo que nos impida ser
libres en el Señor nos lleva a la esclavitud.
Tenemos que despojarnos de ese peso o estorbo para
ser hombres y mujeres libres.
2.
En su carta a los Romanos, capítulo 6 versos del 1
al 14, Pablo describe la muerte de nuestra vieja vida y el regalo de una nueva
en Cristo. Nos dice no estamos llamados a permanecer en el pecado; que
nuestro viejo hombre fue crucificado junto con Cristo para que el cuerpo del
pecado sea destruido para que no sirvamos más al pecado; que, si morimos con
Cristo, también viviremos con él.
Es
decir, que el primer paso para ser hombres y mujeres libres es crucificar al
viejo ser humano, destruyendo en nosotros las obras de la carne, despojándonos
de todo peso, viviendo para Cristo con la fuerza del Espíritu Santo.
Hay un segundo paso:
Correr en libertad
Dios nos
da la libertad pero que hay algo que nos corresponde a nosotros para
experimentarla. Luego de entender que la paga del pecado es la muerte y que
Dios nos da vida eterna al aceptar a Jesús como nuestro salvador, es necesario
que nos dispongamos a obedecer de corazón, siendo siervos de Cristo,
recorriendo un camino de santificación y servicio a Él.
Cuando
hacemos eso, la vida es verdadera libertad. Nos despojamos de cargas y temores,
vivimos una paz que sobre pasa todo entendimiento.
Durante
toda su vida, Jesús fue el ejemplo de la libertad. Nunca permitió que nadie ni
nada impidiera que cumpliese la voluntad de su Padre. Estando seguro de su identidad
y su misión, vivió, ministró y sirvió con confianza y seguridad. En Juan 8:31-32 se nos dice: “Y conocerán la
verdad y la verdad les hará libres”.
De esa
misma libertad estamos llamados a gozar nosotros.
REFLEXIÓN
El
comprender verdaderamente el peso del pecado y del yo implica comenzar a
apreciar el gran valor de nuestra libertad en Cristo. Esta comprensión
significa un proceso continuo.
Yo cedo
mi libertad y me hago esclavo cuando insisto en estar en control; al demandar
mi propia felicidad y levantar paredes de protección. Todos estos
comportamientos parecen correctos y dan sensación de comodidad, pero a la larga
se convierten en pesadas cargas.
No
necesito que el mundo me diga lo que me hará feliz. La verdadera libertad es
comprender que fuera de Cristo no soy libre. Si de veras deseo experimentar esta
vida abundante, deberé despojarme de todo lo que me impide llegar a estar verdaderamente
viva. Esta es la única forma de correr.
Muchos cristianos se parecen a un hombre que,
doblado por una pesada carga, avanzaba lentamente por el camino cuando una
carreta se le adelantó y el conductor bondadosamente se ofreció para ayudarlo.
Aceptó con alegría, pero cuando se sentó en la carreta siguió doblado bajo el
peso de su carga, la cual seguía sobre sus hombros.
«¿Por qué no te quitas tu carga»? Inquirió el amable
conductor. El hombre le respondió: «Siento que casi es demasiado que me lleves
a mí y no podría pensar siquiera en permitir que llevaras también mi carga».
De esta manera existen cristianos que se han
entregado al cuidado y la protección del Señor Jesús, pero que aún continúan
doblegados bajo el peso de sus cargas y a menudo permanecen cargados y
trabajados durante todo su viaje.
Deja tus cargas en manos de Dios, despójate de tu
vieja humanidad y acepta a Jesús como Señor, es la verdad que te hará libre y
que te llevará a vida y vida en abundancia.
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