TANTA MISERICORDIA, SOLO EN JESUS
(Comentario a la frase: “Padre, Perdónalos, que no saben lo que hacen…”, hecho en la Iglesia Cristiana)
1. EL DE JESÚS, UN PERDÓN SIN LÍMITES…
Ubiquemos el momento.
Es reconocido como justo, tanto por Pilato como por su mujer, pero es entregado para ser crucificado;
No hay acusación válida contra él. Mateo nos cuenta que le habían entregado por envidia;
Piden a gritos su crucifixión;
Es flagelado;
Fue desnudado;
Escarnecido;
Le colocan una corona de espinas;
Le escupen;
Le dan a beber vinagre mezclado con hiel;
Al crucificarle, reparten entre sí sus vestidos….
ES EL JUSTO QUE SUFRE….
“Despreciado y desechado entre los hombres,
Varón de dolores,
Experimentado en quebrantos;
Fue menospreciado y no lo estimamos.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades,
Y sufrió nuestros dolores;
Y nosotros le tuvimos por azotado;
Por herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones,
Molido por nuestros pecados;
El castigo de nuestra paz fue sobre él,
Y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
Cada cual se apartó por su camino,
Mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Angustiado y afligido
Como cordero fue llevado al matadero…
Fue cortado de la tierra de los vivientes…
Aunque nunca hizo maldad,
Ni hubo engaño en su boca” (Is 53:3-9).
Y ya en la cruz, su primera palabra es para pedir perdón y más que perdón, MISERICORDIA, pero no para El, sino misericordia para quienes participaron en el proceso de su crucifixión…
“PADRE, PERDONALOS, QUE NO SABEN LO QUE HACEN…”
Es la forma en que reaccionó cuando aquellos que sí merecían el castigo se lo aplicaron a la única persona que no lo merecía… Jesús nos plantea el perdón, pero no un perdón cualquiera, sino un perdón sin límites: MISERICORDIA… el perdón gratuito, sin merecerlo… y le pide ese perdón al PADRE…
Tres elementos:
Se dirige al PADRE
Pide MISERICORDIA para quienes le crucifican
Afirma que “no saben lo que hacen”. Es decir: son ignorantes…
PADRE
En todo el Antiguo Testamento Dios se presenta como un Dios justiciero, pero sobre todo como un Dios lleno de misericordia. Y en el Nuevo testamento Dios es llamado “Padre de misericordia y Dios de toda consolación” ( 2 Cor 1:3).
Los israelitas no tenían el concepto de Dios como padre de una persona. Ni en el AT ni en la literatura extrabíblica de los israelitas se encuentra que una persona (que no sea el Mesías) llame Padre a Dios. Ese sentido de la paternidad de Dios lo reveló nuestro Señor Jesucristo. Es el trato tierno, íntimo, que Jesús da continuamente a Jehová y se revela como su hijo (“... ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” [Mt. 11:27]).
El Señor Jesús, al orar, se dirigía a Dios diciéndole: Padre, que en arameo es Abba (“P., si quieres, pasa de mí esta copa” [Lc. 22:42]; “P., la hora ha llegado.... P., glorifícame.... P. justo, el mundo no te ha conocido” [Jn. 17:1–25]). Ante la inquisición de •Felipe: “Señor, muéstranos el P., y nos basta”, Jesús contestó: “El que me ha visto a mí, ha visto al P.” (Jn. 14:9).
Pablo utiliza el término Abba, lo cual significa que era de uso común en la iglesia primitiva. Con él se manifiesta “el espíritu de adopción”, pues “el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Ro. 8:15–16; Gá. 4:6).
LA IGNORANCIA
Jesús pide misericordia porque son ignorantes…
La ignorancia: no conocer a los profetas…
Hech 13:27: “Los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes no conociendo a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los sábados, las cumplieron al condenarle”
Hech 17:30: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”.
1 Cor 2:8: Pablo escribiría acerca de la sabiduría de Dios “la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de la gloria”.
MISERICORDIA
Jesús no está pidiendo simple perdón para quienes le crucifican. Pide misericordia y es misericordia porque es un perdón inmerecido, intercediendo por sus enemigos cuando más mal le hacían, un perdón que va más allá de toda posibilidad humana, un perdón que alcanza lo hondo del ser humano… y lo pide en su condición de Hijo, siendo consecuente con lo que fue todo su ministerio.
Misericordia, en hebreo es “jesed”: bondad, amor constante, amor gratuito…
Hay tres significados importantes en este vocablo: fuerza, constancia y amor. Son vocablos que interactúan entre sí…
“Jesed” significa involucramiento y compromiso personal en una relación que sobrepasa los límites de la ley…
La frase que más se aproxima en español es “amor constante y fiel”.
Es una de las características más frecuentes del Dios de la Biblia (aparece 240 veces en el Antiguo Testamento).
Dios ofrece “amor constante”, “misericordia” a su pueblo, necesitado de redención del pecado y liberación de sus enemigos… El pacto es señal de misericordia, pero es una misericordia que va más allá del pacto, que no se deja de lado, aun cuando el interlocutor humano sea infiel y Dios tenga que disciplinarlo…
Una frase que describe la naturaleza de Dios es que El es “abundante en jesed”, es decir: “abundante en misericordia”… (Ex. 34:6; Neh 9:17; Salm 103:8; Jon 4:2), de modo que la totalidad de la historia de la relación de Dios con Israel puede resumirse en jesed.
En el NT es también un don del Espíritu Santo (Rom 12:8)… es la habilidad especial que Dios da a ciertos miembros de la Iglesia para sentir empatía y compasión genuina por los individuos, tanto cristianos como no cristianos, que sufren problemas físicos, mentales o emocionales, y que se traduce en acciones que refleja el amor de Cristo y lleva alivio a los que sufren… es una actitud del corazón.
2. NOSOTROS ESTAMOS LLAMADOS A SEGUIR LAS PISADAS DE JESUS
“Mas si haciendo lo bueno, sufren y lo soportan, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fueron llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigan sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia…” (1 Ped 2:20-25).
Todo ser humano necesita el perdón. Tú y yo necesitamos ser perdonados profundamente, ese perdón que llega y alcanza lo más profundo de nuestro corazón, que luego nos llena de gozo y alegría, esperanza y paz. Necesitamos escuchar la voz de Dios que nos dice: “vete en paz; tus pecados son perdonados” (Jn 8:11).
Y no es que yo debo perdonar para merecer el perdón de Dios… Es que puesto que Dios nos ha perdonado, nosotros debemos perdonar… Col 3:13: “del mismo modo que el Señor les perdona, así también ustedes deben perdonar…”.
Hoy se nos llama a tener misericordia. En el trabajo, en la familia, en la relación de pareja, en las relaciones sociales, día a día…
Tres criterios
Primero. Ser conscientes de nuestros pecados. Si no somos capaces de ver primero “la viga” en nuestro propio ojo, difícilmente lleguemos a perdonar al prójimo.
Simón el fariseo veía con nitidez los pecados de aquella mujer, pero estaba ciego ante sus propias faltas. Y el pecado no es siempre el mal que cometemos, sino a veces el bien que dejamos de hacer…
Por lo tanto, tener misericordia requiere, primero, arrojar luz en los oscuros rincones de nuestra conducta y descubrir la sutileza del pecado que “mora en mí”: el egoísmo de algunas de nuestras motivaciones, la soberbia, el orgullo, el laberinto de nuestras paciones, nuestro potencial violento, la vanidad y una larga lista de obras de “la carne”… es romper con la miopía con la que solemos ver nuestras propias faltas.
Segundo. Experimentar el perdón de Cristo. “Aquel a quien se le perdona poco, poco ama”, indicó Jesús a Simón. En la medida en que yo me siento deudor de Dios –conciencia de ser pecador- y perdonado por El, seré capaz de tener misericordia con el prójimo.
Tercero. Colocate en las manos del Padre, con quien tienes una estrecha relación, para poder ser misericordioso con los demás. Para perdonar cuando te hieren, cuando te humillan, cuando te escupen… porque la carne, nuestra carne, es débil…
Hoy te llamo a dar estos pasos…
Ahí, donde tú estas, cierra tus ojos y arroja luz sobre tu corazón. Sabes que eres imperfecto, que tienes raíces que todavía te halan hacia el pecado, que el pecado que “mora en mí” y “mora en ti” impiden muchas veces hacer de tu conducta una conducta santa… toma conciencia de esto: eres pecador…
Ahí, donde tú estas, con tus ojos cerrados y desde tu corazón, experimenta el perdón del Señor. Jesús dice hoy, para ti y para mi, desde su cruz: Padre, perdónalos… ten misericordia de ellos. Dios tiene misericordia de ti y de mi, porque Jesús, sacrificio vivo por nuestros pecados, se lo pide… acoge esa misericordia, siéntete perdonado, ya eres perdonado…
Ahí, donde tú estas, con tus ojos cerrados y tu corazón agradecido del perdón que recibes, disponte a perdonar a todos aquellos que te han agraviado, a los que no te comprenden ni entienden, a los que te golpean de muchas maneras, al esposo que te es infiel, a la esposa que no se ha constituido todavía en una ayuda idónea, la rebeldía de los hijos, la dureza de los padres… los amigos que te han traicionado, la palabra que te hirió… perdona, pon en la cruz junto con Jesús esas raíces de amargura y perdona.